BARCELONEANDO

La guerra del pan

El horno Sarret y el horno y cafetería Espan's, junto a una boca de la parada de metro de Girona, en Bailen esquina con Consell de Cent.

El horno Sarret y el horno y cafetería Espan's, junto a una boca de la parada de metro de Girona, en Bailen esquina con Consell de Cent.

RAMÓN VENDRELL

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Marc Vidal está que trina. Y cada vez que ve en la acera la placa de hierro fundido con que el Ayuntamiento de Barcelona reconoció a su comercio los años de «servicio a la ciudad» se irrita más. Y cuando sus ojos se posan por desgracia en el galardón que recibió el año pasado en la 14ª edición de los Premios a los Establecimientos Comerciales Centenarios y en la foto en la que Artur Mas se lo entrega ya se pone casi enfermo de indignación y desconcierto. De hecho galardón y foto han pasado del escaparate al rincón más oscuro de la tienda. Con la placa no puede hacer nada. Si consiguiera arrancarla, igual le sancionaban.

Como los protagonistas de las novelas de Santiago Lorenzo, Vidal tiene un problemón que a nadie más importa y ante el que poco puede hacer. Ya elabora pan de nueces, pan de nueces, ron y pasas, pan de cebolla y queso, pan de cerveza, pan de escanda, cinco tipos de panes negros o alemanes... La calidad y las virguerías fueron la manera de detener la fuga de clientes hacia las olorosas y económicas secciones de pan del Keisy y el Mercadona que tiene a tiro de piedra. Aunque el negocio no era la bomba los peores tiempos parecían superados. Pero hace tres semanas abrió al lado del horno Sarret, fundado en 1898, un horno y cafetería Espan's. Al lado quiere decir al lado. En la misma finca. Puerta con puerta. A un metro. «Los clientes me dicen: 'La gente sabrá que venden pan congelado, no pasa nada'. Pero sí que pasa. Sobre todo con la bollería», dice Vidal. Los dos panaderos que trabajan con él en el obrador y las dos dependientas también están preocupados.

En el Ayuntamiento de Barcelona tienen poca cosa que decir. Que el Espan's de marras tiene una licencia de horno de pan con degustación y que el comercio se rige en la ciudad por la libre competencia estricta a menos que el plan de usos de un distrito restrinja determinados establecimientos, lo que no es el caso de las panaderías en el Eixample.

Vidal ha tenido un encontronazo con su nuevo vecino, al que acusa de no haberle pintado un desconchón que le hizo con las obras en su parte de la fachada y que sí tapó. Impelido por el desconchón y para combatir las invencibles ofertas del Espan's, puso frente al horno Sarret una pizarra en la que podía leerse: «Obrador propi. Que no t'expliquin 'cuentos chinos'». El propietario del Espan's es chino y no le vio la gracia. Se las tuvieron y vinieron los Mossos. No pasó la cosa a mayores. «Fui demasiado agresivo con ese texto», dice Vidal. Cómo mola la libre competencia.

El hijo del propietario del Espan's y responsable de la tienda es Eduardo Zheng. Sus motivos para abrir el comercio donde lo ha abierto son que el local está junto a una estación de metro, delante de un colegio y en una zona con oficinas. «Es normal que el propietario del horno Sarret esté enfadado, pero debería aceptar que es lo que hay », dice.

La misma moneda

Zheng se pone como ejemplo de empresario zen. Explica que desde hace casi cuatro años tiene en L'Hospitalet otra panadería con degustación, esta una franquicia de Granier, y que esta semana le van a abrir muy cerca una... ¡panadería con degustación! «Un español, ¡eh!», dice. ¿Y qué le parece? «Es legal y no puedo hacer nada, así que paso».

No es desconfianza, es periodismo. Línea 5 hacia la estación de Pubilla Casas. En la parada de Badal sube un hombre con dos jaulas de pájaros cantores. En la funda de una está bordada la efigie del Che. Sin duda nos alejamos de Barcelona.

Bien, allí está la panadería con cafetería de Zheng. Y a menos de 40 metros, con solo tres comercios en medio si bien doblando una esquina, el establecimiento de la cadena  Tinyol a punto de ser inaugurado.

Pero no está al lado al lado, dirán ustedes. No, pero está justo enfrente de la parada de metro, cuyas escaleras son por lo visto en el sector de las panaderías en general y de las panaderías con degustación en particular como cintas transportadoras de pepitas de oro.

Hagan algo antes de que haya que lamentar desgracias.