Educación en Catalunya

El japonés 'atrapa' a los alumnos de secundaria catalanes: "Sueño con ver anime en versión original y viajar a Tokio"

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Clase de japonés en el instituto Montserrat Roig de Sant Andreu de la Barca.

Clase de japonés en el instituto Montserrat Roig de Sant Andreu de la Barca. / FERRAN NADEU

Helena López

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Hasta hace muy poco, Cristina Sans era la entregada profesora de Catalán del instituto Montserrat Roig de Sant Andreu de la Barca, en el Baix Llobregat. Desde este curso es, además, la igualmente motivada 'profe' sustituta de Japonés, algo que ha llegado a su vida sin buscarlo -casi, casi, resistiéndose, según bromean sus compañeros-, pero que la llena de emoción, según delata el brillo de sus ojos cuando habla del asunto. Su instituto ha iniciado este curso una optativa de japonés en segundo de ESO, podría decirse que gracias al destino (ahora lo entenderán).

El instituto Montserrat Roig de Sant Andreu de la Barca ofrece una optativa de japonés, una de las 13 lenguas, más allá de las habituales, del Programa de Llengües i cultures d'origen

El archivo del servicio de lenguas de Departament d'Educació detectó que en el centro había dos docentes que sabían japonés (Sans y Sergi Garcès, hasta el curso pasado el 'profe' de Inglés). Al darse esta extrañísima alineación de astros (entre todos los docentes catalanes solo 41 tienen marcado que conocen esta lengua), el Departament planteó a la dirección del centro la opción de ofrecer esta optativa. Esta, con la misma motivación y ganas que Sans y Garcès, lo planteó a sus docentes, que se liaron la manta a la cabeza y la optativa es ya una realidad, que, además, tiene al alumnado cautivado, algo que se palpa con asistir a una sola clase con ellos.

Son varias las escuelas que tienen en marcha clases de rumano, portugués, árabe, chino, ruso, ucraniano, neerlandés, japonés, bengalí, romaní, gallego, vasco y coreano

Tanto Garcès -el titular de la materia- como Sans tienen un vínculo muy especial con la cultura japonesa, que en muy poco tiempo han sabido transmitir a su alumnado. "Mi hermano se casó con una mujer japonesa cuando yo era pequeña, tenía 13 años; y a mí eso a mí me encandiló. Mi padre y yo empezamos a estudiar por nuestra cuenta. Yo lo estudié durante años, pero ya había dado mi japonés por muerto. Lo dejé en el 2000. Ahora esta experiencia ha sido como un tsunami emocional", explica la profesora.

Garcès, por su parte, había estudiado japonés en la universidad, y antes de convertirse en profesor trabajó nueve años para empresas japonesas en Barcelona. Su pareja es japonesa y la cultura japonesa es su pasión, igual que enseñarla. Salta a la vista en su clase.

Igual de evidente es el interés que la materia despierta en el alumnado. Uno de los más motivados -a juzgar por la cantidad de veces que levanta la mano para responder- es Érik Ramírez (13 años). "Siempre me ha gustado mucho el anime y quería ser el único que pudiera verlo en versión original y entenderlo bien. Cuando nos explicaron que harían esta optativa no lo dudé", relata el joven, quien añade (y no hace falta que lo diga) que se lo está tomando muy en serio "para aprender lo máximo posible". Más allá de entender el anime, su sueño es viajar a Tokio.

Su compañero Ian Solorzano, de la misma edad, confiesa que eligió japonés porque el francés, la otra optativa, era "demasiado parecido al castellano". Carles Sánchez, del mismo grupo, coincide con los dos: le empujó el anime y el manga, además del reto de aprender una lengua "difícil".

A Yolanda Cárdenas, directora del centro, por su parte, la movió ofrecer a sus alumnos cuantas más posibilidades, mejor. "Este año es una optativa trimestral, pero nos gustaría que tuviera continuidad y, el año que viene, poderla ofrecer anual", apunta Cárdenas, muy agradecida a sus docentes por la entrega.

Otras experiencias

El Montserrat Roig de Sant Andreu de la Barca no es el único centro catalán que imparte japonés. También lo hacen otros institutos, como el Miquel Tarradell del Raval, en Barcelona. Ambos son algunos de los centros catalanes que han optado por introducir el aprendizaje de otras lenguas, más allá del inglés, el francés, el alemán y el italiano.

Según datos del Programa de Llengües i cultures d'origen del Departament d'Educació en el que se enmarcan estas experiencias, en el curso 2015-2018 había 2.765 alumnos catalanes aprendiendo alguna de estas lenguas 'alternativas', cifra que llegó hasta los 7.829 el curso 2019-2020. Pese a que el covid supuso un parón, como en todo, y esta cifra bajó a los 4.087 el curso 20-21, remontó hasta los 6.811 el curso 21-22.

Aunque Educació no tiene cerrados los datos de este curso, tienen constancia de que actualmente escuelas e institutos catalanes tienen en marcha iniciativas de rumano, portugués, árabe, chino, ruso, ucraniano, neerlandés, japonés, bengalí, romaní, gallego, vasco y coreano.

Los sábados multiculturales de La Farigola

La escuela pública La Farigola del Clot, en este barrio de Barcelona, ofrece tres de estas 13 lenguas: ruso, neerlandés y chino. Rafa Torres, miembro del equipo directivo del centro, explica que todo empezó por su larga tradición de poner la escuela a disposición del barrio, algo que, entienden, está en su ADN de escuela pública. "Un día se acercó a la escuela una vecina de origen chino a pedirnos el espacio para dar clases los sábados. Llevan 10 años viniendo. Entran a las 10 de la mañana y pasan todo el día, comen aquí y todo", explica Torres.

Pocos años después de iniciar esta primera experiencia -dirigida especialmente a hijos de familias chinas-, se puso en contacto con el mismo centro una persona de nacionalidad rusa que quería difundir las tradiciones de su país en el barrio. Les pidió el espacio, firmaron un convenio y pronto hará siete años que comparten la escuela con la comunidad china todos los sábados; y no están solos. Con este currículum, cuando, con el covid, una familia neerlandesa que estudia en la Farigola del Clot se quedó sin el local en el que sus hijos recibían clases de su idioma recurrió a la escuela, esta no dudó en abrirles también las puertas.

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