Opinión
Carlitos Alcaraz es dios y Dios lo sabe
Emilio Pérez de Rozas
Periodista
Licenciado en Ciencias de la Información por la UAB. Hijo de Carlos Pérez de Rozas, sobrino de Kike y Manolo Pérez de Rozas, integrantes de una auténtica saga de fotoperiodistas. Trabajó en Diario de Barcelona, fundador de El Periódico de Catalunya en 1978 también formó parte de la redacción en Catalunya del diario El País. Colaborador del diario deportivo Sport y vinculado al departamento de Deportes de la cadena COPE, que dirige Paco González. Emilio suele completar muchas de sus informaciones con sus propias fotos, en recuerdo a lo aprendido junto a su padre y tíos.
Carlos Alcaraz es dios y Dios lo sabe. Carlos Alcaraz nació en otro planeta. Ustedes miran su palco y, en efecto, ahí están sus padres y hasta el abuelo, el de las ‘tres c’ (“ya saben, Carlitos, cabeza, corazón y cojones”), pero ¿son realmente sus padres, es el mismísimo abuelo, o son los representantes de alguien que dejó a ese chico en El Palmar, en Murcia, para que el resto del mundo disfrutásemos de su poderío, de su gracia, de su personalidad, de su tenis?
Carlos Alcaraz es dios y Dios lo sabe. Hasta el dios del tenis, ese Novak Djokovic que llevaba desde el 2017 sin perder un partido ni un torneo en Wimbledon, se ha dado cuenta hoy, a las 19.32, cuando ha destrozado su raqueta contra uno de los pilones de la red de la pista central de su pista preferida, que no iba poder derrotar, doblegar, superar al enviado del cielo.
El mundo entero, todo el planeta, se ha enterado hoy de que el enviado de Dios ya ha tomado posesión de su trono. Vale, sí, por descontado, está aún a muchos, muchos, Grand Slams del ‘big three’, integrado como saben por Novak Djokovic (23), que ayer supo que su reinado corre serio peligro; Rafa Nadal (22), que está de crucero con su yate por el Mediterráneo y me temo que no se detuvo en puerto alguno a ver esta final y a papá Roger Federer (20).
Carlitos, una droga
Pero cómo no va a estar lejos de las cifras, de las victorias, de los títulos de los emperadores de la tierra batida, la hierba y la pista rápida si este chico, si este enviado, si este angelito solo tiene 20 años y lo único que quiere, que busca, que pretende es aprender, madurar, tomar notas mientras acumula victorias en todos los rincones del mundo.
Lo dijo ayer el monstruo Mats Wilander, otro que miraba a los ojos desde el otro lado de la pista cuando te mataba, cuando señaló que “Carlos crea adicción”. La atracción de Alcaraz es tan bestia, tan brutal, que encanta, que gusta, que entusiasma, que vuelve loca a la gente incluso cuando pierde.
Porque ese es, entre otros, el encanto de este chico, casi niño, adorable por la manera que se comporta, por su sencillez, por su timidez, por su convicción y, sobre todo, porque sabe, muy desde niño, lo que quiere conseguir, cómo lo quiere lograr y donde lo espera disfrutar: en todos los rincones del mundo.
Cuando ves el sequito que le rodea en su palco del All England Lawn Tennis Croquet Club, piensas que si la cigüeña se hubiese equivocado de casa y lo hubiese dejado, pese a que Dios le había dado la dirección correcta para su GPS, en la portería de al lado, igual estábamos hablando de otra cosa, de otro campeón, de un futbolista a lo Leo Messi, de un piloto a lo Marc Márquez, de un conductor a lo Fernando Alonso.
El 'capitán Garfio'
Pero no, lo dejó en la casa adecuada y de ahí que hoy, a pocos metros del Rey de España, ese niño murciano, que ha convertido su pueblo en lugar de peregrinación y su provincia en el centro del tenis mundial, ha empezado a demostrar al mundo que el libro de oro del tenis mundial acaba de cerrar su capítulo más dorado, más laureado, más inmenso y empieza a contar la colección de títulos y gestas que cosechará este niño.
No es fácil aprender de una derrota, pero Alcaraz y los suyos han explicado, por activa y por pasivas, que de ellas se aprende mucho más que las victorias. Hoy, más que nunca, cuando Djokovic ha arrollado a Alcaraz en el primer set (1-6), me he acordado de la frase que me dijo hace mucho tiempo mi amigo y maestro del tenis, Jaume Pujol Galceran: “Emilio, el tenis a cinco sets es otro deporte, es otra cosa, es a cinco sets cuando se ven los auténticos fenómenos, cuando aparecen los héroes, cuando se sabe si un joven será un hombre y un escogido, un campeón”.
Señoras y señores, admiradores y observadores, sabios y necios, ante ustedes el muchacho que heredará la historia y la vitrina del ‘big three’. Con todos ustedes, el enviado especial de Dios, Carlos Alcaraz Garfia, para algunos el ‘capitán Garfio’, para todos, el campeón que viene, el presente del tenis mundial.
Aquel que, dicen, se vino mentalmente abajo en Roland Garros, empezó el juego decisivo de su coronación en Wimbledon con una dejada fallida y, a partir de ahí, siguió con su tenis de artista, globito incluido a las espaldas del endiosado Djokovic, el emperador de Wimbledon, destronado por ese chico que, dicen, ya tiene corona y hasta trono.
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