Entrevista | Teo Pardo Profesor de secundaria

Teo Pardo: "Los chavales sienten que les culpamos de violencias machistas que no cometen"

La educación afectivosexual aún no llega de forma sistematizada a las escuelas

Machismo en el instituto: ¿por qué los adolescentes se atreven más con las profesoras mujeres?

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A1-175545922.jpg / GEORGINA ROIG

Helena López

Helena López

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Se hizo profesor de secundaria tras años entrando en institutos para hacer talleres de educación sexual con adolescentes. Tal bagaje acredita a Teo Pardo como uno de los grandes referentes en coeducación en Catalunya. Pocas personas saben tanto sobre cómo se enseña (y recibe) en el día a día del aula la educación con mirada de género.

¿El negacionismo machista está generalizado entre los adolescentes?

Los discursos antifeministas entre los chicos están aumentando; y esto no solo lo vemos los docentes en el aula, lo dicen todas las encuestas, y eso es algo que nos debe preocupar y hacer pensar. Sin embargo, también creo que esos discursos no son los mayoritarios; lo podemos ver si rascamos un poco y también lo dicen las encuestas.

Hay esperanza, entonces.

¡Claro! Pero que no sean los mayoritarios no quiere decir que no sean los que marcan las dinámicas de grupo...

El problema es que los chavales tienen muchas ganas de soltar el argumentario machista que han aprendido en Youtube, pero muy pocas de escuchar

¿Es ese el principal problema?

Sí. Cuando pensamos en la masculinidad hay que atender a la dinámica de grupo. El aumento de los discursos antifeministas por parte de los chicos cuando se hacen intervenciones -pero también sin ellas, cuando sale el tema en el aula o cuando hablan a la hora del patio- es multifactorial. Yo identifico dos grandes elementos. Uno, que la masculinidad, por su propia construcción, tiene dificultades para pensarse a sí misma. 

¿Qué quiere decir?

La socialización en la masculinidad se construye como una identidad muy segura, individual, autosuficiente, que lucha por ganar, por estar por encima… En ese sentido, es algo complejo hacer que chicos que están construyendo su identidad con esos valores -inculcados desde el mundo adulto- piensen críticamente sobre ellos. He visto a muchos chicos que fingen ser mucho más superficiales de lo que realmente son por una cuestión de supervivencia. Eso por un lado.

Los chicos sienten malestares relacionados con violencias racistas o clasistas que nunca son tenidos en cuenta y eso les enfada

¿Y por el otro?

Las intervenciones sobre prevención de violencias machistas son a menudo muy puntuales. Y a veces los chicos se sienten atacados porque a menudo se plantean las cuestiones en términos de lucha y ponemos sobre ellos un peso que no les toca. Ellos sienten que se les culpabiliza de las violencias machistas, cuando en realidad son niños y adolescentes y, en general, las suelen perpetrar adultos. Nos atrevemos más a trabajar con adolescentes porque son más plásticos y tienen la oportunidad de cambiar… pero muchas veces sienten que les responsabilizamos de violencias que ellos no cometen. Además, este factor se suma a que ellos también pueden sufrir violencias que no son tenidas en cuenta cuando se hacen este tipo de intervenciones; malestares relacionados con violencias racistas o clasistas que nunca se rescatan. Todo eso junto es lo que les enfada.

Entonces, ¿podemos hablar de efecto rebote?

La explosión de la 'manosfera', de todos esos discursos machistas muy fáciles de asumir y reproducir y que corren por internet, pone al alcance de los chicos un argumentario muy fácil de disparar. Pese a eso, yo entro a las aulas a hablar de prevención de violencias machistas desde 2010, antes de la cuarta ola, y entonces ya nos encontrábamos con una reacción. Es cierto que las encuestas dicen que esa reacción aumenta, pero ya existía. El mito de las denuncias falsas ya corría. El problema es que ellos tienen muchas ganas de soltar su argumentario, y muy pocas de escuchar. Porque se sienten atacados, tienen pocas ganas de pensarse a sí mismos, sienten que les estamos cuestionando una identidad que justo están empezando a construir… Y son adolescentes, necesitan una identidad para vivir, para pertenecer, para sentirse respetados… Así que salen a defenderse con todo lo que tienen. Y todo lo que tienen también es una forma de discutir muy desagradable.

La única herramienta que como sociedad damos a los chavales para relacionarse entre ellos es la complicidad machista

Eso las lleva a ellas a no querer entrar en esa dinámica tan desgastante y optan por evitar el tema. ¿Qué podemos hacer? 

No creo que el origen de la reacción esté en las intervenciones que hacemos en el aula, más bien es la respuesta al movimiento feminista. Aunque según cómo planteamos las intervenciones, no ayuda; hay que seguir haciéndolas, y sería ideal que estuvieran integradas dentro del currículum.

En teoría lo están.

En la práctica no. Para que la coeducación estuviera integrada en el currículum tendrías que haber formado a todo el profesorado y esta formación ahora mismo es muy justa, muy precaria. La coeduación con mirada feminista está absolutamente absente.

No existe una formación obligatoria para los docentes en coeducación, como, por ejemplo, sí se está haciendo en competencias digitales.

No. Y es verdad que los profes tenemos cargas de trabajo muy altas y es complicado poner formaciones obligatorias, pero para mí un factor clave es la formación del profesorado.

¿Ya en la facultad?

Exacto. Hay una oportunidad que no se está aprovechando. Hay una asignatura de Psicología que se podría aprovechar.   

Si queremos transformar el sistema, urge formar en educación afectivosexual y en género a los profesores

Teniendo en cuenta que a la práctica estas charlas puntuales son la puerta de entrada de la coeducación a los centros, ¿habría que replantearlas?

Hay muchas entidades que ya lo están haciendo. Podemos trabajar cuestiones de género sin decir que venimos a hacer un taller de masculinidades. Yo antes de ser profesor me dedicaba a hacer talleres y allí aprendí que para trabajar con chicos necesitamos una vía de entrada, y esta puede ser o que el tallerista tenga tatuajes y ellos se sientan identificados, o que sea una tema que les interese: el sexo. En él trabajábamos las violencias, pero el nombre era taller de sexualidad. 

Cuando como profesor, hombre, pones sobre la mesa tu vulnerabilidad, ellos empiezan a poner las suyas

Entiendo que no lo leían com "otro chapa", sino como un “vamos a hablar de follar”.

Sí. Al principio los chicos se relacionaban conmigo a través de las complicidades machistas. Y yo pensaba, ante eso, ¿qué hago? Ellos recurrían a esa complicidad machista porque desde el mundo adulto la única herramienta que damos a los chavales para relacionarse entre tíos es esa. Y ellos me querían gustar, y la manera que ellos entendían de molar era hablar de las mujeres como objetos… Y yo les quería gustar a ellos y allí hacíamos todos un teatro hasta que me dije que no podía ser. La herramienta que encontré fue explicarles mi historia. 

¿Cómo fue?

Pues cuando hablábamos de las vulvas y me decían, 'Tú habrás visto muchas, eh? Que eres un 'fucker'. Y yo les decía, no, no es que haya visto muchas, es que soy un hombre trans, tengo una y sé perfectamente cómo funciona.

¿Y cómo reaccionaban?

Silencio, miradas, codazos… Pero de repente había algo que transformaba la dinámica. Yo les decía que no tengo ningún problema con él, pero a veces las miradas en un vestuario, por ejemplo, me hacen sentir inseguro. Y entonces se empezaban a levantar manos. ‘Perdona, ¿puedes volver a explicar lo de que el tamaño no importa?’ Cuando yo puse mi vulnerabilidad sobre la mesa empezaron a poner ellos las suyas; y de repente se generaba un vínculo, que al final es lo que necesitamos para transformar. Yo no les venía a hablar de datos, ni de machismo, ni de feminismo, sino de nuestras historias. Las transformaciones educativas pasan por el vínculo y es muy difícil establecer ese vínculo en dos horas. Ahí hay otra cuestión importante, que es el papel de los profesores hombres.

Siga, por favor.

Los profesores tíos tenemos mucho trabajo pendiente. Dentro del ámbito socioeducativo, hay una cuestión que es la autoridad. Y la masculinidad y la autoridad son primas hermanas. Hay una lógica machista de entender la autoridad. Cuando un hombre o una mujer entra en clase la escucha es muy diferente. Y hay hombres a los que les cuesta renunciar a esa manera de relacionarse porque tienen miedo a perder las riendas, a perder la autoridad.

¿La pregunta, entonces, más que qué hacemos con los chicos, es qué hacemos con los profes?

Totalmente. Los profesores tienen una carga de trabajo y de enfado importantes con toda la razón del mundo, y el Departament va apretando y apretando. Y prefiere apretar cambiando el calendario, que es una medida mucho más electoralista, que haciendo formación en coeducación al profesorado, porque dicen, además, que eso ya está, que ya se ha incorporado como un vector al currículum; pero es evidente que no está.

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