Migración

Los migrantes llegados a Baleares: "¿Formentera? No, no, queremos llegar a España"

Una nueva patera llega a las costas de Formentera con un grupo de 17 senegaleses

Los migrantes, muy cansados, han navegado durante dos días, pero no quieren decir desde dónde

Damián Solé se hace un 'selfie' con los migrantes poco después de que llegarán a la playa donde trabaja.

Damián Solé se hace un 'selfie' con los migrantes poco después de que llegarán a la playa donde trabaja. / D.S.

Pilar Martínez

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Alas 6:50 de la mañana, Damián Solé llega a su puesto de trabajo, una concesión de hamacas y sombrillas en la playa de es Arenals de 

Formentera

, y se encuentra a un grupo de personas junto a una embarcación varada en la arena. No es la primera vez que este argentino de 41 años residente en Barcelona desde hace 20 años y temporero en las Pitusas desde hace 15, vive esta situación. El verano pasado, mientras trabajaba en Platja d'en Bossa, en Ibiza, le pasó lo mismo. Así que se acerca a los recién llegados para confirmar que se trata de una patera que transportaba 17

migrantes

, 16 hombres y una sola mujer, naturales todos de Senegal.

Los migrantes quieren saben dónde están y cuando Solé les contesta que en una playa de la isla de Formentera, responden muy preocupados: "No, no, nosotros queremos ir a España". Tampoco quieren que llame a la policía, tienen miedo a las represalias. Así que al final el hamaquero llama al 112 y desde allí dan aviso a la Policía Local de Formentera, que acude al lugar seguida de la Guardia Civil.

Mientras esperan la llegada de los agentes, Solé pide ayuda al establecimiento hotelero más cercano, Casa Pacha, que sin dudarlo hace llegar a los viajeros "frutas, agua, zumos y bollería para comer. Se han portado genial, la verdad", afirma.

Damián y uno de los migrantes, llamado Mustafá, logran entenderse medianamente en inglés y así descubre que son todos senegaleses y llevan dos días navegando, aunque no quieren o no saben decir desde dónde han salido. "Vienen aleccionados para no dar demasiada información, decir que son menores si les preguntan y pedir asilo", comenta este trabajador de temporada en Formentera. Están agotados pero en aparente buen estado. Sus escasas ropas y pertenencias están mojadas por el trayecto y algunos no tienen calzado.

"Estos chicos me han parecido muy amables, humildes y muy agradecidos, la verdad", relata Solé. "Con quien más he hablado ha sido con Mustafá, pero también había un hombre con camiseta blanca que era quien llevaba la embarcación y a quien llamaban 'capitán', que supongo que era el responsable del grupo", considera este trabajador.

Entre los restos del descomunal viaje, Damián se fija en chalecos salvavidas y en que hay comida, bebida y gasolina: "unos siete u ocho bidones de 30 litros de gasolina". Le llama la atención no encontrar ni rastro de alcohol, ya que en las tres embarcaciones a las que socorrió el año pasado en Ibiza y que transportaban a un grupo de magrebíes, recuerda haber visto numerosas botellas de vodka, ginebra y otras bebidas de alta graduación; "supongo que bebieron para conseguir el valor necesario para embarcarse en un viaje de este tipo", aventura.

La embarcación, de unos siete metros de eslora y con un motor Yamaha de 40cv de potencia, seguía a media mañana en la orilla de una de las playas más concurridas de Formentera, siendo objeto de innumerables fotografías y selfies por parte de los veraneantes.

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