A los mandos de la sequía

Cautelas, pedagogía y giros de guion: ¿cómo ha pilotado el Govern la crisis hídrica?

Desde otoño, los dirigentes catalanes ya eran conscientes de que la emergencia era inevitable, pero han considerado clave mentalizar antes a la población

MULTIMEDIA | Emergencia por sequía: ¿qué se ha hecho y que falta por hacer?

Catalunya entra en emergencia por sequía con limitación de 200 litros por habitante

Catalunya entra en emergencia por sequía con limitación de 200 litros por habitante. En la foto, el pantano de la Baells (Barcelona), el miércoles 31 de enero, el día antes de que el Govern decretara la emergencia. / SIU WU / EFE / VÍDEO: EFE

Guillem Costa

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"Aún no es la hora de la emergencia", aseguró el pasado viernes David Mascort, conseller de Acció Climàtica. Pero solo cinco días después, los embalses del sistema Ter-Llobregat ya habían descendido por debajo del umbral que obliga a encender la temida luz roja del semáforo. ¿Por qué no estaba previsto declararla esta semana y finalmente se ha rectificado? ¿Cómo se ha gestionado la crisis hídrica durante las últimas semanas en el Govern de la Generalitat?

Desde otoño, los dirigentes catalanes ya eran conscientes de que la emergencia era casi inevitable. Sin embargo, voces relevantes dentro del Ejecutivo consideraban que era clave mentalizar a la población antes de declararla. No se podía hacer como con la entrada en 'excepcionalidad', que en febrero de 2023 se anticipó para ahorrar agua y advertir de la gravedad de esta crisis hídrica.

21 de noviembre: una transición

Esta vez, decidieron que era necesario lanzar campañas de comunicación potentes y avisar una y otra vez de lo que venía. Se decidió apostar por el mensaje "el agua no cae del cielo" en marquesinas de autobuses, en las paradas del metro y también en los atriles del Palau de la Generalitat, desde los que suelen dar sus explicaciones la portavoz del Govern y los consellers.

No obstante, en la Agència Catalana de l'Aigua (ACA), había quien consideraba que se debía plantear seriamente la posibilidad de que la emergencia se declarase en diciembre. El asunto lo debatió en varias de las reuniones el Comisión Interdepartamental de la Sequía, el conjunto de personas que ha tomado las grandes decisiones durante esta crisis de escasez.

Este órgano, formado por el president, varios consellers y el director de la ACA, Samuel Reyes, se ha encontrado casi semanalmente durante el último año. En primavera de 2023, la fecha para la emergencia se situaba en septiembre, pero las lluvias de mayo y junio permitieron aplazarla hasta diciembre. Por esta razón, en septiembre, el Govern se dio 12 semanas de margen para preparar la entrada en emergencia del sistema Ter-Llobregat.

En este sentido, se decidió crear una especie de transición comunicativa a la que llamarían 'preemergencia'. No era una etapa incluida en el Plan Especial de Sequía (el documento "biblia" que todo lo guiaba), pero se anunciaba para lanzar un "grito de alerta" y hacer "una llamada al ahorro". El Govern la comunicó el 21 de noviembre avisando ya del nuevo horizonte, que situaban en diciembre o enero: la entrada en emergencia para Barcelona y sus alrededores.

16 de enero: apurar al máximo

Con la preemergencia en vigor, llegó el frío. Y el descenso de los embalses se ralentizó. Parecía evidente que se podría llegar a enero sin proceder aún al encendido de la luz roja. Entonces, se planteó una nueva fecha: el 16 de enero. En los encuentros del Govern, se hacía notar que no se podría resistir mucho más sin entrar en esta fase, porque las reservas de los embalses del Ter y el Llobregat estaban a punto de bajar por debajo de los 100 hm3.

El sistema Ter-Llobregat de Cataluña está al 16,4 %, por lo que "no es hora" de emergencia

El conseller Mascort, en el Parlament. / EFE

En aquel momento, ya se había decidido que la emergencia implicaría más medidas de las previstas en el Plan Especial de Sequía. Se planteó reducir drásticamente el caudal de los ríos para ahorrar agua, una medida barata económicamente pero con costes medioambientales. Las conselleries debatían también cómo diseñar una moratoria que impedirá ampliar o abrir nuevas granjas, hoteles o industrias con grandes consumos de agua durante esta fase. Por lo tanto, estaba claro que la emergencia iría acompañada de consecuencias económicas importantes.

Con este argumento, se optó por posponerla al máximo y declararla cuando se llegara a estos famosos 100 hm3. No antes. Se descartó entonces la fecha del 16 de enero y se apostó por esperar unas semanas más, con la vista ya puesta en el día de hoy.

1 de febrero: día D

El Govern acordó flexibilizar algunas de las restricciones incluidas en el plan de sequía y las comunicó a los sectores implicados. El temporal que habían anunciado algunos expertos en meteorología pasaba de largo y las lluvias solo caían (al menos con la suficiente abundancia) en las cuencas del Ebro, donde los embalses empezaban a rozar el volumen máximo, lo que generaba una situación de contraste absoluto entre unas y otras cuencas.

Aunque todo apuntaba al 1 de febrero, durante la semana pasada, el Govern comunicó a los medios de comunicación que esta semana no se declararía la emergencia. Pero, de nuevo, los pantanos han forzado a cambiar de planes. Las reservas cayeron y ya no se podía apurar más. El martes, Patrícia Plaja anunció que este jueves se reuniría definitivamente con un objetivo: valorar la entrada del sistema Ter-Llobregat en emergencia. Lo que parecía una amenaza para septiembre, luego una urgencia en diciembre y después una necesidad en enero se convierte hoy, 1 de febrero, en una realidad para seis millones de catalanes.

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