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'No me llame Ternera': el documental de Jordi Évole sobre Josu Ternera en 8 claves

Évole, sobre su documental de Josu Ternera: "No blanquea ni justifica a ETA"

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Jordi Évole con Josu Urrutikoetxea en 'No me llame Ternera' (Netflix).

Jordi Évole con Josu Urrutikoetxea en 'No me llame Ternera' (Netflix). / NETFLIX

Marisa de Dios

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El pasado mes de septiembre, el Festival de Cine de San Sebastián se vio envuelto en la polémica por la proyección del documental 'No me llame Ternera', en el que Jordi Évole entrevista a una figura clave de ETA, Josu Urrutikoetxea. Hasta se hizo pública una carta de protesta firmada por familiares de víctimas, referentes del periodismo, la literatura y la universidad, que acusó a este trabajo de blanquear a la banda terrorista incluso antes de haberlo visto. Este viernes 15 de diciembre, el documental ha llegado a Netflix para que sea la audiencia la que juzgue el valor periodístico de esta extensa charla en la que Évole pone contra las cuerdas en muchas ocasiones a su entrevistado, dejando en evidencia las contradicciones en su relato. Estas son las 8 claves de 'No me llame Ternera'.

¿Por qué hablar ahora?

A sus 72 años, el exdirigente de ETA José Antonio Urrutikoetxea, conocido como Josu Ternera aunque él le pide a Évole reiteradamente que no le llame así, tiene una de las carreras más largas en ETA, donde entró con solo 17 años. Su pertenencia a la banda terrorista le costó 13 años en la cárcel y 20 en la clandestinidad, y ahora se encuentra en libertad condicional en el sur de Francia, pendiente de extradición a España. Una de las primeras preguntas que le hace Évole es por qué ha decidido hablar ahora. "Hasta hoy otros han hablado por mí y hasta han escrito libros. He tenido pocas oportunidades de poder expresarme", le responde. Después trata de justificarse. "Me han deshumanizado. Hablan de mí como si tuviera cuernos y rabo, pero soy una persona como cualquiera, con convicciones políticas".

El nuevo atentado que se atribuye Ternera

Ternera se atribuye por primera vez su intervención en el asesinato en 1976 del alcalde de Galdakao Víctor Legorburu, un crimen por el que nunca fue procesado y que fue sobreseído por la Ley de Amnistía de 1977. 'No me llame Ternera' comienza precisamente con una visita de Évole al expolicía municipal de Galdakao Francisco Ruiz, que fue tiroteado cuanto trató de proteger a Legorburu y rememora el calvario que sufrió él y su familia después de pasar cinco meses en el hospital. "La gente que me conocía se iba a la acera de enfrente cuando se cruzaba conmigo porque tenían miedo de que les viesen hablando con una víctima del terrorismo. Nos marchamos del País Vasco como unos apestosos", denuncia.

Remordimientos, con muchos matices

En el documental Ternera acaba lanzando un "lo siento" a la familia del alcalde muerto de Galdakao y al policía local que resultó gravemente herido en el atentado. "La venganza no es una actitud que nos haga avanzar en nuestro proyecto de reconstrucción de Euskal Herria. Aparte, la venganza y el odio te ciegan y no te permiten analizar las cosas como hay que analizarlas". Reconoce también que siente remordimientos "por no haber hecho más para que la espiral de violencia por parte de ambos bandos se parase mucho antes de lo que lo hizo" y que "matar no es un placer para nadie porque será una mochila que llevarás hasta el final de tus días". Pero en sus disculpas siempre hay matices. "Nunca he considerado que ETA ha matado porque no se compartía sus ideas, sino porque se colaboraba en la represión contra la izquierda independentista", señala. Respecto al asesinato de la exetarra arrepentida Yoyes en 1986 a manos de la banda reconoce que fue "duro", pero que "ETA consideró que el paso que dio al ponerse en contacto con alguien del ministerio del Interior había que cortarlo como un cáncer".

El exetarra Josu Urrutikoetxea, conocido como Josu Ternera, en octubre del 2020

El exetarra Josu Urrutikoetxea, conocido como Josu Ternera, en octubre del 2020 / JOEL SAGET / AFP

Contradicciones

Las preguntas de Évole tratan de remarcar las contradicciones en el relato de Ternera, que son una cuantas. "Matar nunca está bien", se le oye decir, pero a la vez considera que las muertes provocadas por ETA fueron necesarias. "Para hacer frente al sistema que nos oprimía y no nos dejaba respirar había que recurrir a todos los medios", afirma. Évole también le deja en evidencia cuando le pregunta si no le causaba un problema moral que en los atentados pudiera haber víctimas indiscriminadas, muchas veces niños. "Nadie sabía de antemano que podía haber víctimas indiscriminadas", se defiende el entrevistado. "¿No se lo imaginaban poniendo un coche bomba en el párking de un centro comercial como Hipercor?", le recrimina su entrevistador. Ternera incurre en otra contradicción cuando asegura que él no clasifica a las víctimas, habiendo relativizado poco antes las muertes de miembros de las fuerzas de seguridad porque es "un trabajo voluntario y son defensores de la patria".

Yihadismo

A lo largo de la charla, salen a relucir los atentados yihadistas de Londres de 2017. "No entiendo que todo ciudadano sea un objetivo, me parece una burrada", asegura Ternera. ¿"Y qué diferencia hay entre matar por un Dios o por la patria?", le cuestiona Évole, que vuelve a evidenciar así otra contradicción del exdirigente etarra. "¿Yihadismo no es lo mismo que hicieron ustedes en Hipercor?", le cuestiona Évole. "En la historia de ETA el objetivo nunca ha sido provocar víctimas indiscriminadamente", le responde Ternera. "Pero las ha provocado", le rectifica Évole.

Jordi Évole, en 'No me llame Ternera'

Jordi Évole, en 'No me llame Ternera' / NETFLIX

Hipercor y las casas cuartel de Zaragoza y Vic

Ternera lamenta que murieran niños en el atentado del Hipercor de Barcelona y en el de la casa cuartel de Zaragoza (ambos, en 1987), pero para él la culpa la tienen que cargar quienes decidieron no evacuar los edificios. "El objetivo no era matar a 21 personas, eso es una consecuencia de que la policía no desaloje, ETA solo quería causar daños materiales"; "ETA avisó que las casas cuartel eran un objetivo, se pidió que se desalojara a las familias y se hizo caso omiso", se justifica. "En el atentado de la casa cuartel de Vic de 1991, en el que se registraron 10 muertos, los terroristas lanzaron el coche bomba por una rampa donde al final se veían niños", le espeta Évole. Ternera reconoce entonces que fue "una actitud equivocada".

Fotografía de archivo tomada en Bilbao el 20 de abril del 2002 de Josu Ternera

Fotografía de archivo tomada en Bilbao el 20 de abril del 2002 de Josu Ternera / Archivo

Hablar por el pueblo vasco

Durante su discurso, Ternera se escuda en que "ninguna muerte hubiera tenido lugar si no se hubiera hecho caso omiso de la mayoría del pueblo vasco y la respuesta no hubiera sido la represión". Évole desmonta su teoría con una sola frase: "La mayoría del pueblo vasco nunca ha apoyado masivamente las tesis de ETA, electoralmente hablando".

El atentado de Miguel Ángel Blanco

Évole cuestiona a Ternera por el secuestro y posterior asesinato del concejal de Ermua en 1997 a manos de ETA, que se produjo cuando él estaba encarcelado por pertenencia a la banda. Precisamente, los etarras pedían el acercamiento de presos a Euskadi a cambio de la liberación de Miguel Ángel Blanco. "No entendí muy bien cuál era el objetivo de esa acción, no le vi sentido", asegura el entrevistado, que confiesa que no hizo público su desacuerdo pero que se lo transmitió "a quien tenía que hacérselo llegar". "¿Cuando ve las imágenes de los vascos gritando 'asesinos' y 'ETA, aquí tienes mi nuca', qué valoración hace?", le cuestiona Évole. "Pues que una parte de los vascos está en desacuerdo y que fue una acción que no favorecía nada lo que se estaba construyendo para solucionar el conflicto", le responde Ternera que, sin embargo, en aquel momento no se planteó dejar ETA por ese desacuerdo.

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