El boxeador barcelonés Sandor Martín, en el gimnasio KO Verdún

A los cinco años Sandor Martin se subió por primera vez al ring del gimnasio de su padre, el KO Verdún. Y a esa edad vio que no había ningún combate que no se pudiera ganar. El día de Navidad descubrió que no había regalos, solo carbón. "¿No te ha traído regalos? -le preguntó su padre-. Tranquilo que esto lo arregló". Cogió el teléfono y llamó a Papá Noel para recriminárselo. "Me quedo sin regalos de por vida", pensó Sandor, acojonado. "Pero a la mañana siguiente la casa estaba llena de regalos". Desde entonces no ha habido ningún combate que no se haya atrevido a librar. El último ante otro nombre de leyenda, Mikey García, que había sido campeón del mundo en cuatro categorías y que hasta entonces solo había perdido un combate. “El orgullo de Barcelona, Catalunya y de España”, bramaba el 'speaker' mientras levantaba el puño de Sandor, que acababa de lograr en California la que, en sus palabras, es la “mayor victoria del boxeo español”.