Tratamiento cuestionado

El agua embotellada de Nestlé, bajo lupa en Francia

En el país vecino se multiplican las informaciones que ponen en duda la "calidad sanitaria" de las botellas de Perrier o Vittel

La agencia sanitaria francesa duda de la calidad del agua embotellada de Nestlé

Sede de Nestle en Lausana.

Sede de Nestle en Lausana.

Enric Bonet

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Las prácticas de las empresas que producen agua embotellada están en entredicho en Francia. Después de una amplia investigación de Le Monde y France Info a finales de enero, esta semana se ha tenido constancia de un reciente informe de la Administración que alertaba sobre la "calidad sanitaria" de las botellas de agua mineral de Nestlé. Las marcas Vittel, Perrier o Hépar —pertenecientes a la multinacional suiza— se encuentran bajo la lupa en el país vecino al haberse sabido que utilizaron técnicas de purificación ilegales en sus plantas de agua mineral, que se caracteriza por un menor tratamiento en comparación con la potable.

Un informe señala a la marca por utilizar técnicas de purificación ilegales

"Hay un nivel de confianza insuficiente respecto a la evaluación de la calidad de los recursos, sobre todo respecto a la variabilidad de las contaminaciones y su vulnerabilidad microbiológica y química", han advertido las Agencias Regionales de Salud de Occitania (sudeste) y de la región del Gran Este. Lo hicieron en un informe entregado el pasado octubre y desvelado este jueves. Debido a esta desconfianza, esos organismos pidieron un plan de "vigilancia reforzada". Consideran que hay un "riesgo sanitario vírico".

Un tercio de las marcas utiliza técnicas prohibidas

La revelación de este informe supone un nuevo capítulo en el affaire del agua en Francia. Aunque las autoridades francesas estaban al corriente de estas prácticas ilegales desde 2021, la ciudadanía no tuvo conocimiento de ellas hasta finales de enero. Entonces, 'Le Monde' y France Info desvelaron un primer informe de la inspección general de asuntos sociales con unas conclusiones cristalinas: al menos un 30% de las marcas de agua embotellada —y la totalidad de las de Nestlé— recurren a tratamientos prohibidos por la reglamentación. En realidad, se trata de prácticas de filtración, carbono o de luz ultravioleta más bien propias del agua potable de grifo, cuyo precio resulta cien veces inferior al de la mineral.

Debido al cambio climático y la contaminación, la calidad de las aguas subterráneas se ha degradado en las últimas décadas. Ante esta tendencia, Nestlé —y probablemente otras empresas, según sospecha la inspección general— recurrieron a esas técnicas para tratar las fuentes minerales. Lo hicieron a escondidas de los inspectores cuando estos efectuaban controles. Así sucedió hasta el verano de 2021, cuando lo desvelaron a las autoridades francesas.

Presión para flexibilizar la normativa

El 31 de agosto de ese año, según 'Le Monde', dirigentes de la multinacional suiza explicaron a los ministros franceses de Economía, Industria y Sanidad que llevaban a cabo esas técnicas de purificación ilegales. Les pidieron que cambiaran la normativa y adoptaran una de más flexible que autorizara esas prácticas. Según la advertencia que les hicieron, si no aplicaban esos cambios, se verían obligados a cerrar algunas de sus plantas en el nordeste y el sur del país. Lo que provocaría miles de despidos.

Desde entonces, el Gobierno de Emmanuel Macron ha gestionado con gran discreción este asunto, también investigado de manera preliminar por la fiscalía. Lejos de las cámaras y de los anuncios rimbombantes, decidió el pasado 23 de febrero flexibilizar la normativa del agua mineral. Autorizó a las empresas la aplicación de un filtro de 0,2 micrómetros en lugar de 0,8 —en España está autorizado hasta 0,4—. Con esta medida, se quiere permitir a las plantas que traten el agua ante la posible presencia de bacterias, pero no sirve para evitar la de los virus. 

"La aplicación de un filtro de 0,2 micrómetros en las aguas no conformes puede exponer los consumidores a un riesgo relacionado con la ingestión de un virus que no sería retenido por los filtros", alertaba la inspección general en su informe. En Francia, de hecho, se pone como ejemplo la infección de gastroenteritis que hubo en Catalunya en 2016 y que afectó a más de 4.000 personas (seis de ellas hospitalizadas) que bebieron agua infectada por norovirus de origen fecal humano.

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