"Se puede ser minusválido sin tener una discapacidad"

El pasado 2 de diciembre, Joan Pifarré comentaba en su carta, 'Canviem el terme minusvàlid per plusvàlid', el aspecto negativo de las palabras 'subnormal', 'deficiente', 'discapacidad' y 'minusválido'.

Me parece bien que niños de 10 y 11 años trabajen sobre la etimología de las palabras, pero creo necesaria alguna reflexión al respecto. Estas palabras tienen una connotación negativa, es cierto, y a la  vez real, pero no hemos de confundir el significado con la etimología ni tampoco equipararlo con los valores de los individuos afectados. Estas palabras están totalmente definidas por la OMS.

El término 'subnormal' queda descartado y está en desuso por el simple hecho de que definir la 'normalidad' en la sociedad es prácticamente imposible. 'Deficiente', que viene de 'déficit', hace referencia a la  pérdida de una parte del cuerpo o una función, como una amputación o de un déficit sensorial o cognitivo. 'Discapacidad' no significa 'sin capacidad'; un discapacitado es un individuo que ha perdido parte o la totalidad de alguna de las funciones básicas del individuo como consecuencia de un déficit. Ejemplos: ha perdido la capacidad de andar, no ve, no es capaz de retener conocimientos. El término 'minusvalía' no significa ser 'menos válido', sino la pérdida de un rol social como consecuencia de una discapacidad. Un discapacitado no tiene por qué ser minusválido y, en cambio, hay individuos sin discapacidad que son minusválidos.

La tendencia actual a cambiar nombres o adjetivos con la intención de cambiar diferentes realidades creo que es incorrecta. Al amputado siempre le faltará la pierna, nunca andará como un individuo estándar y, por lo tanto, será un discapacitado; no tendrá por qué ser un minusválido, y puede ser el hombre más feliz del mundo.