ENTREVISTA

Aleix, ganador de 'Masterchef 7': "Como pescadero no me habría perdonado perder por un salmonete mal hecho"

El joven catalán, que partía como favorito, se alzó con el triunfo en el 'talent' de TVE-1, aunque la gallega Teresa y sus "nervios de acero" no se lo han puesto fácil

Aleix, ganador de 'Masterchef 7'

Aleix, ganador de 'Masterchef 7' / periodico

Ines Álvarez

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Aleix Puig le pillamos desayunando, y digeriendo aún lo que él ya sabía hace tiempo y conocían los telespectadores de TVE-1 la madrugada de este miércoles: que “el caballito ganador”, según sus compañeros, se había alzado con el triunfo en ‘Masterchef  7’.  “Me he levantado hace poco, así que eres la que me estrenas”, dice el joven de Manresa, de 26 años, liberado ya del secreto. Su participación en el 'talent' ha sido un constante homenaje a su madre, que sufrió su difícil infancia y adolescencia, y con ella comparte el triunfo. Un triunfo que casi le arrebata un salmonete. Algo que para un pescadero sería imperdonable.

¿Le debía este triunfo a su madre, por los disgustos que le ha dado? Sí. Era un chico rebelde, nunca paraba, me metía en todos los jaleos y ella estuvo siempre pendiente de mí y merece que lo comparta con ella. Además, otros compañeros iban a la universidad y se le quedó marcado algún comentario. Ahora se ha quitado la espinita.

Y ella en cierta manera se lo debía, porque usted tuvo que abandonar su sueño. Sí. Empecé cocina con 16 años y por temas familiares lo aparqué. Pero las cosas puedes aparcarlas porque con ganas las puedes retomar. Hay que luchar, porque todo puede pasar de nuevo. Ese sueño no se abandona nunca.

¿De qué le ha servido ser pescadero, aparte de cortar el pescado de lujo? Es verdad que gracias a todo lo de las pescaderías tengo una baza que no tenían mis compañeros. Además del esfuerzo de trabajar, porque es un oficio muy duro, hay que estar cada día picando piedra y eso se traslada al plató de ‘Masterchef’.

El de chef es un trabajo duro, pero el de pescadero... Durísimo. Para que te un chef pueda servir esa merluza o lo que sea tan bueno hay gente detrás, y ya no le hablo de los pescadores. Es un oficio, y los oficios son bastante durillos.

No se olvidará de sus orígenes... Nunca. Cuando hablo con algún restaurador, me gusta siempre encarar a clientes que valoren el trabajo que hay detrás y que la calidad la paguen.

Casi le tumba un salmonete mal preparado. No se lo habría perdonado jamás, imagino. No. Además, fue a las puertas de la final. Al único que no le podía pasar era a mí y me pasó. Por eso en la prueba final preparé un salmonete para quitarme la espina.

Nunca mejor dicho lo de quitarse la espina…  (Ríe) Totalmente.  

Siempre ha sido el “caballito ganador”, para todos. Menos para usted. Que la gente te diga esto, te posiciona en un sitio donde las exigencias son más altas. Aunque, claro, tú esto no lo puedes parar, porque tus compañeros tienen derecho a opinar. Pero te exigen más y los fallos te salen más caros. La gente va memorizando eso de Aleix puede ganar y cualquier fallo, como el del salmonete, es terrible.

¿El jurado ha sido más duro con usted? Siempre pienso que la gente te mete caña es porque busca algo. Presionar a la gente en el buen sentido está bien.

Lo de Teresa ha sido sorprendente. Cómo ha crecido. La evolución de Teresa ha sido impecable. Es superinteligente y ha quedado claro que era una digna ganadora de 'Masterchef'. El plato que hicimos siguiendo a Dabiz Muñoz lo bordó.

Y siempre estaba tranquila. En cambio, usted, cómo sufría. La gran virtud de Teresa es que tiene los nervios de acero.  En cambio yo soy mucho más terremoto, me comen los nervios por dentro… Y en el último veredicto, mis piernas...

Una se le iba en plan Elvis Presley. No paro. Uf, es indescriptible estar ahí. Y escuchar esas palabras. Y es que Pepe (Rodríguez) nació para poner esa voz. 

Este año, el jurado no ha pegado broncas tipo el 'León come gambas'. Jordi es una persona supereducada. Es cañero, porque es una personan joven, con mucha trayectoria detrás y traslada la actitud que tiene en el restaurante con los trabajadores al plató. Hay una línea muy fina entre ser exigente y maleducado y él la sabe diferenciar. Nunca me voy a quejar de que me meta caña cuando tenga razón. Me callo y ya está.

Valentín sí que era más protestón. Le gusta ir más a la suya. 

Cuando usted hizo de capitán, él se rebelaba. Se juntó una capitanía en un programa número 12, con valoraciones individuales, y tuvimos un poco de desencuentro. Pero lo bueno que tiene 'Masterchef' es que te une muchísimo con los compañeros y lo pudimos arreglar.

Llegó a la final con él y Aitana, pero no tuvieron que batirse en duelo. Con ellos habría sido una final diferente. Nosotros ya tuvimos nuestro duelo, que fue superbonito, con la prueba de Quique Dacosta, y ya está. Y se veía el amor que teníamos como amigos, cuando estábamos escuchando el veredicto. Con eso tenemos suficiente.

¿Qué recetas incluirás en su libro? Las mejores que hice en el programa, como mi crema de carabineros,  que me permitió entrar en 'Masterchef', y un plato muy sentimental, 'Recuerdos', que se hacía mucho en mi casa, con lenguado como ingrediente principal. Y otras que no pude hacer. Van a ser platazos, que no llevan esferificaciones ni son de alta cocina, aunque tienen su trabajo, que la gente intentará hacer en su casa. Y eso me encanta. Se publica el 9 de julio.

El tercer plato de su menú de la final lo tituló 'Adónde voy'. Para empezar a la Basque Culinary Center. Sí. Podré retomar los estudios y a nivel de universidad.

Su madre ya lo tendrá en la universidad. (Ríe). Sí. De un día por otro.

'Adónde voy', que ya se sirve en el restaurante 'Masterchef' de Madrid, era un postre. ¿Vislumbra un futuro dulce? Después de la formación,  Jordi Cruz me ha abierto las puertas del Àbac. Imagínese: estudiar en la Basque y practicar en el Àbac. Es perfecto. Y estoy pensado en un proyecto personal de un 'catering'. Pero quiero digerir todo esto y saber un poco más adelante qué hacer. Saber decir que no y elegir.

Un chico guapo y que ha demostrado a toda España que es un buen cocinero, la de novias que le saldrán. (Ríe) Lo de las novias lo tengo parado, porque hace un año que salí de una relación y estoy bien conmigo mismo. Creo que cuando una persona está mejor es cuando está bien sola.  Vamos a dejar el futuro abierto, pero si viene una chica, bienvenida sea, claro que sí. Aunque no sé si tendré mucho tiempo para ella.

Un joven que dio problemas a su familia es un buen ejemplo para tantos chicos que se sienten perdidos, ¿no? Mucha gente me escribe en redes y me dicen que están identificados conmigo, y yo les digo que vida hay solo una y que no hay nada mejor sensación que uno se sienta realizado por sí mismo. Para mí hay nada más bonito que ser útil en la vida y dejar un poco de huella en cualquier tipo de cosa.