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Blesa y Rato: zorros al cuidado de gallinas

Miguel Blesa, izquierda, y Rodrigo Rato.

Miguel Blesa, izquierda, y Rodrigo Rato.

Mario Martín

Cinco días antes de que comience el juicio por las tarjetas ‘black', el máximo responsable de su implantación y del sistema clientelar que abonaba su uso, Miguel Blesa de la Parra, consignó en el juzgado el importe de 436.000 euros, equivalente al sumatorio de las cantidades dispuestas personalmente por él a través de ese medio, buscando que el juez instructor de la causa, Fernando Andreu, le aplique el atenuante de reparación de daño, de acuerdo con el artículo 21.5 del Código Penal. Sin embargo, no debería pasar desapercibido que lo hace al límite del inicio del juicio y que lo podría haber hecho en cualquier momento desde la apertura judicial del caso. En esto, como en tantas cosas, las formas no deberían pasar desapercibidas.

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Pero la mayor responsabilidad a depurar en este caso afecta a Miguel Blesa de la Parra y Rodrigo Rato Figaredo, quienes no solo se beneficiaron de esos importes 'black’ a efectos fiscales, sino que, a través de ellos, tejieron un sistema de remuneración mediante el cual carcomieron la propia estructura de la entidad por la que debían velar. De este modo, los altos directivos nombrados por ellos, alejados de la mínima meritocracia exigible, se hicieron cómplices de los desatinos empresariales abordados: expansión incontrolada del crédito, políticas alejadas de las necesidades de los clientes… todo ello consentido a base de privilegios soportados en tarjetas ‘black'.

Editorializante es lo ocurrido al limitar el sueldo de los directivos en bancos nacionalizados a un máximo de 600.000 euros en febrero de 2012, momento a partir del cual Rato dio orden de habilitar nuevas tarjetas ‘black' a su equipo más próximo, incluido él mismo, a razón de 12.000 euros al mes. 

El hecho de que tanto el señor Blesa como el señor Rato hayan depositado el importe del que dispusieron a través de sus tarjetas ‘black', poco tiene que ver con su mayor responsabilidad en este tema, que es la creación y mantenimiento de un sistema que carcomió los cimientos de la que fue una de las entidades financieras más sólidas de España y Europa hasta convertirla en una especie de 'zombie' financiero que tuvo que ser rescatado con más de 24.000 millones de euros de todos los españoles, de la recuperación de cuyo importe nada se sabe.

Lo ahora repuesto por Miguel Blesa de la Parra y Rodrigo Rato Figaredo en relación con las tarjetas ‘black' y la forma en la que lo han hecho, es solo una muestra de la rapiña con la que abordaron su posición como presidentes de Caja Madrid y Bankia, siendo incapaces de no participar de un banquete pensado en clave de control y de compra de voluntades.

Y es que, como dice un viejo refrán español, “no se puede poner el zorro a cuidar de las gallinas”.

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