Investigación

El científico fallecido nunca tuvo permiso para investigar con priones en Bellvitge a pesar de que publicaba estudios sobre ellos

El científico fallecido en Barcelona guardaba muestras infecciosas sin permiso que tardaron dos años en analizarse

La Universitat de Barcelona investiga la muerte de un científico que estudiaba la enfermedad de Creutzfeldt-Jakob

imagen del cerebro

imagen del cerebro / El Periódico

Michele Catanzaro

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El experto en síndrome de Creutzfeld-Jakob que falleció de esa enfermedad en julio de 2022 en Barcelona nunca tuvo permiso para investigar con priones en los laboratorios del campus de Bellvitge, en los cuales trabajó a partir de 2012. No obstante, el investigador fue llevando a cabo experimentos con esas proteínas infecciosas. No queda claro dónde realizó estas pruebas exactamente. Ello deja abierta la posibilidad de que se infectara en Barcelona hace una década, cuando trabajaba en el Hospital de Bellvitge

En ese periodo, el investigador, Franc Llorens, formaba parte del grupo de Isidre Ferrer, director del Instituto de Neuropatología del Hospital de Bellvitge. Su adscripción a ese centro duró de enero a diciembre de 2012. El laboratorio de Ferrer “no era una laboratorio de investigación, sino uno de diagnóstico. No nos consta que se hiciera investigación allí ni estaba autorizada”, afirman fuentes del hospital. 

El experto realizó investigaciones en 2012 cuando trabajaba en un laboratorio no autorizado para hacer estos experimentos, lo que abre la puerta a que se pudiera infectar entonces

Sin embargo, hay publicaciones científicas firmadas por Llorens con afiliación a ese centro que versan sobre enfermedades priónicas. Por ejemplo, el artículo “PrP mRNA and protein expression in brain and PrPc in CSF in Creutzfeldt-Jakob disease MM1 and VV2”, publicado en 2013 en la revista 'Prion'

¿Dónde hizo los experimentos?

En este trabajo se emplean muestras de cerebro y líquido cefalorraquídeo humanos infectados con la enfermedad de Creutzfeldt-Jakob. La investigación reza: “Todos los estudios bioquímicos se llevaron a cabo en estancias de bioseguridad de nivel P3”, en referencia al alto nivel exigido para trabajar con estas muestras. Sin embargo, no detalla dónde. 

No hay constancia de la presencia del equipo de Ferrer en esa época en otras dos instituciones de investigación catalanas, externas al campus de Bellvitge, que disponen de laboratorios P3: el CRESA (Centre d’Investigació en Sanitat Animal) y del IDIBAPS (Instituto de Investigaciones Biomédicas August Pi i Sunyer, asociado con el Clínic).

Solo una coautora del este artículo, la alemana Inga Zerr, es de fuera de Catalunya, pero Llorens aún no estaba adscrito a su centro (la Universidad Médica de Göttingen, la cual ha rechazado contestar a las preguntas de EL PERIÓDICO).

¿Trabajó entonces Llorens con priones en el laboratorio de Ferrer sin tener el permiso? “Ferrer no comunicó ni a Prevención de Riesgos Laborales ni a recursos humanos que el investigador en cuestión tuviera que trabajar en su laboratorio del Hospital de Bellvitge y por lo tanto no podemos saberlo”, contestan fuentes del IDIBELL (Institut d’Investigació Biomèdica de Bellvitge, adscrito a ese hospital).

Muestras guardadas dos años

Tras su estancia en Alemania, de 2013 a 2018, Llorens volvió a Barcelona, en el IDIBELL. Mientras tanto, el laboratorio de Ferrer en el Hospital de Bellvitge se había cerrado en 2016 a raíz de la jubilación del científico, según fuentes del instituto. En 2019, Llorens ganó finalmente el acceso a un laboratorio adecuado, el CRESA, gracias a un convenio firmado entre el IDIBELL y ese centro.

“Con la firma del convenio, entraron muestras del grupo [de Llorens]. Más adelante, el equipo ingresaba muestras a las instalaciones para trabajar con elles. Llorens no entró a trabajar personalmente, pero lo hicieron miembros de su equipo”, añaden. 

Tras los primeros síntomas de la enfermedad, en el otoño de 2020, se descubrieron muestras con priones infecciosos en el laboratorio de Llorens en el IDIBELL. Queda por explicar por qué las guardaba y si trabajó con ellas allí, mientras su grupo ingresaba tejidos y los manipulaba con seguridad en el CRESA.

Esas muestras incluyen líquido cefalorraquídeo, plasma y tejido encefálico, según fuentes del CRESA, donde fueron llevadas a toda prisa tras el descubrimiento. Este hallazgo, que habría podido echar luz sobre la enfermedad de Llorens, quedó guardado en las neveras del CRESA durante dos años, hasta diciembre de 2022. 

Largo compás de espera

“No se han manipulado. El CRESA solo las ha custodiado. Han estado guardadas hasta el momento en que la Universitat de Barcelona (UB) y el IDIBELL hicieron la selección para ser analizadas”, explican fuentes del centro.

Durante este periodo Llorens fue diagnosticado en el Clínic, un diagnóstico que conlleva la punción de líquido cefalorraquídeo. Más tarde falleció sin que se le practicara una autopsia, según fuentes informadas. La necropsia no fue ordenada por un juez, ya que no había denuncias, sino solicitada por el Departament de Salut y la familia tuvo la última palabra.  

"Un retraso chocante e imperdonable"

Esas fueron ocasiones perdidas para aclarar el asunto. “Cruzando los datos, se vería si los agregados de proteína priónica presentes en las muestras de su laboratorio son los que estaban en su sistema nervioso”, afirma una experta en priones.

“El retraso de las instituciones en reaccionar es chocante e imperdonable: debían conocer lo que había ocurrido en Francia”, afirma Elise Levy, investigadora en el francés Instituto Nacional de Sanidad e Investigación Médica (INSERM) y secretaria de la Asociación Emilys, en memoria de dos trabajadoras de laboratorio francesas que fallecieron por contaminación priónica. 

Levy es escéptica sobre la investigación interna puesta en marcha por la UB, propietaria del laboratorio de Llorens. “En base a nuestra experiencia, está claro que tiene que llevarse a cabo de forma completamente independiente y no de forma interna”, concluye.

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