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La crítica de Monegal: 'La Passió' cada vez es más teatral; el ‘procés’, también

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Ferran Monegal

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Constata Albert Om, en sus pinceladas de los lunes junto a Lídia Heredia (‘Els matins’, TV-3) que después de pasarse por Esparreguera y asistir a una representación de 'La Passió', ha notado que la religiosidad decrece un poquito y en cambio aumenta la teatralidad del asunto. Lo argumentaba así: «Antes 'La Passió' tenía un público obligado. Si eras católico formabas parte de una cosa que tenías que hacer en Semana Santa. Ahora ‘eso’ ha desaparecido un poco, y todos hacen un esfuerzo por hacer versiones más teatrales, más espectaculares, y más cortitas. O sea que no hace falta ser creyente para disfrutar del espectáculo».

Interesante pincelada la de Om. Tiene razón. La espectacularidad escénica renace y suple la fe y el fervor, cuando estas declinan. Lo puedo constatar por mí mismo. No me atrae la Catedral de Sevilla, por ejemplo, por los oficios religiosos que allí puedan dispensarse, sino por el sepulcro del cardenal Juan de Cervantes, una extraordinaria filigrana en alabastro puro, instalado en la Capilla de San Hermenegildo. O sea que la admiración por el espectáculo artístico reemplaza las creencias y la fe cuando estas declinan. La advertencia de Albert Om es profunda. Si en Esparreguera, en Olesa, en Cervera... contratasen a Kenneth Branagh como director de 'La Passió', seguramente no seguiría la liturgia. Impulsaría –como ha hecho con Shakespeare– un gran espectáculo libre. A lo mejor haría una Santa Cena inspirándose en el escritor Amos Oz, que defiende que Judas Iscariote no era el malo ni el traidor, sino que fue el único bueno y leal de todos los discípulos de Jesús. Es decir, 'La Passió' desde la libertad artística y no tanto desde el dogma religioso. Eso aumentaría la audiencia: habría cola de ateos para asistir.

Esta pincelada de Albert Om puede extrapolarse. Publicó EL PERIÓDICO, el pasado 17 de marzo, la encuesta del CEO de la Generalitat de Catalunya: el independentismo ha caído al 38%. O sea, como dijo hace unos días Raimon Obiols en ‘Més 324’ (TV-3): «Ahora a nadie se le ocurriría ponerse en el balcón, gritar ‘¡Muera la ley de la gravedad!’, y lanzarse a volar». En efecto, parece que amaina la fe. Queda el impulso artístico, eso sí. Decía el jueves Elisenda Paluzie en ‘Tot es mou’: «¡'La mobilització popular és eina clau per la independència!». Estamos de acuerdo: nada hay más vistoso y artístico que el movimiento ‘cheerleader’.

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