Modelo de ciudad

La receta de la movilidad urbana del futuro: 'big data’, inteligencia artificial y un cambio de mentalidad

Así es el autobús de barrio que (casi) va solo en un pueblecito al lado de Estocolmo

Antonio Poveda: "Somos muy lentos en la planificación de la movilidad; necesitamos la inteligencia artificial"

Así es la revolución sostenible de 10 ciudades europeas

La falta de acuerdo en la Unión Europea pone en peligro la regulación de la inteligencia artificial

Una escuela de Barcelona crea el primer protocolo de uso de la Inteligencia Artificial

Un grupo de niños cruza la calle de Aragó de Barcelona ante la atenta mirada de los conductores

Un grupo de niños cruza la calle de Aragó de Barcelona ante la atenta mirada de los conductores / Ricard Cugat

Carlos Márquez Daniel

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Lo que sigue es un acopio de opiniones recogidas en una decena de conferencias del Smart City Expo World Congress. Expertos de todo el mundo se reunieron en Barcelona la semana pasada para compartir su visión sobre la sociedad del futuro, sobre las ciudades del mañana, en las que la movilidad tendrá un papel preponderante. La eficiencia de los desplazamientos será clave para que las grandes urbes no colapsen, y en esa empresa tienen un asiento en primera fila el 'big data' y la inteligencia artificial. El control y manejo de la información, la predicción como herramienta para gestionar flujos o la tecnología para blindar la seguridad vial, amén del derecho a la privacidad, permitirán que las metrópolis, en las que en 2050 vivirá el 75% de la población mundial, sigan siendo un lugar en el que se pueda vivir.

Rue de Rivoli de París, ahora convertida en una arteria con más bicis que coches

Rue de Rivoli de París, ahora convertida en una arteria con más bicis que coches / Reuters

El contexto lo puso Timothy Papandreou, uno de los consultores de referencia en materia de planificación urbana. Fue el jefe de innovación de la agencia municipal de transporte de San Francisco, así que sabe bien lo que es tomar decisiones que afectan a una gran ciudad. La suya no fue una charla sobre tecnología. O no solo. Se centró en la necesidad de "cambiar la mentalidad" de la gente y en la obligación de "escuchar a las personas que tengan ideas". Y recordó que la humanidad está en la "década de la transición". ¿Hacia dónde? Hacia lo que él denominó "el tránsito del ego system hacia el eco system", de manera que el hombre deje de estar en lo más alto de la pirámide para mezclarse, en igualdad de condiciones, en un círculo con el resto de actores que habitan el planeta.

Con el 'big data' es la ciudad la que se adapta a sus habitantes y no al contrario

Aprender desde el miedo

Sobre el temor a los cambios, echó mano de los ciclos que brinda la historia: "Superada la etapa del miedo llega el confort. Y después, el aprendizaje que nos permite avanzar". Una senda, recetó, que no tiene sentido "si no se ponen de acuerdo los gobiernos, las empresas y los centros de investigación", un karma que se repitió en todas las charlas del congreso. "Los humanos causamos los problemas, y los humanos encontramos la solución", concluyó.

Robots para el reparto de la última milla

El robot que ha salido de la factoría UPC y el ’hub’ Carnet, el pasado lunes, en Esplugues de Llobregat / Carlos Márquez Daniel

Nueva mentalidad, escuchar a los emprendedores, colaboración público-privada y dejar de colocar al ser humano en el centro del universo. ¿Pero cómo se lleva todo eso a la práctica? Primero, como dijo la directora del programa de 'smart city' de Amsterdam, Leonie van den Beuken, con un lenguaje inclusivo que no deje a nadie atrás y que no incomode. "Hay que tener cuidado con las palabras que usamos cuando hablamos con la ciudadanía sobre estos temas", defendió. Tras recordar que uno de los mayores proyectos del puerto de Amsterdam nació de la iniciativa ciudadana, esta experta prescribió algunos mandamientos sobre la correcta planificación urbana: "Responsable, asequible, accesible, comprensible, transparente y con la unión de todos".

El nuevo petróleo

Con el marco ético ya establecido, es hora de hablar de tecnología. Lena Katharina, consultora de movilidad sostenible de la Sociedad Alemana de Cooperación Internacional, advirtió de la enorme brecha que existe entre los datos que manejan las empresas públicas y los que tiene la Administración. "Para planificar la movilidad de manera unitaria es necesario que haya más relación entre el 'big data' de unos y otros". La información de las plataformas de VTC, o de comida rápida, o de comercio electrónico, no se mezclan con los informes públicos vinculados al transporte.

Un usuario valida la T-Mobilitat en el Tram, en Barcelona.

Un usuario valida la T-Mobilitat en el Tram, en Barcelona / Jordi Cotrina

Pero hay un problema. Lo señaló Mara Cole, miembro del equipo de Movilidad Compartida del Ayuntamiento de Múnich: "El 'big data' es el petróleo del siglo XXI". Es decir, es negocio, dinero, intereses, influencia, poder, control. Y compartirlo es como pedirle a Coca-Cola que cuelgue su receta secreta en Tik-Tok. Pero si se consiguiera... Esta experta lo resumió de la siguiente manera: "Los datos de movilidad y las tecnologías digitales aportan información crucial sobre los patrones de transporte, las necesidades de infraestructura y el comportamiento de los usuarios, cosa que puede ayudar a tomar decisiones basadas en evidencias y no en suposiciones".

Seguridad vial

Saber dónde está la gente y cómo se mueve, por ejemplo, permite ajustar mucho mejor la oferta a la demanda. Pero hay más cosas: priorización semafórica, gestión de la distribución urbana de mercancías, identificación de áreas con congestión recurrente, la situación de las paradas de taxi, optimización de rutas de transporte público, coordinación entre distintas ofertas de transporte para muscular la intermodalidad, localización y mejora de los puntos de concentración de siniestros de tráfico, mejor gestión del aparcamiento tanto en superficie como subterráneo, eficiencia de las flotas de 'sharing'. Podría decirse, de algún modo, que con el 'big data' es la ciudad la que se adapta a sus habitantes y no al contrario, como ha sucedido hasta nuestros días, de la mano de un cierto caos encubierto.

Los expertos reclaman agilidad en la toma de decisiones y una legislación que no esté caducada cuando entra en vigor tras años de trámites burocráticos

Pero para que todo esto funcione hace falta agilidad en la toma de decisiones y una legislación que no esté caducada cuando entra en vigor después de años de trámites burocráticos. No puede ser, advirtió Dagmara Wrzesinka, especialista en movilidad urbana, que la regulación "quede obsoleta con tanta rapidez, y por ende, "con el tiempo, la inteligencia artificial y el 'big data' naveguen en un vacío legal". "Hay que ser más proactivo y no esperar a que las cosas sucedan. Tenemos que avanzarnos", añadió Mara Cole. Buen ejemplo de ello es la línea de tres microbuses autónomos que desde hace algunos años circulan por las calles de Järfälla, a 20 kilómetros de Estocolmo. Como la ley todavía no lo permite, a bordo tiene que ir un supervisor de la empresa de transportes, con lo que el invento pierde todo el sentido para el que fue construido.

Así funciona el bus autónomo de Estocolmo

El autobús autónomo de Järfälla, a 20 kilómetros de Estocolmo / Carlos Márquez Daniel

No se trata, aportó Marco Amorim, investigador sobre sistemas de transporte, "de que las máquinas tomen las decisiones por nosotros". "La tecnología no puede ir más rápido que la aceptación de la propia ciudadanía", dijo, pero tampoco, ante las oportunidades que brinda, las ciudades deben esperar sentadas". En seguridad vial, por ejemplo. Gracias a un sensor colocado en puntos de concentración de accidentes, los coches que vengan por ambos lados podrán recibir alertas sobre un posible impacto. Y llegará un punto, con la conducción autónoma, en que el coche estará constantemente conectado con la trama urbana, de manera que podrá anticiparse a cualquier situación peligrosa.

En tiempo real

La tecnología evitará, del mismo modo, lo que se conoce como tráfico de agitación (se calcula que supone entre el 20% y el 25% del total) que es el que generan los vehículos que buscan aparcamiento o un hueco para detenerse un momento. Porque total, son solo cinco minutos. También será de gran ayuda para la información que reciben los usuarios sobre el estado del transporte público. Ahora, además de megafonía y redes sociales, poca cosa hay. Con el tiempo, y gracias a la inteligencia artificial, y siempre que el viajero lo haya autorizado, los usuarios podrán recibir datos en tiempo real sobre el estado del servicio: incidencias, transporte alternativo, tiempos de espera... Aunque lo mejor será que no les llegue nada. Ya lo dicen los ingleses: 'no news, good news'.