PROTESTA TRAS UN DESALOJO EN BARCELONA

Jornada de calma en Gràcia el día del gran despliegue de los Mossos

GRACIA

GRACIA / periodico

HELENA LÓPEZ / GUILLEM SÀNCHEZ / BARCELONA

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Antes de las cinco de la tarde una voz del movimiento defensor del 'banco expropiado' daba por cerrados los actos reivindicativos de la jornada. "Os invitamos a sumaros ahora a la marcha por la dignidad. Nos vemos mañana a las 12 frente al local", ha concluído una voz del colectivo desde un micrófono atado a una escoba tras un pequeño contenedor de basura que hacía de atril. El improvisado escenario ha servido para ir anunciando las diferentes actividades que, desde la 11 de la mañana hasta ese momento, han llenado la plaza de la Revolució: un taller de taichí, otro de costura, de catalán... El objetivo de los organizadores era mostrar a todo el que quisiera conocerlo, el trabajo que han realizado en el espacio okupado durante sus cinco años de historia. Una jornada reivindicativa en horario familiar que precedía a otra en la misma franja, rompiendo la imagen de motos en llamas y cristales rotos.

En una esquina de la plaza, un grupo de madres daban el pecho en un banco junto a los cochecitos de sus pequeños, decorados con banderas en las que se leía "Nosotros también somos el Banc". Un poco más allá, una 'tienda gratis': "coge lo que quieras y deja las piezas que no utilices" o un hombre dando masajes sobre una manta en el suelo. Imágenes que recordaban mucho más al ambiente vivido en la plaza de Catalanya durante el 15-M que a las barricadas tras el desalojo de Can Vies. 

OKUPAS BUENOS Y OKUPAS MALOS

Pese a que el colectivo siempre ha querido huir de la dicotomía 'okupas buenos' -los de los talleres- versus 'okupas malos' -los que queman contenedores-, el mensaje dado durante este fin de semana por los okupas está claro. Mientras la policía blindaba la ciudad y los furgones de los Mossos aguardaban aburridos por si la ciudad ardía, estos recitaban poesía con una escoba e insistían en que no descansarán hasta que vuelvan a entrar al local del que fueron desalojados el lunes. "No tenemos nada a negociar porque solo aspiramos a reabrir el 'banco'. Si quieren negociar, que lo hagan Generalitat, ayuntamiento y Bravo Solano [el propietario], no es nuestro asunto", señalan los okupas en un comunicado, dejando la puerta abierta a la vía Trias, ahora investigada por la Fiscalía.  

Uno de los protagonistas de la plaza fue precisamente el propietario del local. Su cara estaba dibujada en una gran pancarta y muchas personas llevaban máscaras con su rostro fotocopiado. Los okupas le responsabilizan de la situación. "Los altercados empezaron con el desalojo", subrayan. Coinciden, en parte, con esa tesis las entidades más tradicionales de Gràcia. El grupo de entidades históricas de la Vila emitió el viernes un comunicado en el que condenaba la violencia ejercida por todas las partes, y desatada tras la irrupción policial en el lugar.  

BLINDAJE ESTÉRIL

Los cuerpos policiales esperaban un fin de semana que nada tenía que ver con los talleres de plantas medicinales que se organizaron en la plaza de la Revolució. El viernes por la noche tenía que armase un buen pollo, creían, que debía ser tan solo el prólogo de un estallido definitivo de violencia urbana que tenía que coronar una semana de escaramuzas como la que se armó hace dos años con el desalojo de Can Vies. Se equivocaron.

Los Mossos d’Esquadra habían reforzado los efectivos de la Brigada Móvil (Brimo) de antidisturbios, y los periodistas tenían páginas en blanco reservadas en los diarios y el brazalete de ‘prensa’ guardado en el bolsillo. Al parecer, sin embargo, fueron los únicos preparados para una noche de altercados. Los alborotadores, tras tres jornadas de mucha brega, se tomaron el jueves de descanso y han continuado con la tregua el viernes y el sábado.

En el seno de la Conselleria d'Interior la preocupación era evidente tras el inicio de semana. Los servicios de información de la policía catalana estaban investigando si los episodios de disturbios contra el llamado ‘banco expropiado’ del barrio de Gràcia habían generado un efecto llamada a antisistemas violentos de otros rincones de Catalunya, o incluso del extranjero, este fin de semana.

En las imágenes captadas desde los helicópteros, los policías aseguran que han podido observar que los violentos muestran un alto grado de organización y que toman todas las precauciones para generar destrozos protegiendo su identidad. Los Mossos sospechan que tras estos altercados se esconden un conglomerado antisistema heterogéneo, formado principalmente por anarquistas y antifascistas.

En el centro de coordinación policial, en el que estos días han (casi) pernoctado el 'conseller' de Interior, Jordi Jané, o el director de los Mossos, Albert Batlle, esta noche habrán podido utilizar una de las pantallas para ver la final de la Champions, aunque no juegue el Barça.