INFRAESTRUCTURAS VIARIAS
La zona zombi de Barcelona
Los vecinos lamentan el desolador panorama de las obras a medio hacer de la Sagrera, que parecen un escenario de 'The walking dead'
Víctor Vargas Llamas
Periodista
VÍCTOR VARGAS LLAMAS / BARCELONA
"¡Parece un escenario de 'The Walking Dead'!", le suelta Eder Batiste a Júlia Romera en plena calle de Sant Adrià, en el distrito de Sant Andreu. La ocurrencia de estos dos estudiantes de Psicología está más que justificada al reparar en el desolador panorama que se ha enquistado en los parajes agraviados por las perennes obras de la estación de la Sagrera. Con las obras a medio hacer, los espacios estériles y la insoportable canícula acentúan la sensación fantasmagórica, vacua, casi de escenario de ficción más que apto para la popular serie de zombis.
Los alrededores de la estación de Sant Andreu Comtal son un muestrario de vallas y medidas de perimetraje en forma de moles cuadrangulares, de uralita plateada, de rejas... Allí llevan años, tapando forjados metálicos incompletos, amplias lenguas de cemento y descampados a medio urbanizar. Tiempo más que suficiente para que lo que se presumía provisional se integre en el entorno del vecindario, que encaja el parche urbanístico y las promesas de fechas límite de las obras con una aleación anímica de rabia, incredulidad y frustración.
"¿Que lo acaban para el 2020? Llevamos tanto escuchando plazos... Mi nieto, el mayor, tiene ahora 19 años y tenía 3 cuando ya derrumbaban un almacén de mármol para preparar el terreno para las obras del AVE...", explica Benita Piqueras. "Me moriré y aquí seguirán las vallitas", explica entre risas. A su lado, Concepció asiente y lamenta que de las autoridades solo reciben "maquetas y promesas", pero de realidades "las justas".
José Miguel no tiene muchas ganas de hablar mientras pasea a su perro, pero al final se arranca: "Llevamos viendo las mismas vallas de las narices día tras día, aburren hasta a los jubilados; y así seguiremos mientras el PP gobierne", asegura. Un enfoque, el político, en el que, en parte, coincide José Luis, vecino del número 54 de la calle de Andana de la Estació. "No cumplirán el plazo, pero no tanto por una cuestión económica como política; forma parte del rifirrafe por la soberanía de unos y la unidad de España de los otros", dice.
José Luis se lamenta de que el único movimiento de obras en los últimos años ha sido desplazar la valla que separa los edificios de la calle de Andana de la vía del tren. "Estaba a metro y medio y el paso era tan estrecho que los ladrones actuaban a gusto aquí. Tras atracar a unos abuelos, nos manifestamos y Adif accedió a conceder un par de metros más de paso", expone.
COMPROMISO
En la rambla del Onze de Setembre, María, Miguel y su tocayo resoplan al hablar del impacto de la alta velocidad en su día a día. "Intenta aparcar por aquí. Lo normal es encontrar en la zona del Bon Pastor, pero para llegar allí, un recorrido de poco más de 100 metros caminando se convierte en kilómetros en coche por el pedazo de vuelta que te obligan a dar los puñeteros trabajos", dice Miguel. Tampoco ir caminando es una solución muy efectiva "porque las escaleras que remontan las obras del AVE son inaccesibles para personas en sillas de rueda", como recuerda María.
"Nos están encerrando. Falta una valla en la Meridiana y esto se convertirá en un manicomio, porque nos vuelven locos", dice el otro Miguel. "Hay una falta total de compromiso con el barrio; vienen a regar los jardines de higos a brevas, se olvidan de nosotros, somos el culo del mundo, algo impensable en la zona alta", añade.
Manel, trabajador de TMB, también se muestra más que escéptico con las fechas: "O lo pagamos aquí o nada porque ¿qué necesidad tiene Fomento de arreglar la superficie si el AVE ya pasa por aquí y completa el recorrido sin problema?".
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