La situación azulgrana

Un fumador loco por la velocidad

El defensa se enamoró de Barcelona cuando se recuperaba de una lesión en el tendón de Aquiles

Jérémy Mathieu, durante un entrenamiento con el Valencia en la ciudad deportiva de Paterna

Jérémy Mathieu, durante un entrenamiento con el Valencia en la ciudad deportiva de Paterna / periodico

FERNANDO FERRARI / Valencia

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Jérémy Mathieu (Luxeuil-les-Bains, Francia, 29 de octubre de 1983) no es un tipo normal y corriente. Y no por su expresividad y locuacidad, sino por todo lo contrario, aunque cada día va saliendo de esa coraza casi inexpugnable. Una persona con varias caras, la que se ve en los campos de fútbol, la del vestuario, la que se deja ver cuando comparece ante los medios de comunicación y la de su entorno más íntimo.

Pero el jugador --de interior a central pasando por lateral-- que llega al Camp Nou no tiene nada que ver con aquel que se presentó en el viejo Mestalla allá por el verano del 2009. Nunca había salido de Francia y el Valencia fue su primera aventura deportiva y personal fuera de su país. Y esa presión aumentó su introversión, complementada con su nulo conocimiento del español. «No es que no hable en castellano, es que ni siquiera hablo en francés» reconoció. Su relación con sus compañeros era mínima y evitaba a los periodistas. Un auténtico búnker humano.

Tatuaje del Valencia

Otro factor que marcó su carácter fueron las lesiones de los frágiles tendones de Aquiles, que permitió en su momento salir a Jordi Alba del filial blanquinegro y explotar como jugador. Un tándem que cuando se reunió en el césped hizo sufrir al Barça en sus confrontaciones. Y a partir de ahí Mathieu comenzó a ser un elemento presente en la agenda de Zubizarreta.

Los problemas de adaptación que tuvo Mathieu en Valencia no los tendrá en Barcelona. El galo conoce bien sus calles porque su lesión fue tratada por un médico de la ciudad y su agente, también francés, reside en la capital. Está mas cerca de Francia, jugará en un club de mayor envergadura y su nómina se engrosará. Su recuperación y su vuelta al fútbol le regeneró y más cuando Valverde le colocó como central. Pasó a ser importante y cada vez más abierto con todos.

Ahora quizá tendrá que disimular el tatuaje del murciélago del escudo del Valencia que se grabó en su gemelo izquierdo cuando renovó y buscar plaza en el circuito de Montmeló para dar rienda suelta a su pasión por la velocidad con los coches deportivos de alta gama, que suele comprar y cambiar con asiduidad. Y procurar que no le pillen fumando, otro de sus ya menos secretos hábitos.