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La internacionalización del secesionismo no prospera

El presidente de Francia, Emmanuel Macron, conversa con el jefe del Ejecutivo español, Mariano Rajoy, en Bruselas.

El presidente de Francia, Emmanuel Macron, conversa con el jefe del Ejecutivo español, Mariano Rajoy, en Bruselas. / AFP / JOHN THYS

Jesús Pichel

Doy por seguro -es solo una certeza moral- que el Gobierno de España comparte información confidencial con sus socios, no solo europeos, y que los servicios de inteligencia de todos los países recaban información sobre cualquier situación que pueda afectar, directa o indirectamente, a sus Estados. Así que doy por seguro que los gobiernos manejan más y mejor información que los ciudadanos de a pie.

Si es así, doy por cierto que los servicios de inteligencia y el gobierno mismo informan de primera mano, puntual y detalladamente a quien corresponda -sus respectivos gobiernos; nuestros socios y aliados- sobre lo que está pasando y puede pasar en el conflicto secesionista. De ahí que todos hayan entendido la gravedad de la situación por el incumplimiento de la legalidad y el intento de superposición de otra legalidad desobediente; y por los efectos económico-sociales que pudiera generar en la región, el país y el continente, por un indeseado efecto dominó independentista.

Todo el entramado independentista -por ahora político y civil- se esfuerza por internacionalizar su reivindicación, pidiendo apoyo a los gobiernos y haciéndose visible a la opinión pública europea. El apoyo gubernamental no ha llegado y para la opinión pública de los europeos el problema es probablemente tan lejano y ajeno como para nosotros el ukraniano o el secesionismo escocés: lo vemos en las noticias, entendemos más o menos lo que ocurre y pasamos a la siguiente noticia.

El reto secesionista, que plantea un enorme problema político, jurídico e institucional, puede degenerar en un problema infinitamente más dramático que haga peligrar la paz. Me obligo a pensar que el Govern de la Generalitat descarta usar la fuerza, pero me cuesta creer que no lo quieran los más enfebrecidos secesionistas, pensando que así Europa -o la ONU- se movilizará. Recuerden estos que el dolor de las imágenes bélicas en el espectador lejano dura apenas unos minutos más que la noticia. Que Metis se apiade de nosotros y nos guíe.

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