Pruebas de acceso a la universidad

El "esfuerzo titánico" de Pere Ribes, el alumno ciego que ha hecho la selectividad para ser periodista

Hacer la selectividad siendo ciego: así afronta la prueba Pere Ribes, el chaval que locuta los partidos del Olot

"Este examen es un regalo": termina una de las selectividades más plácidas de los últimos años

Helena López

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Sale del séptimo y último examen, el de Literatura Catalana, visiblemente cansado, pero satisfecho. No es para menos. Estos cuatro días en Barcelona han sido muy intensos para Pere. Pese a su corta edad, ya puede tachar algo más en su larga lista de retos superados. Aunque el pasado viernes se dio oficialmente por finiquitada la selectividad 2023, la primera convocatoria de las PAU no ha terminado hasta este jueves a las 5 de la tarde, cuando los 56 jóvenes catalanes con una discapacidad mínima del 33%, convocados ante el Tribunal Especial, han entregado su última prueba. Ahora, sí.

Las pruebas para este medio centenar de estudiantes han sido prácticamente idénticas en el fondo -los mismos temas, la misma dificultad-. La estructura del calendario ha sido también igual. Tres días de exámenes: el primer día, castellano e inglés, el segundo historia y el último, catalán. Solo ha cambiado la forma y el espacio. Han sido exámenes adaptados a sus necesidades. En el caso de Pere Ribes -el joven de Olot que, pese a ser ciego de nacimiento, retransmite los partidos de su equipo desde niño-, en braille. 

"Ahora de lo que tengo ganas es de llegar a Olot y dormir", se sincera en el campus Nord de la UPC el joven, quien tiene clarísimo que quiere estudiar Periodismo en la UAB (ya ha ido a visitar incluso el piso de la Vila Universitaria en el que vivirá junto a un amigo del pueblo que también empieza la uni tras el verano). No sabe si lo que más le ha quitado el sueño las tres noches que ha pasado en Barcelona para poder examinarse han sido las altas temperaturas de la capital o los nervios. "Bien, sí lo sé, han sido los nervios", se sincera el futuro periodista, quien como buen conocedor de las debilidades del gremio sale de los exámenes con una golosa anécdota bajo el brazo. "La noche del lunes, justo antes del primer examen, estábamos cenando en bar de platos combinados con la cuidadora que me ha puesto la ONCE para estos días y se acercó un turista en lengua inglesa y nos dijo que le encantaba la ciudad, que le habíamos caído muy bien y que nos invitaba a cenar", relata.

Sobre las pruebas en sí, Pere regresa a Olot con la sensación de que la más difícil ha sido la de castellano, aunque es consciente de que puede ser porque fuera la primera y los nervios estaban a flor de piel. Recuerda los autores que le han salido pero, responsable como es, pide que no se publiquen todavía, ya que las pruebas del Tribunal Especial no se harán públicas hasta el día 30. Las notas, eso sí, confía en tenerlas el próximo día 22 igual que los otros más de 41.000 estudiantes que han hecho la selectividad este año.

Más tiempo y esfuerzo

De los 56 alumnos del Tribunal Especial, 18 son, como Pere, chavales con problemas de visión atendidos por la ONCE. Irene Ginebra, directora Técnica Pedagógica CRE ONCE Barcelona -entidad que solo en Catalunya atiende a 1.200 alumnos en todas las etapas educativas, de 0 a la universidad-, señala lo épico de la hazaña de estos chicos. “Tener una discapacidad y llegar hasta aquí supone un esfuerzo titánico. Cuando llegan a bachillerato todos dejan las extraescolares… El día tiene 24 horas para todo el mundo, pero para estudiar con una discapacidad tienes que dedicar mucho más tiempo, por muy listo que seas”, relata Ginebra, quien recuerda que para los chicos con necesidades educativas especiales existe la posibilida de hacer el bachillerato en tres años (algo que Pere, por ejemplo, no quiso hacer para ir al ritmo de sus compañeros).

"El día tiene 24 horas para todo el mundo, pero para estudiar con una discapacidad tienes que dedicar mucho más tiempo; por muy listo que seas"

Ginebra, quien valora muy positivamente el funcionamiento del tribunal -están más tranquilos, tienen más tiempo para responder y los correctores son también las personas que están con ellos durante el examen, para resolver cualquier duda- pone precisamente sobre la mesa el hecho de que los alumnos como Pere, que han estudiado toda su vida en escuelas ordinarias, tengan que hacer la selectividad separados de su grupo, cuando la parte bonita de la experiencia es compartirla con los compañeros; poder comentar el examen después.  

"El Tribunal Especial es una discriminación positiva que da muy buenos resultados, pero hacia donde tendríamos que ir es hacia una inclusión total. Que estos estudiantes se pudieran examinar en los mismos lugares y en las mismas fechas que sus compañeros, como han hecho durante el bachillerato", sentencia. Suena obvio, ya que son alumnos con las mismas motivaciones y ambiciones. De hecho, pese a no necesitarlo en la mayoría de ocasiones por la reserva de plazas para alumnos con necesidades especiales –aprobando tienen suficiente- la mayoría opta por examinarse también de alguna optativa para subir nota, “para demostrar que no les han regalado nada”. Pere se ha examinado de siete (dos más a parte de las cinco obligatorias). Ahora a descansar unos días y a prepararse para un verano intenso: viajará a Irlanda y a Pontevedra para hacer dos cursos de inglés de la Once. 

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