Estudio de la URV y el BACC

Una Barcelona más inclusiva y menos estresante: los retos para que los mayores se animen a ir en bicicleta

Los expertos señalan que los ciudadanos más veteranos necesitan menos obstáculos, más seguridad y más visibilidad para que se puedan convertir en ciclistas urbanos con garantías

El carril bici de Via Augusta reduce un 27% el tráfico pero dobla la congestión de coches en hora punta

El coche ya supone menos del 20% del total de desplazamientos en Barcelona

El carril bici del paseo de Sant Joan, en julio de 2022

El carril bici del paseo de Sant Joan, en julio de 2022 / Jordi Otix

Carlos Márquez Daniel

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El estudio parte de dos datos que justifican sobradamente la investigación: el 21% de la población de Barcelona tiene más de 65 años y la previsión es que en 2030, ese porcentaje escale hasta el 30%. La Universitat Rovira i Virgili (URV), en colaboración con el Bicicleta Club de Catalunya (BACC), pusieron sobre la mesa la movilidad de este colectivo, en concreto, el uso de la bici come medio de transporte urbano. Este jueves han presentado el resultado de esa reflexión en forma de guía para una movilidad ciclista amigable con la edad, un documento que han centrado en la capital catalana, aunque es exportable a cualquier otra urbe, y que debate sobre el maridaje entre envejecimiento poblacional y hábitos de movilidad. La conclusión es que el ciclismo urbano puede ser todo virtudes para nuestros mayores siempre y cuando las ciudades estén diseñadas con una mirada inclusiva y segura.

Basta con echar una ojeada a la estadística para darse cuenta de que no estamos ante un colectivo que suela quedarse en casa. Según la encuesta de movilidad en día laborable que elabora cada año el Institut Metròpoli, el 23,4% de todos los desplazamientos internos de Barcelona corresponden a personas mayores de 65 años.

Pedales de estar por casa

Este colectivo, además, suele salir poco del núcleo urbano: solo el 15% de sus movimientos van más allá de los límites municipales, un porcentaje que escala hasta el 32% en el caso de los barceloneses de entre 30 y 64 años. Así las cosas, que sus viajes sean de corto alcance todavía justifica más la apuesta por la bicicleta, un medio de transporte saludable que se ha universalizado con la electrificación de los últimos años.

Ciclistas circulando cerca del Arc de Triomf, en diciembre de 2020

Ciclistas circulando cerca del Arc de Triomf, en diciembre de 2020 / Ferran Nadeu

En cuanto al medio de transporte utilizado, la encuesta revela que los mayores suelen moverse sobre todo a pie (66,4%), mientras que el 20,8% usan el transporte público y el 12,8% recurren al vehículo privado. Que dos de cada tres apuesten por la movilidad activa es otro elemento que indica el terreno por ganar que puede tener la bicicleta, puesto que si supone poco más del 3% de los desplazamientos globales de toda la población, si observamos a los mayores de 65 años, solo hay un 0,7% de ciclistas séniores en Barcelona. Otro dato interesante lo brinda el servicio de Bicing, cuyos usuarios tienen una edad media de 38,7 años y los abonados de más de 65 años solo suponen el 1,9% del total.

Salud y adaptación

Con este contexto, la URV y el BACC lanzan seis propuestas para lograr que la bicicleta aumente su peso dentro de la movilidad sénior de la capital catalana. La primera, priorizar las cualidades amigables de la bici; unas cualidades, reza el estudio, que son "múltiples, contundentes y transformadoras" y que incluyen la conectividad, la adaptación en función de sus capacidades físicas, una mejor percepción de la seguridad propia, la sensación de salud y bienestar, su visibilización como colectivo activo y la empatía con el cuidado del planeta.

El recién inaugurado carril bici en la Gran Via ya ha despertado quejas por parte de la comunidad ciclista

Una moto invade el carril bici de la Gran Via / JORDI OTIX

La segunda propuesta trasciende a las personas mayores, pues reclama "mirar a la ciudad desde la diversidad, permitiendo que personas en cualquier época vital, estado físico o nivel de experiencia ciclista puedan circular por la ciudad y responder a sus necesidades de movilidad mediante formas de transporte sostenible y agradable". La tercera hace referencia a la infraestructura y la necesidad de "resolver las barreras reales". Pero va más allá de los carriles reales, pues también apela a elementos como el aparcamiento de las bicicletas o la accesibilidad ciclista a los edificios.

Sin estrés, por favor

El estudio también plantea que la experiencia ciclista genere el mínimo esfuerzo posible, con carriles bici "amplios y continuos, sin obstáculos y giros suaves". Las personas mayores, sostienen los expertos, reclaman "espacios sin el estrés ocasionado por la necesidad continua de alta atención y la habilidad física exigida". Dicho de otra manera, una infraestructura en la que los ciclistas circulen sin el agobio de los vehículos a motor (en la misma calzada o coincidiendo en los cruces, como pasa en el Eixample) y dispongan de calzadas segregadas y pacificadas.

Dos generaciones de ciclistas urbanos, en la entrada del túnel de Vallvidrera, al término de la protesta

Dos generaciones de ciclistas urbanos, en la entrada del túnel de Vallvidrera, al término de la protesta / Carlos Márquez Daniel

Por último, también plantea trabajar la sensibilización social (que la bici deje de ser vista "como una actividad contra corriente para las personas mayores") y la generación de beneficios transversales, que se resumen en la consecución de una metamorfosis: de la ciudad ciclable a la ciudad amigable.

Todo pasa, a tenor de lo que defiende este estudio, por quitar coches de la calle, por eliminar calzada y ganar suelo pisable y pedaleable, por deconstruir las autopistas urbanas que todavía surcan la ciudad. Por conseguir que en Barcelona y el resto de las urbes, el uso del vehículo privado sea cada vez más residual, de manera que las personas mayores (lo mismo aplica con los niños) se vean con ánimo de moverse en bici.