Pederastia en la Iglesia

La denuncia de un exalumno de Rubí eleva a 20 los profesores maristas acusados de abusos sexuales en Catalunya

Esta última víctima señala a dos hermanos religiosos por hechos ocurridos en la década de los 80

'Caso Maristas': Benítez ya está entre rejas, el resto de pederastas jamás serán juzgados

Retrato al testimonio de abusos sexuales, frente al instituto Maristes de Rubí, donde los sufrió hace años.

Retrato al testimonio de abusos sexuales, frente al instituto Maristes de Rubí, donde los sufrió hace años. / MANU MITRU

Guillem Sánchez

Guillem Sánchez

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Un exalumno del colegio de los Maristas de Rubí (Vallès Occidental) ha denunciado a dos profesores del centro por abusos sexuales sufridos a finales de la década de los 80. Albert, que asegura que vivió un "infierno" en esta escuela religiosa que había normalizado los castigos físicos y la pederastia de algunos docentes del claustro, acusa a los religiosos Dídac y Teófilo por haber abusado de él en los cursos escolares de 6º, 7º y 8º de EGB. La denuncia de este exalumno, que prefiere que no se hagan públicos sus apellidos, eleva a 20 el total de profesores maristas denunciados desde que EL PERIÓDICO comenzó a investigar la pederastia oculta en esta organización religiosa en febrero de 2016

En aquella escuela había "un clima de violencia física muy contundente", recuerda. "Sentía terror", asegura. "Los profesores religiosos o laicos cascaban de forma generalizada: nos levantaban del pupitre agarrándonos por el cabello, nos estampaban contra la pizarra, nos daban bofetadas y golpes en la cabeza con los nudillos. Y nos humillaban delante de nuestros compañeros", enumera. 

"Primero comenzaban con las caricias. Te tocaban por debajo de la camiseta, el pecho y la espalda. Después, bajaban la mano hasta el culo"

Albert, exalumno de Maristas Rubí

Los abusos sexuales que sufrió Albert por parte de los hermanos Dídac y Teófilo comenzaron en 6º de EGB, cuando el tenía 12 años, y se alargaron durante tres cursos, hasta que terminó 8º. Albert explica que ambos profesores usaban una estrategia parecida. Durante la clase, y mientras el resto de compañeros hacían las tareas encargadas, estos hermanos se colocaban detrás a los alumnos ubicados al final de la clase. Como Albert. "Primero comenzaban con las caricias. Te tocaban por debajo de la camiseta, el pecho y la espalda. Después, bajaban la mano hasta el culo”, rememora.  

“Yo siempre intentaba apartar su mano”, explica. Pero ese gesto defensivo era respondido por los profesores con "chantaje". "Me reprochaban que no aceptara sus gestos de cariño", cuenta Albert, que admite que aquellos comentarios que pretendían manipularlo lograron confundirlo o incluso que se sintiera culpable por rechazar sus agresiones. 

Impunidad

Dídac tenía unos 50 años y Teófilo unos 60. Los dos hombres han fallecido ya. Albert remarca que aquellos abusos ocurrían delante de los otros alumnos. "Ese era el grado de impunidad del que gozaban". Como mucho, alguno de sus compañeros alcanzaba a reírse de las víctimas que siempre acababan siendo acosadas por los pederastas. Nada más. Ninguno de ellos osaba defenderlos porque, entre otras cosas, que los profesores actuaran así estaba "normalizado". 

Los abusos ocurrían delante de los otros alumnos: "Ese era el grado de impunidad del que gozaban"

Aquellos abusos se alargaron durante tres años y se sucedieron prácticamente todas las semanas. "Siempre con el mismo ritual: primero las caricias, después los tocamientos". En más de una ocasión, Albert vio como Dídac se masturbaba metiéndose la mano en el bolsillo de sus pantalones mientras lo magreaba con la otra mano. 

Vulnerabilidad

Albert tardó años en comprender que los dos depredadores lo habían elegido a él porque en casa tenía una situación "complicada". A través de las tutorías y de las conversaciones con su padre, los profesores sabían de su vulnerabilidad y la usaron para acorralarlo. Además, Albert era tímido y muy introvertido, una presa idónea. 

Albert era tímido y muy introvertido, una presa idónea para los depredadores 

Cada domingo por la tarde, ante la proximidad de un nuevo lunes que implicaba regresar al autocar y poner de nuevo los pies en los Maristas de Rubí, Albert se encerraba en su habitación y se echaba a llorar. "Tenía mucha angustia, me aterrorizaba entrar en aquel colegio". 

La denuncia

Tras años conviviendo con las secuelas que le infligieron aquellos abusos, y siguiendo de cerca pero en silencio todas las informaciones que afloraban poco a poco sobre casos de pederastia en escuelas religiosas –denuncias que han protagonizado el escritor Alejandro Palomas en un colegio de La Salle de Premià de Mar o el activista Miguel Hurtado en la Abadía de Montserrat–, Albert ha dado finalmente el paso de hacer público el calvario que padeció en la década de los 80 en el colegio de Rubí por si eso ayuda a alguno de sus compañeros que pasaron por lo mismo. 

A los Maristas no les constan abusos cometidos por los mismos pederastas a otros alumnos del centro

Una portavoz de los Maristas ha explicado a EL PERIÓDICO que no constan abusos cometidos por los mismos pederastas a otros alumnos del centro. Asimismo ha recordado que cualquier estudiante que haya sufrido abusos, en Rubí o en otro centro de la orden, puede ponerse en contacto con la organización a través del correo crr.catalunya@maristes.cat para poder ser “atendido” por la comisión de acogida de las víctimas con casos prescritos, como los de Albert.

La investigación iniciada en 2016 por EL PERIÓDICO ha hecho aflorar 52 denuncias policiales contra 20 docentes maristas

La investigación periodística sobre los abusos sexuales perpetrados en colegios religiosos que EL PERIÓDICO comenzó en febrero de 2016 ha hecho aflorar ya 52 denuncias policiales contra 20 docentes maristas (14 hermanos religiosos, cinco profesores seglares y un monitor de comedor) de los colegios de Sants-Les Corts, la Inmaculada y Anna Ravell (Barcelona), Champagnat (Badalona), Valldemia (Mataró), Montserrat (Lleida) y Rubí por hechos acaecidos entre 1962 y el 2018.

Este diario, además, ha localizado a muchas más víctimas que no han presentado denuncias policiales y que habían estudiado en estos centros o en otros de Vic o Girona. En total, más de un centenar de afectados. Pero ni los casos denunciados ni tampoco los publicados han tenido eco en una justicia maniatada por un régimen de prescripción de los delitos ya superado y que el propio 'Caso Maristas' ha ayudado a reformular.  

En febrero de 2020, cuatro años y una semana después del estadillo del ‘caso Maristas’, el Institut Germans Maristes firmó un acuerdo con la asociación Mans Petites, creada por Manuel Barbero, padre de una víctima, para compensar económicamente a los alumnos que sufrieron abusos sexuales mientras estuvieron escolarizados en centros catalanes propiedad de la orden. La congregación religiosa pagó, al final, una indemnización a 25 víctimas. En total: unos 350.000 euros.

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