Crianza y hombres

Las crisis de la paternidad: “Al nacer mis hijas el agobio fue muy grande, de alta intensidad”

Bernat Escudero: "No recogí el premio porque coincidía con la hora del baño"

Los permisos de paternidad se consolidan pero no logran eliminar el rol de 'padre ayudante'

Bernat Escudero, presidente de Hombres Igualitaris, explica los desafíos de la paternidad corresponsable

Bernat Escudero

Bernat Escudero / Anna Mas

Patricia Martín

Patricia Martín

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

La llegada de un bebé -o varios de golpe- suele provocar tanta alegría como estrés. Hasta el punto de que un 15% de las madres y un porcentaje similar de padres -aunque en su caso es un trastorno más desconocido- sufren depresión postparto o, en el caso de los hombres, por paternidad. Bernat Escudero, presidente de Homes Igualitaris de Catalunya, no sufrió esta enfermedad mental ni tuvo que pedir ayuda profesional tras la llegada al mundo de sus dos hijas mellizas, pero sí admite que el “agobio fue muy grande, de alta intensidad durante los primeros meses de vida de las pequeñas”.

Y pone un ejemplo. Él vive, como la mayoría de las personas, hiperconectado al móvil y los 'mails' y durante las cinco semanas que duró su baja de paternidad -en 2017 era el tiempo máximo- no leyó ni un solo correo electrónico. “No podía, estaba abducido por las niñas, sobreviví como pude”, confiesa. Tampoco pudo tener ningún contacto social -con amigos- hasta pasado mes y medio del nacimiento y la primera salida a solas, con su mujer, fue rápida, a los cuatro meses de nacer los bebés y gracias a la cobertura que ofrecen siempre que pueden los abuelos. Ayuda que también recibieron en las primeras vacaciones con las niñas, cuando estas apenas tenían 5 meses. 

“En el WhatsApp de clase no están la mitad de los padres, aún delegan estas cosas", admite Bernat

Cuando Bernat se enteró de que iba a ser padre de dos mellizas pensó que iba a ser “duro e intenso”, pero que estaba “psicológicamente capacitado”. Sin embargo, la realidad ha superado las expectativas y el trabajo, asegura, es “ingente”. Sobre todo desde que su esposa ejerce como concejala a tiempo completo en el municipio donde residen. Eso obliga a Bernat a ser un cuidador muy activo de las niñas. 

El parque o el médico

Afortunadamente tiene un trabajo (como delegado sindical en una empresa de servicios) que le permite ir a recogerlas al colegio, mientras su pareja puede llevarlas por las mañanas. Pero el parque tras el colegio, las extraescolares o llevarlas al médico cuando hace falta casi siempre le toca a Bernat. Y, cuando él no puede, “siempre están ahí los suegros”. 

Bernat ejerce la crianza incluso en ámbitos que todavía hoy siguen protagonizados por las madres, porque la corresponsabilidad paternal avanza pero aún hay muchos entornos en los que ver a un padre es una ‘rara avis’. Por ejemplo, en las reuniones del colegio o en actividades infantiles, si estas últimas no caen en fin de semana. “Estoy en la comisión de fiestas del colegio y hay muchas mujeres y pocos hombres y en el WhatsApp de clase están todas las madres excepto una y los padres no llegan a la mitad, y eso que yo animo a algunos. Delegan estas cosas”, comenta.

Madrugones

En su opinión, “por razones de género los hombres se pierden muchas vivencias positivas y alegres que se viven en relación a las criaturas”. Pero también es consciente de que es difícil “llegar a todo”. De ahí, dice, dejará la presidencia de Homes Igualitaris: faltan horas del día para atender todas las ocupaciones. 

Lo que más ha echado de menos en los años volcado en las niñas ha sido hacer deporte, en concreto correr. Es una de sus máximas aficiones. Ha participado en una maratón y muchas medias maratones y durante los cinco primeros años de vida de las mellizas no encontraba un hueco para entrenar. Ahora sí, pero a veces a costa de madrugar un domingo antes de que su esposa se vaya a trabajar. Madrugones que también realiza para comprar o hacer las tareas del hogar antes de que se despierten sus hijas. La cena y la conversación con su mujer quedan para cuando las niñas ya duermen. Es imposible, dice, encontrar un hueco a solas antes.

Suscríbete para seguir leyendo