El oso cavernario (10)
Sara Baartman, una vida de esclavitud por ser mujer y negra
Pertenecía a un pueblo africano que aplicaba la estadística bayesiana decenas de miles de años antes de que fuera descubierta por la ciencia moderna
La así llamada Venus Hotentote es uno de los mayores ejemplos de explotación y racismo colonial, de cosificación y mercantilismo con las personas negras, basado en la sexualización de la mujer y en la ideología que defiende la supremacía blanca que aún nos permea y de la que hacen gala los trumpistas y la extrema derecha.
Alicia Domínguez y Eduardo Costas (*)
A lo largo de la historia una incalculable cantidad de varones han convertido en fetiche los grandes traseros femeninos. Centenares de estatuillas de Venus paleolíticas ya muestran mujeres con nalgas prominentes. Entre las damas acomodadas del siglo XIX hizo furor el polisón, un armazón interior que, atado a la cintura, abultaba los vestidos por detrás imitando la forma de un inmenso trasero. Y este gusto, unido al supremacismo europeo que mantenía que las personas de raza negra estaban más cerca de los simios que de los humanos, condenó a Sara Baartman a una vida de esclavitud: por mujer y por negra.
Sara nació en un pueblo de pastores de lo que hoy en día es Sudáfrica; fue capturada durante su adolescencia por Afrikáners (colonos holandeses afincados en la zona de Ciudad del Cabo) y vendida como esclava a unos granjeros de la zona. Por supuesto, Sara Baartman no es su verdadero nombre, sino el que le pusieron sus amos.
La historia de Sara es una lamentable muestra de la historia de esclavitud que sufrió el pueblo Khoi, que vivía desde hacía unos 70.000 años en el desierto de Namib, conocido también como el Sossusvle en la actual Namibia, uno de los lugares más inhóspitos del mundo y en el que la supervivencia humana es más difícil.
Grasa en las nalgas
Sin embargo, los Khoi lograron la extraordinaria hazaña de adaptarse a este ambiente hostil, y uno de los mecanismos que ayudó a conseguir semejante prodigio se basa en su capacidad para acumular grasa en las nalgas (esteatopigia) cuando hay recursos abundantes, a modo de reserva energética para los tiempos de escasez. Sara, bien alimentada en la granja por sus amos Afrikaners, desarrolló un trasero imponente.
Pronto el Dr. Dunlop, conocedor de la fascinación que la sociedad inglesa sentía por África, a la cual veían rodeada de misterio, y a sus aborígenes como seres simiescos primitivos dedicados por completo al sexo sin cortapisas, vio los réditos que obtendría exhibiendo a Sara como un icono sexual. Y así en 1810, de acuerdo con el mercader Pieter Cesars, la llevó a Londres como negra libre (para entonces ya la esclavitud estaba prohibida en las islas británicas) para ser explotada en un espectáculo público en el que, al final, quienes pagaban un extra considerable, podían tocar sus nalgas, como si Sara fuera un animalillo de feria.
A partir de ese momento, Sara pasó de mano en mano como resultado de sucesivas ventas en las que sus amos idearon mejores maneras de sacar dinero de ella en espectáculos cada vez más indignos. Incluso se la llegó a exhibir como un espécimen de zoológico junto a otros animales como gorilas y chimpancés. En la jaula de Sara había un cartel explicativo: “La Venus Hotentote”.
La infortunada mujer terminó vendida a un domador de fieras, que la exhibió en Paris como número principal de un espectáculo en el que leones y tigres amaestrados ejercían de teloneros y, al tiempo, fue obligada a prostituirse. Murió de una neumonía, enferma de sífilis y abandonada en un burdel a los 25 años, pero el espectáculo continuó.
Regreso en 2002
Su cerebro, esqueleto y órganos sexuales se exhibieron en un museo de París hasta 1974. No sería hasta veinte años después que Nelson Mandela cursara una petición formal al presidente Mitterrand para que sus restos pudiesen ser enterrados en la aldea sudafricana donde nació. Tras un largo proceso, finalmente, la Venus Hotentote volvió a Sudáfrica el 9 de agosto de 2002.
No es muy complicado imaginar el sufrimiento que Sara debió experimentar durante su corta existencia, toda vez que algunas crónicas de la época la describen como una mujer extremadamente inteligente que, al parecer, no solo hablaba perfectamente diversos dialectos de la lengua Khoi San, sino también afrikán, inglés y francés. También era muy hábil con los números.
Un pueblo bayesiano
No es de extrañar. En los trabajos más recientes que estudian la extraordinaria adaptación de los Khoi al desierto de Namib se llegó a una conclusión sorprendente relacionada con la estadística bayesiana, uno de los desarrollos intelectuales más notables de la ciencia moderna.
Los modelos estadísticos bayesianos requieren de la formulación de un conjunto de distribuciones previas para los parámetros desconocidos que son, a la vez, parte del modelo estadístico final. Así, la aplicación de técnicas de análisis secuencial bayesiana permite que el resultado de los experimentos anteriores influya en el diseño del siguiente experimento. Aunque se pensó que la estadística bayesiana era un reciente invento de la ciencia moderna, varios de los científicos que estudiaron la adaptación de los Khoi comprobaron que, en sus decisiones de caza y recolección, utilizan estadística bayesiana. Los Khoi la descubrieron decenas de miles de años antes que la ciencia moderna.
Además, los Khoi desarrollaron un sistema social extremadamente cuidadoso con los ancianos, desfavorecidos y discapacitados, que siguen manteniendo hoy en día. Viviendo en este ambiente, la existencia a la que Dunlop y Cesars condenaron a Sara debió de ser terrible para esta mujer inteligente educada en una sociedad igualitaria. Hoy Sara es considerada como uno de los mayores ejemplos de explotación y racismo colonial, de cosificación y mercantilismo con las personas negras.
Paralelismo reciente
Abdellatif KechicheLa Venus NegraSalvando las distancias, lo que para Sara fue una maldición, para Kim Kardashian, una modelo norteamericana de ascendencia armenia nacida en 1980, cuyas fotos publicadas en la revista Paper evocaron en su día el recuerdo de Sara Baartman, fue la causa de que millones de personas la idolatrasen.
Inteligentemente, la americana supo sacar partido a esta parte de su anatomía, partido que ya sacó Dunlop de la de Sara sin hacerla partícipe de las ganancias. Dos épocas distintas, dos situaciones distintas, pero dos hechos similares: la sexualización de la mujer y la ideología que defiende la supremacía blanca que aún nos permea y de la que hacen gala los trumpistas y la extrema derecha.
(*) Alicia Domínguez es doctora en Historia y escritora. Eduardo Costas es catedrático de Genética en la UCM y Académico Correspondiente de la Real Academia Nacional de Farmacia.
Referencias
· Gould, Stephen Jay (1985). "The Hottentot Venus". In The Flamingo's Smile, 291-305. New York, W.W. Norton and Company.
· Holmes, Rachel (2006). The Hottentot Venus. Bloomsbury, Random House.
· Frith, Susan (2009) Searching for Sara Baartman. Johns Hopkins Magazine.
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