El Raval planta cara a los narcopisos
Unas decenas de vecinos del Raval se citan a las diez de la noche en la calle de Sant Gil para iniciar la cacerolada contra los pisos ocupados por traficantes de drogas, principalemtne heroína. Se movilizan también ante lo que consideran una falta de respuesta firme tanto por parte del Ayuntamiento de Barcelona como de los Mossos d'Esquadra. Es la noche del martes 29 de agosto y, por primera vez, deciden hacer una ruta hasta la calle de En Roig, quizá la que más padece la plaga de los narcopisos en Ciutat Vella, donde la policía ha identificado unos 60 domicilios destinados a la venta de caballo que a menudo funcionan también como chutódromos.
Pero una vez llegados allí, se encuentran un panorama descorazonador: en plena protesta contra las drogas, dos heroinómanos, sentados en la calle, se disponen a pincharse. La práctica es ya tan habitual que los adictos ni se esconden ni se alarman. Los vecinos, airados ante la magnitud del escándalo, los rodean y comienzan a increparles y a golpear con furia sus cacerolas.
Logran, por fin, que se vayan, pero esta escena ilustra muy bien la situación límite y a la vez normalizada que vive el barrio y que cada día parece ir a más.
"Para más inri, desde los atentados del día 17 hasta ahora hemos notado un descenso de la seguridad", explica Carlos, vecino de la calle de En Roig, en la que hay tres pisos ocupados por narcotraficantes (dos en el número 22 y uno en el número 20). "Hay menos policías en la calle, más adictos y, en las últimas semanas, en En Roig, ha habido dos intentos de violación", denuncia.
Dos locales de esta vía, que une la del Carme con la del Hospital, se han visto obligados a cerrar en el último mes ante el descenso de clientela. Uno es la peluquería Emily, que bajó la persiana la semana pasada ("sus clientes de toda la vida han dejado de ir", cuenta Carlos). Otro, el espacio de la iniciativa ciudadana Zoo XXI, que dijo adiós a En Roig el mes pasado.
El cabreo hace la unión
Las caceroladas nocturnas contra los narcopisos, iniciadas en julio por En Roig y Riereta y a las que se van sumando cada vez más calles, cuentan con el respaldo general del barrio. Los vecinos que este martes arrancaron su ruta, a golpe de cacerola, en la calle de Sant Gil recorrieron las calles de Sant Sant Vicenç, Cardona, Lluna y Carme hasta llegar a En Roig. Optan por mostrar apoyo y unirse con aquellos que padecen lo mismo.
Y, durante su recorrido, muchos otros se van sumando a la protesta. Los camareros de los bares de la calle del Carme comienzan también ellos a golpear sus bandejas de metal. Los dependientes salen de los colmados y el que no tiene a mano nada de metal, silba y aplaude. Cualquier vecino del Raval sabe que este problema puede acabar afectándole también a él.
"Sabemos que el problema es la ley, son los jueces quienes tienen que dar las órdenes para entrar en los pisos ocupados. Pero también es verdad que llamamos a la policía y aparece a las dos horas o nunca", asegura Alba Juárez, vecina de la calle de Sant Gil, en la que hay un narcopiso en el número 4 bis. El 10 de agosto lograron echar a los ocupas del número 11, pero Juárez asegura que en el número 8 también hay un piso ocupado para la prostitución.
Los vecinos sospechan incluso que los narcotraficantes tienen mecanismos para atraer a turistas. "Quizá es que algunos traficantes cogen directamente a los extranjeros en la calle y los traen", comenta una vecina de Sant Gil. Muchos de los carteles con los que protestan están en inglés. 'Drug dealers, go away' ('Traficantes, marchaos') o 'Raval yes, drugs no' (Raval sí, drogas no).
"¿Que por qué hay cada vez más narcopisos? Porque nos quieren echar con este 'boom' de la Barcelona turística", opina Alba Juárez. Sant Gil vive la problemática de los pisos ocupados por narcotraficantes desde mayo.
Primera manifestación
El próximo sábado 9 de septiembre a las 18 horas los vecinos del Raval se manifestarán en la calle de Ramalleres, a las puertas de la sede del Distrito, para denunciar el tráfico de drogas duras en pisos y sus consecuencias: excrementos, jeringuillas, peleas con armas, amenazas, portales reventados. La convicencia, en suma, que salta por los aires.
Mientras tanto seguirán con las caceroladas y expresando solidaridad. Este jueves los vecinos de En Roig les devolverán la 'visita' a las calles de Sant Gil, Cardona y Sant Vicenç. "Cada vez haremos más caceroladas conjuntas", concluye Carlos, el vecino de En Roig.
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