Hablamos con las víctimas de un estafador sentimental

A finales de 2001, Milvio Lamacchia (Milán, 1959) sedujo a Joana acudiendo cada mañana a la cafetería del barrio de Gràcia donde desayunaba. Joana era una mujer divorciada y madre de tres hijos y Lamacchia, según explicó, era dueño de un acaudalado negocio inmobiliario. Era mentira. Era un peligroso estafador, un fugado de la justicia italiana que antes de atraparla a ella, en la década de los 90, había seducido y arruinado a varias mujeres de Trieste (Italia), Palma de Mallorca o Santa Cruz de Tenerife. Joana, enamorada y engañada, dejó que se colara en su casa un parásito que planeaba quedarse con todo lo que tenían –750.000 euros– y que iba a desatar un infierno que ha durado 20 años. Joana y sus tres hijos –Toni, Patricia y Álex– han contactado con EL PERIÓDICO para revelar su experiencia y para pedir ayuda porque las denuncias que presentaron han sido archivadas y Lamacchia los ha amenazado de muerte. “Si yo voy a la cárcel, tu madre irá al cementerio”, avisa la voz del estafador en una grabación telefónica.