TÚ Y YO SOMOS TRES

Muerto el periodismo, viva el 'reality-show'

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Ferran Monegal

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Después de diez años ejerciendo la labor de cronista parlamentaria en el Congreso de los Diputados (2010-2018), la periodista Sonsoles Ónega acaba de ser entronizada como conductora y animadora de los nuevos reality-shows de Tele 5. La noche y madrugada del domingo, debutó presentando una gala que se inventaron de Supervivientes La isla de los mosquitos, y su partenaire y maestro de ceremonias Jorge Javier Vázquez le dio la bienvenida al mundo de las ratomaquias.

Ella, muy emocionada, hacía alegres posturas y decía: «¡Qué ganas, qué ganas! ¡Me muero de ganas! ¡Este 'reality' tiene un pintazo! ¡Va a ser muy fuerte!». Se refería Sonsoles a esta nueva martingala que ella va a comenzar a conducir en breve, llamada La casa fuerte. Ya les dije que consistirá en dos grupos de criaturas peleándose por robarse el dinero entre ellos. O sea, los billetes cambian de mano pero permanecen como el gran valor de nuestra existencia; las criaturas solo tienen que atacarse entre ellos para conseguirlo, y quizá hasta se saquen los ojos a punta de tijera.

No es objeto de esta columna analizar, ni mucho menos cuestionar, la transmutación de Sonsoles. Tiene todo el derecho a cambiar el Congreso de los Diputados por el reality-show. Bien mirado, quizá no haya tanta diferencia. No es la primera vez que ocurre este tránsito tan pintoresco. Merceditas Milá, sin ir más lejos, pasó tranquilamente de periodista y punzante entrevistadora a Flautista de Hamelín de la jaula Gran Hermano de Guadalix de la Sierra. No sabemos si Sonsoles seguirá presentando el informativo Ya es mediodía (Cuatro) para luego, por la noche, efectuar un vistoso salto circense como conductora y animadora de La casa fuerte. En todo caso es una decisión que solo a ella compete.

Aquí lo relevante es el método que la telecinque impone. Ya en el año 2013, Paolo Vasile me advirtió que todo eso del periodismo y los periodistas era una cuestión irrelevante, inútil, sin interés. Me dijo que en el imperio Mediaset no había periodistas sino comunicadores. ¡Ah! Gran maniobra. El periodismo, aunque seamos más o menos monaguillos del poder, siempre es incómodo. Enrasarnos a todos bajo el nombre de "comunicadores" permite homogeneizar el producto, la papilla, y tanto da quién nos la ofrezca, ya sea Belén Esteban o Pedro Piqueras.