Seis años comiendo gracias a la solidaridad vecinal: "Son mis Reyes Magos"

Los Bancos de Alimentos piden donaciones de leche para 240.000 personas

El banco de alimentos teme un cierre por el cambio en las ayudas europeas en 2024

Sonia Idrovo con su hijo, en la oenegé De Veí a Veí, donde es usuaria del banco de alimentos y ayuda como voluntaria.

Sonia Idrovo con su hijo, en la oenegé De Veí a Veí, donde es usuaria del banco de alimentos y ayuda como voluntaria. / JORDI OTIX

Elisenda Colell

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"En 2017 todo se complicó", se excusa Sonia Idrovo, madre de tres hijos con un padre a la fuga. Aquel año empezó bien, como todos. Ella regentaba un bar en la avenida del Paral.lel de Barcelona. "Pero me quitaron la terraza y me subieron el alquiler del local". Una combinación que la llevó a cerrar el establecimiento.

Para Sonia Idrovo, madre de tres hijos, todo se torció cuando tuvo que cerrar su bar y su pareja la abandonó

Luego vino el embarazo de su hija menor, que tuvo un bebé prematuro, y poco después su pareja abandonó a la familia. "Me vi sin trabajo, teniendo que ir todos los días a la incubadora en el hospital y sin nada que dar de comer a mis otros dos hijos", cuenta Idrovo. Desde entonces acude dos veces al mes a la despensa de la asociación De Veí a Veí, donde también hace de voluntaria: "Son nuestros Reyes Magos", agradece.

Idrovo aún recuerda el momento en que salió de casa a picar a la puerta de los servicios sociales del barrio de Sant Antoni. "Fue duro pero tienes que hacerlo. Pensé, o voy a Servicios Sociales o no comemos. Quería trabajar pero no podía...", recuerda. De los trabajadores sociales del ayuntamiento tiene un buen recuerdo. "Se involucraron y me derivaron aquí enseguida", explica esta mujer desde la despensa de la oenegé, ubicada en una de las plantas subterráneas del mercado de Sant Antoni.

Apoyo moral

"Me acuerdo que me dieron ropa de prematuro, que es muy cara y no la podía pagar... me ayudaron en todo. Eran todo un apoyo moral para mí", añade, recordando los llantos que venían después del '¿cómo estás?'. Un año y medio después, la hija menor salió del hospital y todo se tenía que ir poniendo en su lugar. Pero no fue así.

"Mi problema para encontrar trabajo es que necesito que vaya acorde con el horario de cole de los niños, y no lo encuentro", lamenta. Algunas veces trabaja limpiando pisos durante algunas horas, a veces su expareja le presta algo de dinero. Durante estos años ha estado al borde del desahucio pero finalmente ha conseguido un piso de alquiler social.

El problema, insiste, es la conciliación y encontrar un empleo estable para salir a flote. "Me propusieron una formación a las ocho de la tarde.... ¿qué hago? soy una madre con tres hijos, tengo que bañarles, darles de cenar... es imposible", insiste. Ahora sobrevive con el Ingreso Mínimo Vital, de 546 euros al mes. La cuantía le hace imposible poder pagar la compra del supermercado y por eso sigue vinculada a la entidad.

Sonia Idrovo, junto a su hijo, rellenando el carro de la compra en la entidad De Veí a Veí, en el barrio de Sant Antoni.

Sonia Idrovo, junto a su hijo, rellenando el carro de la compra en la entidad De Veí a Veí, en el barrio de Sant Antoni. / JORDI OTIX

Al ser voluntaria habitual, Idrovo conoce bien la asfixia que están viviendo los bancos de alimentos. "Hay más gente que productos podemos dar". Y el año que viene, el Banc dels Aliments avisa de que la situación puede ser aún más cruda. Es por ello que toda aportación es buena y bien recibida. Es el caso de la campaña 'Ningún hogar sin alimentos', impulsada por la Fundació La Caixa que nació durante la pandemia del covid y ya está en su cuarta edición. Arranca con la aportación de un millón de euros por parte de la Fundació La Caixa y hasta el 7 de julio se pueden realizar donaciones a través de Bizum.

Manos amigas

Los días que no encuentra esos empleos esporádicos, Idrovo hace de voluntaria en la asociación. "Viene la gente, te dice lo que necesita... te sientes útil porque puedes ayudar". Hace unos días una chica no sabía dónde pedir ayuda ante un desahucio inminente. Idrovo la orientó y le dio ánimos. "Siempre aparece una mano amiga que te ayuda. Hay que tocar todas las puertas y no darse por vencido", dice positiva.

Para ella, la mano amiga se llama De Veí a Veí. "Mis hijos se acuerdan mucho de ellos... para ellos tampoco es fácil". Los niños se acuerdan que cada invierno, los Reyes Magos leen sus cartas en el local de la entidad. "Les miman, les dan cariño... están encantados. Y siempre que pasamos por aquí se acuerdan de la noche de Reyes. Me dicen '¿es aquí donde vienen los Reyes Magos, mamá?'". Y ella responde con los ojos empapados: "Sí, ellos han sido nuestros Reyes Magos".