Las urbes del futuro

Así es la revolución sostenible de 10 ciudades europeas

Barcelona reúne a expertos de todo el continente, que coinciden en que la apuesta por la movilidad activa es imparable y recetan pactos políticos para que la transformación urbana no funcione a base de volantazos

Un niño circula en bicicleta por los alrededores de la Torre Eiffel

Un niño circula en bicicleta por los alrededores de la Torre Eiffel / AFP

Carlos Márquez Daniel

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En las ciudades modernas, con independencia de quien gobierne, hay cierto consenso en que el futuro no pasa por seguir promocionando la industria del vehículo privado con un urbanismo que orille a los que van a pie o apuestan por la movilidad activa y sostenible. Las peculiaridades de cada ciudad son las que marcan las urgencias y el sentido de las decisiones, y también cada partido político, cada alcalde, adapta esta visión más amable de la urbanidad en una dirección u otra. En Barcelona, por ejemplo, a dos meses de las elecciones, hay quien apuesta por recuperar interiores de manzana del Eixample y hay quien mantiene que lo que hay que pacificar son las arterias de la red básica de circulación. Pero nadie, por ahora, y por poner un ejemplo, apuesta por eliminar los carriles bus y bici de la calle de Aragó. En el corazón del 22@ se han reunido este jueves un montón de expertos internacionales en urbanismo para compartir distintas experiencias de urbes que están en este mismo tránsito hacia un espacio público más amable. Estas son sus recetas.

El enorme margen de Lambeth (Londres)

Rezina Chowdhury, concejala de Sostenibilidad del condado de Lambeth, en Londres, ha iniciado la ronda de ciudades exponiendo la que seguramente sea la situación que más margen de mejora presenta. Explica que el municipio está enteramente dedicado al vehículo privado, con calles con el 94% del espacio destinado a la circulación y al aparcamiento. "Necesitamos que la gente se sienta más segura cuando pasea", ha compartido. ¿Cómo? Pues empezando, como es su caso, por el principio: "Transformando las calles aportando más espacio para la bicicleta, las 'cargo bikes', más lugares para socializar, más zonas verdes". Todo, con el objetivo de reducir los "efectos devastadores de la contaminación". Un cambio, ha remachado, "que no puede hacerse sin el apoyo de la gente".

Una calle de Lambeth, tomada por los coches

Una calle de Lambeth, tomada por los coches / Google

Bruselas, en busca de la equidad urbana

Bruselas, tal y como ha narrado Bart Dhondt, concejal de Movilidad del ayuntamiento de la capital belga, tiene entre manos un plan 2020-2030 al que han llamado Good Move (Buen Movimiento). Para llevarlo a cabo, el consistorio realizó un proceso participativo que recogió la opinión de 8.500 ciudadanos, unos residentes que ya habían saboreado las mieles de la pacificación, por ejemplo, gracias a la transformación del céntrico bulevar Anspach, realizada en la década anterior. Una arteria que atravesaba el núcleo de la ciudad con cuatro carriles de circulación se convirtió en un paseo que hoy es uno de los ejes más menudeados por nativos y forasteros.

"Ahora nos centramos en generar calles más equitativas en todos nuestros distritos, con más espacios para la bicicleta, nuevas líneas de bus y más líneas de tranvía. Cuanto mejor sea el transporte público, menos tentación tendrá la gente de ir en coche", ha resumido Dhondt.

Gante y adiós a la autopista urbana

También en Bélgica, esta ciudad de 265.000 habitantes está inmersa en la misión de "construir calles para las personas y no para los coches", en palabras de Filip Watteeuw, teniente de alcalde de Movilidad y Urbanismo del ayuntamiento. "Todos sabemos lo que hay que hacer y lo que es importante, pero es vital tener una estrategia". Ellos lo han llamado Gantification, un concepto, ha bromeado el concejal, que nace de los celos que sentían por la palabra 'copenhagenize'.

Una de las medidas que tomaron es aplicable a muchas otras urbes. Decidieron eliminar la posibilidad de cruzar la ciudad por el interior. Para que se hagan una idea, sería como decirle a los 300.000 coches que a diario cruzan el Eixample que a partir de ahora deben hacerlo por las rondas. A ellos, asegura Watteeuw, les funcionó. Con todo, los desplazamientos en bici han pasado del 22% al 40% (han construido 40 puentes ciclables en 10 años) y los accidentes en el centro han bajado un 35%. Otra de las medidas, ha esgrimido, ha sido "impulsar la cultura de la bici con muchas acciones baratas que tuvieron un efecto muy positivo en la circulación".

Lodz y la herencia del BMW

Adam Pustelnik es el teniente de alcalde de Lodz, ciudad del centro de Polonia con unos 670.000 habitantes. "Soy el típico político que vende éxitos que no son suyos. Todo lo que les cuente tiene el mérito de mis técnicos", se ha arrancado, en un modo de recordar que las decisiones municipales, del municipio que sea, tienen detrás a un montón de anónimas mentes pensantes. "Mi único mérito ha sido no detenerlas", ha asegurado, en femenino, porque se refería a dos colaboradoras en concreto.

Ha dibujado un pasado apocalíptico, de herencia comunista que décadas atrás les dejó un paro del 30% y una economía destruida. "Heredamos una estructura urbana degenerada y una población que solo pensaba en irse a los suburbios, donde se vive mejor". Era una sociedad en la que tener un BMW, ha relatado, era señal "de distinción, lujo, y progreso". Ahora, ha proseguido, tienen entre manos un plan para crear "calles verdes e intentar que se llenen de vida". "hemos tenido protestas, pero cuando ven los cambios, les encanta".

Zona verde frente al palacio Izrael Poznanski de Lodz

Zona verde frente al palacio Izrael Poznanski de Lodz / Efe

Valencia y la pirámide de la movilidad

Con cerca de 800.000 vecinos, Valencia ha recuperado en los últimos ocho años unos 150.000 metros cuadrados de espacio público. La plaza de la Reina es, seguramente, el mejor ejemplo de ello. "Lo que hace falta es tener voluntad política y ciudadana", ha recetado Giuseppe Grezzi, concejal de Movilidad y Espacio Público del consistorio valenciano. "Los coches -ha detallado- los hemos colocado en la parte más baja de la pirámide de la movilidad, mientras que las personas están arriba de todo, y ellas son las que nos piden menos ruido, más lugares para estar, mejor aire".

Valencia es una ciudad muy llana, por eso, ha resaltado Grezzi, "era muy raro que no existiera una política de implantar la bicicleta". En los últimos años, el consistorio ha pintado 60 kilómetros de carriles bici, con lo que la ciudad ya dispone de unos 160 kilómetros ciclables. "Siempre hay gente en contra, pero es una resistencia típica del ser humano: nos resistimos a los cambios", ha remachado.

Grezzi, en la plaza de la Reina de Valencia, el día que se terminó la transformación, en julio de 2022

Grezzi, en la plaza de la Reina de Valencia, el día que se terminó la transformación, en julio de 2022 / El Periódico

El redescubrimiento de Copenhague

Copenhague es el Michael Jordan del urbanismo planetario. La mitad de los desplazamientos diarios se hacen en bicicleta y por eso tienen como objetivo ser la primera capital neutra de carbono en 2025. Pero el hecho de que todo el mundo les diga lo guapos que son, ha confesado Camilla van Deurs, arquitecta jefe del ayuntamiento de la capital danesa, les ha relajado un poco. "Estamos un poco estancados y es importante que observemos qué hacen los otros", ha concretado.

Para los próximos años "de redescubrimiento", la ciudad espera que en los próximos 10 años, un total de 13 distritos ya no tengan apenas coches. Consultaron a la ciudadanía -"un proceso inspirado en Barcelona", ha resaltado- y las conclusiones fueron claras: la gente pide menos vehículo privado en las calles, todavía más espacios verdes y más facilidades para las personas con diversidad funcional. "Tenemos la fama, pero nos estamos quedando atrás", ha zanjado.

París, el alumno aventajado

La capital francesa ha saltado en los últimos cuatro años al podio de la movilidad sostenible europea gracias a una batería de decisiones que han cambiado por completo la convivencia en la vía pública. Y gracias, también, a la determinación de su alcaldesa, Anne Hidalgo, que asumió el cargo en 2014. David Belliard, teniente de alcalde encargado de la Movilidad y el Urbanismo, ha recordado que transformar el espacio es "una lucha política", y ha señalado que el debate no está en si funciona o no -"porque sí funciona", ha destacado-, sino en tener el apoyo social y político para poder seguir adelante.

París está ahora centrada en dos focos. Primero, los carriles bici, con una inversión de más de 250 millones de euros que les permitirá contar con más de 350 kilómetros de carriles bici. Y segundo, la pacificación de entornos escolares. "Tenemos que cambiar las calles que están justo enfrente de los colegios", ha compartido Belliard.

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Rue de Rivoli de París, ahora convertida en una arteria con más bicis que coches

Rue de Rivoli de París, ahora convertida en una arteria con más bicis que coches / Reuters

Milán y el cambio elegante

Pierfrancesco Maran, teniente de alcalde de Espacio Público y Barrios, habla de un "cambio de mentalidad". "Me preocuparía si la gente no se organizara para pedir que transformemos las ciudades", ha dicho. Afortunadamente, eso es algo que sucede en muchas urbes, en uno u otro sentido. También en Milán, ciudad italiana que instauró un peaje urbano hace 10 años. El ayuntamiento, en colaboración con entidades como Bloomberg Associates, creó hace un par de años una nueva hoja de ruta, en la que maridar la elegancia (bienvenidos a Italia) con la sostenibilidad y la movilidad activa.

Ya han intervenido en 30 plazas y para los próximos años se han puesto como objetivo cambiar la morfología de las calles de los entornos escolares. Han recibido 80 peticiones de colegios e institutos, y esperan poder intervenir en 30, ha detallado Maran, antes de 2026. "Si cambias sin el apoyo de la gente, no hay nada que hacer", ha defendido.

Una de las plazas de Milán en las que el espacio pasó del coche al peatón

Una de las plazas de Milán en las que el espacio pasó del coche al peatón / BA

Vitoria, el milagro vasco

Raimundo Ruiz de Escudero, concejal de Movilidad y Espacio Público de Vitoria-Gasteiz, ha sido el ponente que se ha comido más tiempo. Mucho por explicar para esta ciudad de 255.000 habitantes que es un referente a este lado de los Pirineos en materia de movilidad y urbanismo sostenibles. Lo más importante que ha dicho, sin duda, la necesidad de acometer todas estas transformación por la vía del pacto. "Con independencia del color político, tenemos claro que queremos una ciudad a escala humana", ha resumido.

La ciudad tiene 160 kilómetros de carril bici y contabilizadas 116.000 bicicletas. Sobre el transporte público, han recuperado las cifras previas a la pandemia, gracias a la apuesta por la prioridad semafórica y los carriles reservados al bus. Sobre el coche, ha pedido "no demonizarlo" y ha recomendado "paciencia, mucha paciencia" para "educar y trasladar la necesidad de un cambio de mentalidad". Sobre urbanismo, ha alertado del peligro de tomar decisiones que afecten al entorno: "Si cierras una calle, puede pasar que el problema se traslade a otras calles cercanas". Y ha blandido un derecho poco valorado en tiempos modernos: "El derecho a aburrirse en la calle".

El titular les prometía 10 ciudades pero la décima, Barcelona, tendremos que esperar para poder desarrollarla. Porque por ahora se está dando forma a los cuatro primeros ejes verdes, de los 21 previstos para 2030 por el gobierno de Ada Colau. Puede suceder que la hoja de ruta para recuperar el espacio público en la ciudad sea distinta en función de quien logre la alcaldía el 28 de mayo. No abunda ese pacto político que recetan muchas urbes, pero sí parece claro que, gane quien gane, y aunque sea a velocidades dispares, la capital catalana no dará marcha atrás en la conquista ciudadana de la calle.