TENIS
Carlos Alcaraz, un campeón 'made in' Ferrero
El exnúmero 1 ha dirigido la espectacular carrera de Alcaraz desde que tenía 15 años
Alcaraz entra en la historia de Wimbledon tumbando a Djokovic
Jaume Pujol-Galceran
Periodista
En cada punto, ante cualquier tensión, nervios, dudas, ansiedad, preocupación o alegría, no hay momento que la mirada de Carlos Alcaraz no se cruce con la de Juan Carlos Ferrero, sentado en primera fila del palco de jugadores junto al mánager del tenista, Albert Molina. La conexión entre el exnúmero 1 y el número uno actual es máxima. “Es mi segundo padre, el primero en la pista”, dice siempre el joven tenista murciano, agradecido por la ayuda de su entrenador. La confianza y el respeto entre ambos ha crecido en la pista y mucho más allá de los entrenamientos y fundamentos del juego. Alcaraz debería llevar la denominación made in Ferrero, quien este domingo no pudo evitar las lágrimas al abrazarse al campeón de Wimbledon.
Desde que el mánager de Alcaraz decidió que ese chico que lo ganaba todo en las categorías inferiores necesitaba un salto de calidad indispensable para hacerse profesional y le propuso a Carlos y Virginia, los padres del tenista, dejar ir a su hijo Carlitos a la Academia Equalite de Ferrero, a 115 kilómetros de El Palmar (Murcia), donde vivían, todo ha ido sobre ruedas.
Molina había propuesto a Antonio Cascales, entrenador y director de la academia de Ferrero, esa opción para mejorar la formación de Alcaraz. Inicialmente no estaba previsto que Ferrero se hiciera cargo del tenista. El exnúmero 1 mundial había salido de una mala relación con el alemán Alexander Zverev, pero en cuanto vio entrenar a Alcaraz decidió dirigirle. “Vi que tenía unas grandes condiciones tenísticas pero especialmente humanas. Era un chico con ganas de aprender”, asegura el técnico valenciano. Ferrero no dudó en dejar el gran circuito para viajar con Alcaraz a los torneos pequeños, viajar en coche o tren, vivir en pequeños hoteles e incluso pagar para tener bolas de entrenamiento en los clubs donde se juegan los torneos.
“Me metí de lleno en el proyecto de Carlos cuando él tenía 15 años, para poder trabajar de la forma adecuada para que subiera de nivel. Rápido, sin prisa, pero sin pausa”.
Ferrero pudo comenzar de cero con un diamante en bruto en sus manos. Hacerlo suyo. “La forma de entrenar es muy mía: Máxima intensidad en el trabajo con objetivos muy claros. Lo de ser buen chico, humilde es educación de los padres, viene de casa, y no he tenido que tocar nada”, explicaba hace un mes en Roland Garros.
Camino espectacular
En cinco años el camino no ha podido ser más espectacular. Alcaraz ha saltado del puesto 579 del mundo al número 1, convirtiéndose en el tenista más joven en conseguirlo en la historia de la ATP, con 12 títulos, entre ellos el Abierto de Estados Unidos del año pasado y Wimbledon ahora.
Ferrero no oculta su orgullo por el éxito pero insiste quiere ir paso a paso, no precipitarse. “Estoy intentando formar alguien parecido a mí. Tranquilo y frío en la pista pero a la vez, un ganador», valora.
Quiere mantener los valores de ese chico que le saludaba tímidamente, asombrado, el primer día que entró en su academia. “Lo más importante para mí es ser la misma persona. Carlos es muy humilde, muy sencillo y muy cercano. La vida está cambiando para él pero sigue siendo el mismo».
Ferrero sabe que el circuito es voraz, superficial y que puede arruinar la vida de cualquier tenista, especialmente si es joven. « Queremos que siga arriba mucho tiempo, jugando bien, compitiendo y ganando torneos, pero sin precipitarse”.
El técnico valenciano vivió en propia persona también una progresión espectacular en su carrera tenística y tiene experiencia de cómo afrontar las situaciones que vive Alcaraz. Evita hablar de futuro, de grandes récords. “Me gusta pensar en el ahora, no de cuántos Grand Slams puede ganar. Posibilidades de hacerlo tiene muchas pero Carlos sabe que hay que ir día a día, seguir trabajando y evolucionando, pensar en otras cosas es un error”.
Éxito en hierba
Ferrero confiaba en las posibilidades de Alcaraz de rendir en Wimbledon. “Desde que lo vi por primera vez en hierba tuve la sensación de que podría jugar muy bien y llegar lejos”, decía antes de la final de Wimbledon.
Alcaraz llevaba 17 partidos jugados en hierba hasta la final de Wimbledon. Su adaptación ha sido increíble. Desde hace un mes ha estado centrado en aprender. “He visto muchos vídeos de Federer y Murray. Es brutal como juegan sobre hierba”, decía cuando aterrizó en Londres. Venía de ganar el torneo de Queen’s, una victoria que le dio “confianza” para sentir que podía hacerlo muy bien en Wimbledon y repetir una y cien veces que creía que podía “ganar el título aunque recalcando que el favorito era Djokovic”. Rompió el pronóstico.
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