Investigación de la macrofiesta

En libertad los dos organizadores de la 'rave' de Llinars

El juez los obliga a comparecer periódicamente y los mantiene investigados por desobediencia y resistencia

El periodista Josep Lluís Micó subraya que las 'raves' son más comunes en Catalunya de lo que la gente cree

El autor de libros sobre música y drogas detecta una evolución del fenómeno, que ha incorporado un componente político antisistema

Los detenidos por la fiesta rave de Llinars salen de los juzgados de Granollers

Guillem Sánchez

Guillem Sánchez

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Los dos arrestados por organizar la fiesta 'rave' de Llinars del Vallès (Vallès Oriental) han salido en libertad provisional este lunes por la mañana después de 48 horas bajo arresto policial. Se trata de un joven de Tarragona de 22 años de edad y de una mujer de nacionalidad holandesa de 29 años que deberán comparecer periódicamente. El juzgado de Granollers mantiene la causa abierta contra ambos por los delitos de resistencia y desobediencia. Los Mossos d'Esquadra habían avisado de que trasladarían a la Fiscalía la información recabada para que meditara si haber impulsado una macrofiesta, que concentró a medio millar de personas en plena pandemia de Covid-19, podía suponer un delito contra la salud pública. Sin embargo, el juzgado los ha imputado finalmente solo por estos dos delitos. La entidad Fecalon ha anunciado, en la misma línea que Fecasarm o Spain Nightlife, que también se presentará como acusación particular.

La policía catalana también mantiene investigadas a otras cuatro personas a quienes considera sospechosas de participar en los preparativos del evento y desobedecer gravemente las advertencias de los Mossos y que serán citadas a declarar en los próximos días. Detrás de esta 'rave' está una comunidad más o menos conectada, y relativamente bien organizada, que se reúne periódicamente en diversos puntos de la geografía europea para montar fiestas de música electrónica que duran varios días. Lo que ha convertido en insólito el episodio de Llinars es que esta vez se han citado quebrantando las restricciones de movilidad existentes en el continente y las medidas sanitarias decretadas para contener el avance de un virus de alcance mundial que ha costado la vida, solo en España, a más de 50.000 personas.

¿Qué es una ‘rave’?

El periodista Josep Lluís Micó, autor de libros sobre música y drogas como ‘Química orgànica’ (Saldonar) o ‘Tacet al fine’ (Mínima), explica que el fenómeno de las 'raves' –fiestas ilegales–nace en la década de los 70 y que en España se consolida en la última etapa de la ruta del bakalao vinculado sobre todo al Acid House, un subgénero del House. “Había personas a las que no les bastaba la oferta de las discotecas y se organizaron para montar fiestas por su cuenta”. En estos nuevos encuentros, alejados de cualquier supervisión de las administraciones, existía “una permisividad con las drogas mucho más elevada porque no había ningún tipo de control, lo que significaba que tampoco había ningún tipo de seguridad para los asistentes”.

“En Catalunya, tal vez porque su ubicación geográfica resulta propicia, las ‘raves’ son más comunes de lo que la gente cree”, subraya. Habituales en Barcelona y su corona metropolitana, tampoco han sido extrañas en otros puntos del territorio catalán: a finales de los 90 y comienzos de los 2000 había centenares de franceses o italianos que se concentraban en el Alt Empordà para celebrarlas clandestinamente. Sin ir más lejos, el festival internacional de música electrónica Sónar cuenta con un reverso de ‘rave music’ conocido como Anti-Sónar.

Ocio "excesivo"

Las ‘raves’ están estrechamente ligadas a la música electrónica pero también a un ocio más “excesivo”, que puede durar más de una noche o incluso varios días –los participantes a la macrofiesta de Llinars pretendían seguir hasta el 3 de enero–, y al consumo de drogas, entre las que abundan las que permiten mantener el cuerpo activo más tiempo, como el MDMA. Sin embargo, avisa Micó, sería un error menospreciar la aportación que estas fiestas han tenido en la música electrónica. Caracterizadas por un sonido entroncado con las muestras más “duras y aceleradas”, han funcionado habitualmente como laboratorios de los que han surgido propuestas que ha terminado absorbiendo el circuito 'mainstream'. Algunos de los artistas o grupos más destacados de la llamada ‘rave music’ son Acen, Altern8, Nebula II o Utah Saints, enumera Micó, que recuerda que han sido un lugar idóneo para estilos como Drum & Bass, Psy Trance, Gabber, Hardstyle, Dubstep, Hard Trance, Hands Up, Tech Trance, Darkpsy, Goa, Forest o Full on.

Politización

"Hace veinte años, las ‘raves’ estaban más emparentadas con la versión británica y reunían a personas que simplemente querían divertirse y sabían mucho de música. Actualmente el fenómeno da la impresión de haber evolucionado, de haberse politizado y de estar más conectado con la expresión surgida en el centro de Europa", reflexiona. Existe un componente antisistema que antes no se daba y que mezcla "diversión y protesta" y del que participa "un público más nómada”. La mayoría de los que acudieron al evento de Llinars procedían del extranjero –solo 100 de los 215 identificados eran españoles– y disponían de vehículos como furgonetas o camiones adaptados para vivir en su interior. Para Micó cuadra que esta fiesta estuviera planteada para durar varios días debido a que asumieron “desplazamientos muy largos y el riesgo de ser sancionados”. Situados voluntariamente al margen del sistema, viven la música electrónica como una forma de protestar contra aquello que no les gusta. Ello incluye las restricciones que las autoridades han decretado para controlar la pandemia.