La otra cara de la hipotermia: sonrisas heladas y gritos para combatir el estrés.

Se hace muy difícil decirle al niño que no ande sobre el hielo cuando un grupo de 30 personas baila y se ejercita sobre el estanque petrificado en bañador y sin camiseta. Estamos en la Pradella, a casi 2.000 metros de altitud, en la Cerdanya francesa. Es sábado, 7 de enero; un día soleado pero con dos o tres grados de temperatura. Los chavales terminan corriendo y patinando sobre la inmensa pileta porque no queda otra que relativizar los riesgos. No ayuda que esa camarilla de locos franceses termine abriendo una piscina para darse un baño. Una experiencia religiosa a los pies del Carlit. 'Ice mind', se llama la aventura.