plan de usos

Cerrojazo en la Rambla

Un grupo de turistas pasa por delante de  una terraza que sirve comidas.

Un grupo de turistas pasa por delante de una terraza que sirve comidas.

PATRICIA CASTÁN
BARCELONA

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ante la imposibilidad de hacer un drástico borrón y cuenta nueva, la Rambla del siglo XXI que tratan de perfilar ayuntamiento, entidades y vecinos echará al menos el cerrojazo a la oferta turística, que en los últimos años casi la devora. Pervivirán los 40 hoteles actuales, los 97 bares y restaurantes y los ocho locales con actividad musical, pero no podrá haber ni uno más. Así lo determinará el nuevo plan de usos que debe reordenar la zona con la épica misión de recuperarla para el barcelonés. Solo dos semanas después de la moratoria que bloquea nuevas licencias de actividad de establecimientos de pública concurrencia durante un año, llega una medida más definitiva para frenar el llamado monocultivo turístico del eje por el que transitan 100 millones de personas al año.

Tras tres años de diálogo y estira y afloja en torno al Pla Cor, que debe dignificar la Rambla y dotarla de nuevo contenido, empiezan a llegar los acuerdos y sus frutos, que como siempre no complacerán a todos los actores en juego. En esta ocasión, Trias no ha pactado con su aliado habitual, el PP, con el que ya modificó el plan de usos general de Ciutat Vella. Para la normativa concreta que regirá el histórico paseo, la alianza se ha sellado con el alcaldable del PSC, Jaume Collboni, que ayer avanzó las líneas maestras del documento. La previsión es que el preacuerdo se ratifique con la aprobación inicial de la medida en la comisión de gobierno que se celebrará mañana.

Blindaje definitivo

Los socialistas sacaron pecho ayer por haber «blindado el plan de usos» y evitado que toda la Rambla «pudiera convertirse en un hotel». En la práctica, abrir hoteles en este eje era misión complicada, pero no imposible. La normativa general del distrito abrió el grifo a la apertura de establecimientos en zonas periféricas de Ciutat Vella, y en edificios de interés local con nivel de protección B con tal de recuperarlos, a través de la fórmula del traspaso de licencias. Ahora, ni rescatando una vieja licencia de otro alojamiento ni resucitando algún edificio histórico podrá encajarse ningún nuevo establecimiento hotelero en la Rambla. Collboni argumenta que sin este veto podrían haberse creado hipotéticamente hasta 51 nuevos hoteles en edificios protegidos. Los 40 actuales fijan un techo de 3.965 camas que no se puede rebasar. Para abrir uno, habrá que cerrar otro de igual capacidad.

Pero el cerrojazo alcanza también a bares y restaurantes, que bordean el centenar, y a pubs y discotecas. Un mix de clara función turística que no puede seguir creciendo si se pretende barcelonizar la zona. «Hay que evitar que la Rambla sea un parque temático», reitera el nuevo líder municipal del PSC. La ofensiva implica también la prohibición de apartamentos turísticos, karaokes, locales de prostitución, de juegos de azar, tiendas de platos preparados y actividades zoológicas.

Limitación sin discusión

Este nuevo paso fue ayer aplaudido por la Associació d'Amics, Veïns i Comerciants de la Rambla, que ha ejercido de interlocutor en todas las negociaciones previas. De hecho, su premisa inicial era que el plan de uso que regula las licencias de actividad de locales de pública concurrencia tenía que ser radical para cambiar el rumbo del eje. Su presidente, Joan Oliveras, señaló que aunque en algunos puntos de Ciutat Vella es opinable si hay o no cabida para determinadas actividades, en el caso de la Rambla no hay discusión. «La limitación absoluta es necesaria cuando hay saturación absoluta», declaró a este diario.

La ambición de esta entidad es diversificar al máximo los usos de todo el paseo, lo que pasa forzosamente por frenar lo que ya roza el monopolio. En los últimos tiempos la calle ha ido ganando algo de oferta comercial de moda y complementos, pero son aún actividades por fomentar y lejos del peso del alojamiento, las tapas y las cervezas.

El plan de usos, no obstante, es solo la punta del iceberg, enfatizó Oliveras, a la espera de una reordenación más global. También Collboni aludió a la urgencia de un plan director que dé soluciones a la movilidad y la urbanización del distrito, liberando espacio público.