Aquellos padres canarios

Los papás del infantil B azulgrana, atónitos ante la pelea vivida en Gran Canaria, creen que el momentáneo éxito de sus hijos se centra, sobre todo, en la amistad más que en el juego

Óscar Hernández y Sergi Milà charlan con sus jugadores.

Óscar Hernández y Sergi Milà charlan con sus jugadores. / periodico

EMILIO PÉREZ DE ROZAS / BARCELONA

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¿Y los padres? Felices, orgullosos, pacientes, cómplices, más del Barça que de sus chicos. «No sabría decirle qué le preocupa más de nuestros hijos al Barça, si su bienestar o que puedan ser grandes futbolistas, pues se preocupan tanto del niño como del proyecto de jugador que tienen entre manos», aseguran al unísono Francesc Garrido, que de pintura lo sabe todo, y Edu Aljama, comercial de una firma deportiva. Francesc tiene a Aleix, con sabor a Iniesta, en casa, y Edu, que también hace sus pinitos como entrenador del fútbol formativo, tiene al meta Álvaro, el del paradón al Atletico en Tenerife «y dos más que también están empezando». Risas.

SOBRE TODO, AMIGOS

Francesc y Edu no descubren nada al reconocer que «el auténtico valor de este infantil B es que llevan juntos muchos años, se conocen, se quieren, se respetan y forman una piña tan buena, tan sana, que el Barça ha ido incorporando cada año algún refuerzo de fuera (el último procedente del Betis) y siempre encaja a las mil maravillas», indica Francesc. «En el campo son muy buenos pero, por eso, porque traducen su amistad y divertimento al juego. Son muy solidarios y miran más por el compañero, que por ellos mismos», añade Edu.

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Ni a Garrido ni a Aljama les sorprende la nominación del gesto del equipo de sus hijos. «Son niños y su reacción es natural. Cierto, por lo que ven en casa y por lo que ven en La Masia, pero ese gesto es muy común en el fútbol formativo», señala Francesc. «El Espanyol nos eliminó, hace unos meses, en el torneo Brunete y fueron los primeros en consolar a los nuestros», recuerda Edu. Que no solo recuerda ese gesto sino el tremendo enfado y desolación que embargó a su hijo y compañeros «pues pierden muy pocas veces». Con solo una mirada, los padres supieron que debían dejarlos diez minutos solos con su luto. «¡Uf!, de verdad, no había quien pudiese acercarse a ellos».

VIVIR DEL FÚTBOL

Garrido y Aljama jamás han pensado, pese a tener hijos señalados, que sus hijos vayan a vivir del fútbol. Les queda tanto, tanto, tanto. Un entrenador que no les ponga, una lesión, un enamoramiento repentino, un mal amigo… «Quien vea en su hijo un plan de pensiones se estrellará. Esto es muy largo. Por esa presión que les meten algunos niños se aburren, lo dejan o siguen jugando sin disfrutar, solo para no decepcionar a su padre».

Ni que decir tiene que Francesc y Edu han visto, sí, la pelea de esos dos padres canarios mientras sus hijos jugaban. «¡Qué ejemplo!, les dices a tus hijos que no den patadas en el campo, que respeten al rival, y van los padres y se pegan», indica Francesc. «La verdad es que nosotros, cuando jugamos en determinados campos, solemos separarnos para que no nos identifiquen con nuestros hijos. Y, sí, se oyen auténticas barbaridades. Pero somos el Barça y todo el mundo quiere ganar al Barça, por eso hemos de ser un ejemplo, fuera y dentro del campo, aunque provoquen a los nuestros con gritos de ‘pártele la pierna’ o ‘métele un codazo’. Se oye de todo. Y están hablando de tu hijo, así que mejor alejarse, ¿no le parece?»

Ese ganar al Barça «como sea» inquieta a los padres y añade presión a los niños. «Ellos están en edad de formación, de estudiar, hacer amigos, entrenarse, divertirse y, luego, ¡Dios dirá!», dicen Garrido y Aljama que se consideran unos bendecidos porque sus hijos crezcan «bajo el paraguas del Barça».