Pulso EEUU-Pionyang

Trump aprecia avances hacia un posible diálogo con Corea del Norte

El presidente estadounidense visita Corea del Sur en el marco de su viaje por Asia

El presidente de EEUU, Donald Trumo, con su homólogo surcoreano Moon Jae-in.

El presidente de EEUU, Donald Trumo, con su homólogo surcoreano Moon Jae-in. / periodico

ADRIÁN FONCILLAS

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Seúl ha suavizado el discurso del presidente estadounidense, Donald Trump, sobre Corea del Norte. El dirigente  ha animado a Pyongyang a negociar, ha enfatizado la estrategia concertada frente a las aventuras unilaterales y se ha felicitado por unos progresos que no ha aclarado. También ha recordado el poder devastador de su maquinaria bélica y su disposición a utilizarla, pero eso se daba por descontado.. El tiempo dirá si ese tomo mesurado responde a una estrategia o solo era la cortesía del huésped. El presidente surcoreano, Moon Jae-in, se lo habrá agradecido.

"Tendría sentido que Corea del Norte viniera a la mesa de negociaciones y cerráramos un trato", ha dicho Trump en rueda de prensa junto a Moon. "Veo algún movimiento", ha deslizado en referencia a los progresos de la coalición con sus socios en la región, Corea del Sur y Japón.

Escuchadas en abstracto, las declaraciones de Trump no merecen mucho entusiasmo, pero la hemeroteca subraya su relevancia: no hace tanto aireaba ataques preventivos, prometía llevar "furia y fuego" a Corea del Norte y llamaba "hombre cohete" a Kim Jong-un. Trump había expresado a Moon antes de su reunión en la Casa Azul que esperaba que su visita aligerara la ansiedad de su población por el temor a una guerra. Cientos de surcoreanos se manifestaron frente a la residencia presidencial para protestar contra el que ven como el mayor peligro para la paz en la península coreana.

Juego de intereses

Contra ese diálogo sugerido confabulan los intereses de ambas partes. Kim Jong-il solo se sentará con Estados Unidos cuando haya desarrollado un misil nuclear capaz de golpearle que fortalezca su posición. Y la crónica amenaza norcoreana está llenando los bolsillos de los fabricantes de armas estadounidenses y mitigando el desequilibrio comercial de Washington con Seúl y Tokio. Trump animó a Moon a gastarse "miles de millones de dólares" en maquinaria militar, como había hecho la víspera en Japón. El presidente se ha hecho acompañar de rutilantes empresarios en su periplo asiático pero por ahora solo ha atendido al gremio armamentista.

Trump no intercambió con Moon las sonrisas y arrumacos del día anterior con Shinzo Abe, presidente japonés. Trump y Moon son antitéticos: una exestrella televisiva y un abogado de derechos civiles con años de prisión, un exaltado y un moderado, un anunciante de inminentes guerras y un tenaz defensor del diálogo. La lista de cargos de Moon no es corta.

Trump le ha acusado públicamente de tibio, le ha dejado solo cuando China atornillaba a su país con sanciones económicas por el despliegue del escudo antimisiles estadounidense en su territorio y ha amenazado con jubilar el acuerdo de libre comercio. Ese acuerdo, que durante un lustro ha mejorado ambas economías, fue calificado por Trump como un desastre para los trabajadores estadounidenses.  En Seúl volvió a exigir un tratado "justo y recíproco" que sustituya al actual, aunque también con un tono más suave.

Moon y Trump se esforzaron ayer en escenificar su sintonía con su propósito de la desnuclearización de la península y llamamientos a Rusia y China a perseverar en los esfuerzos comunes. Trump volvió a agradecer al presidente chino, Xi Jinping, sus intentos por desatascar el conflicto.

Pyongyang suma 53 días sin lanzar misiles, el mayor lapso de tiempo en este año, pero los satélites surcoreanos alertan de movimientos que sugieren una tropelía inminente. Y entonces, ya sin Moon de anfitrión, no extrañará que el discurso de Trump recupere su senda.