DISTENSIÓN EN LA PENÍNSULA COREANA

Seúl y Pionyang ya hablan sin intermediarios

Kim Jong-un, durante la alocución dirigida ayer a los norcoreanos, que la televisión nacional emitió en bucle todo el día.

Kim Jong-un, durante la alocución dirigida ayer a los norcoreanos, que la televisión nacional emitió en bucle todo el día.

Adrián Foncillas

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Pionyang y Seúl encadenan carantoñas mientras el presidente de EEUU, Donald Trump, hace el papel de amante despechado. Los dos gobiernos coreanos pueden comunicarse desde las tres de la tarde (hora local) de este miércoles sin megáfonos ni prensa tras la reapertura de la línea telefónica directa. "Es muy importante porque supone un paso adelante que seamos capaces de hablar cuando queramos", ha juzgado Seúl.

Su reactivación es relevante no sólo por la voluntad de diálogo que encierra tras meses de oídos sordos y amenazas de destrucción masiva. La casuística en la península ha generado símbolos para interpretar el momento. Esa línea directa y el complejo industrial mixto de Kaesong funcionan como canarios de trinchera: caen con las primeras asperezas. La línea ha conectado desde 1971 a dos países que no se reconocen ni intercambian embajadas y que siguen en estado teórico de guerra.

Corea del Norte volvió a abandonarla en el 2016 como represalia al cierre de Kaesong ordenado por Seúl. No desmanteló físicamente esa línea establecida en la aldea fronteriza de Panmunjom sino que se limitó a ignorar las dos llamadas diarias desde el sur. Los altos mandos de Seúl hubieron de comunicarse con sus homólogos del norte con megáfonos después de que un soldado desertara a través de la frontera en noviembre y su última propuesta de conversaciones llegó con un comunicado leído en rueda de prensa.

Los Juegos Olímpicos

La península experimenta un infrecuente clima de distensión desde el discurso de Año Nuevo de Kim Jong-un. El líder señaló los Juegos Olímpicos que organizará Corea del Sur en febrero como la oportunidad para aceitar el diálogo, Seúl ofreció ayer una reunión oficial para la próxima semana y Pionyang atiende el teléfono desde hoy. Ri Son-gwon, responsable de Pionyang para asuntos coreanos, ha aclarado que la decisión llega directamente de Kim Jong-un.

Es recomendable un optimismo muy mesurado por la acreditada facilidad con la que se tuercen las cosas en la península pero es indudable el cambio de dinámica. China ha aplaudido el tono conciliador y los "esfuerzos honestos" de ambas partes.

Las relaciones actuales se explican por el renovado reparto desde que la línea directa se apagara dos años atrás. Moon Jae-in, terco defensor del acercamiento a Corea del Norte, ha relevado a Park Geun-hye, alineada con la línea dura. Y las exquisitas formas de Obama han sido arrasadas por la vulgaridad arrabalera de Trump.

El botón nuclear

Trump alardeó ayer de que su botón nuclear es más grande, más potente y funciona mejor que el de Kim Jong-un. Esas groseras metáforas sexuales son muy celebradas en un bar de carretera pero tienen una eficacia diplomática dudosa y sólo revelan su aturdimiento ante la jugada de Kim Jong-un. El conflicto eterno beneficia la estrategia estadounidense de vender sus armas a Seúl y Tokyo para mitigar su desequilibrio comercial.

Trump pretende el aislamiento absoluto de Pionyang e impone el fin de su programa nuclear antes de negociar. No se puede culpar a Moon de traición cuando Seúl está a menos de 60 kilómetros de los cañones norcoreanos y escuchó a Trump tranquilizar a una senadora republicana aclarándole que los muertos de una guerra ocurrirían "allí y no aquí". Además de las razones geoestratégicas se adivinan las personales: al atildado y señorial Moon no puede hacerle mucha gracia alinearse con tipos como Trump.