Tensión en las cárceles catalanas

Los presos alertan de la tensión en las cárceles catalanas: "Nos han chapado por la cara"

Un interno relata a EL PERIÓDICO los momentos de nerviosismo vividos por el bloqueo: "Si siguen así se les va a ir de las manos"

Las familias y los presos ante el bloqueo carcelario: "Mi hijo estará un mes sin abrazar a su padre"

El bloqueo de las prisiones catalanas deja a 4.000 internos en sus celdas

El bloqueo penitenciario desde las cárceles catalanas: los presos protestan por el encierro

El bloqueo penitenciario desde las cárceles catalanas: los presos protestan por el encierro / Vídeo: El Periódico

Elisenda Colell

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"A todos nos parece mal lo que ha pasado en Tarragona, no puede haber condenados por asesinato en las cocinas de las cárceles. Pero lo que no es justo es que paguemos nosotros y nuestras familias", sostiene un preso de Quatre Camins que decide hablar con EL PERIÓDICO para protestar por el bloqueo que están viviendo las cárceles catalanas. "No nos atienden si tenemos algún problema médico, la gente está muy nerviosa... si siguen así se les va a ir de las manos", advierte el reo. Las quejas se extienden por todos los centros penitenciarios: desde internos que debían salir en libertad y lo han hecho con horas de retraso hasta abogados que han tenido que comunicarse a gritos con sus clientes desde la calle.

"Señorita, ¿cómo quiere que esté tranquilo si estamos chapados por la puta cara: vamos a tener que hacer 200 'habeas corpus' para salir de aquí", se quejaban, a grito pelado, los presos de Quatre Camins este pasado sábado durante su encierro carcelario. "Ni te imaginas lo que pasamos, muchísima presión, mucho jaleo. Era un caos, la gente quemaba cosas. Es imposible pegar ojo. Es como estar en una jungla, hay gritos de desesperación, gente enferma pidiendo ayuda... esto es maltrato psicológico", relata un interno. "Nos encerraron sin avisarnos. Los interfonos de las celdas no funcionaban, avisabas, pero no daba señal, podía haber pasado cualquier cosa...", añade.

Presos atendiendo brotes con tranquilizantes

En el módulo, dice, hay reos con cardiopatías y trastornos de salud mental. "La gente se puso muy nerviosa. A un epiléptico le dio un brote y no paraba de vomitar. Logramos calmarle dandole transiliums y diazepans entre nosotros. No había nadie para hacerse cargo de él. Podía haber pasado una desgracia porque llamabas al interfono y no había nadie, no daba señal", se queja este reo.

"Es como estar en una jungla, hay gritos de desesperación, gente enferma pidiendo ayuda... esto es maltrato psicológico"

Explica que los internos usaron pelotas de tenis y palos de escoba, 'carros' en argot carcelario, donde enganchaban notas y medicamentos haciendo agujeros. "La gente tiraba papeles, en algunos módulos se pusieron a quemar colchones y sábanas", sigue.

"La gente está muy nerviosa y alterada. El domingo hubo una pelea con 25 internos. La gente salta a la mínima" 

La situación sigue muy tensa este lunes. Quatre Camins ha aplicado los horarios de un festivo. Los presos han salido de las celdas una hora más tarde de lo que es habitual en los días laborables, y no se ha podido hacer ni una actividad. No ha abierto ni el gimnasio. "Nos mantenemos porque nos damos medicamentos los unos a los otros. Los funcionarios solo nos dan la medicación prescrita pero si no pasa algo muy grave no te atienden", sigue el hombre. Los paracetamoles, ibuprofenos y tranquilizantes siguen moviéndose por las celdas.

Protestas y planes de motín

Una decena de presos ha salido al patio a protestar, pero rápidamente han abandonado la concentración. En la cárcel, hay quien está planificando un motín si la protesta se alarga más días, especialmente los de visitas. "El problema es que la gente está muy nerviosa y alterada. Ayer (por el domingo) hubo una pelea con 25 internos. La gente salta a la mínima, están muy alterados", se queja este interno que dice que lleva días sin pegar ojo.

Relata que los jefes de turno han empezado a asignar más vis à vis y comunicaciones de lo que está permitido al mes. "Lo hacen para comprarnos y que nos callemos. Es que aquí no poder ver a tu familia es un sinvivir", explica.

También preocupa el dinero de los 'peculios', la ficha que funciona como una tarjeta de crédito en la cárcel. En Brians, este lunes se acordó la entrada de dos funcionarios solo para tramitar este dinero que ingresan las familias. "No nos está llegando el dinero, no nos lo tramitan", se quejan los internos, que añaden que el estrés del ayuno de los compañeros que hacen el Ramadán tampoco es fácil de gestionar. "Ellos compran la comida por la tarde para comerla cuando terminan el ayuno", siguen. El dinero es básico para comprar tabaco o recargar las cabinas telefónicas. "Si no puedes llamar, las familias están mal, y nosotros también".

Esperar la libertad

En Brians, los presos también han sido confinados en sus celdas. Incluido Eric Ramos, un preso que tras ocho años de condena salía en libertad definitiva. "A las nueve de la mañana pensaba que me dirían que me fuera porque mi libertad empezó ayer a las doce de la noche", cuenta. Ha tenido que esperar cinco horas más para poder salir a abrazar a su hermano y volver con su familia. "Ha sido horrible, desesperante. Yo tengo derecho a salir y me ha costado mucho, no había manera", se queja. Explica que la tensión en la cárcel es máxima. "Este encierro es peor que el que nos tocó por la pandemia", advierte el chico.

También responde indignada la abogada de la asociación Families de Presos de Catalunya, Eugenia Sobrino. "Recibimos constantes llamadas de familias de presos que viven fuera de Catalunya que no saben nada de lo que está pasando ni de los internos", subraya la abogada. Pone el ejemplo de una familia de Algeria que temía que su hijo fuera el asesino de Mas d'Enric porque desde el martes no tenían notícias de él. "Les he dicho que está en Brians y les he contado que está encerrado", sigue la letrada.

Chillar una resolución judicial

Sobrino ha estado a punto de suspender una vista para pedir la libertad de una clienta, porque ella no ha podido salir de Wad-Rras. "Pero es que luego he ido a la prisión para explicarle como había ido y no me han dejado entrar. Al final, ella se ha ido a los baños de su módulo, que dan a la calle, y yo le iba explicando todo chillando desde fuera", relata. "Espero no tener que verlo nunca más, esta mujer lleva año y medio en prisión y está desesperada para poder salir. Una protesta no puede vulnerar el derecho a la asistencia letrada, a la intimidad y a la información y esto ha ocurrido", se queja. Tampoco ha podido registrar la petición para un permiso de otra clienta, que teme que no se hará efectivo por la falta de personal.

La letrada denuncia que los funcionarios la han amenazado por tomar fotos de la protesta. Y destaca, al igual que los presos, la presión y la angustia creciente en las cárceles. "Están muy nerviosas, hay mucha desinformación y la cárcel es una olla a presión sin escapatoria donde todo se magnifica", avisa.

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