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Ocho de cada diez padres y madres están pendientes de sus teléfonos mientras permanecen con sus críos

Un padre permanece atento a su móvil junto a su hijo, a la salida del colegio.

Un padre permanece atento a su móvil junto a su hijo, a la salida del colegio. / José Luis Roca

Olga Pereda

Olga Pereda

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Da igual que estés a la salida del cole, en el parque, de vacaciones en el bufé del desayuno o en la mesa esperando para comer. Los padres y las madres vivimos pegados al móvil. Criticamos (y con razón) el abuso que hacen los adolescentes del 'smarthone', pero no caemos en la cuenta de que ellos y ellas hacen lo que han visto, durante años, en nosotros: tener el teléfono como una extensión de nuestras manos.

Ocho de cada diez progenitores reconocen que están pendientes de sus dispositivos cuando están haciendo algo con sus hijos, según una reciente encuesta de BBK Family realizada entre 600 familias de Euskadi con hijos de 6 a 12 años. Extrapolable al resto de España, el estudio merece una reflexión. Y una actuación.

BBK Family ha organizado la campaña '¿Aita (papá en euskera), estás ahí?' para concienciar a los padres y las madres, que se darán cita el 14 de mayo en el parque de doña Casilda (Bilbao) con el objetivo de jugar con su prole. Sin móviles de por medio. Y quien dice jugar, dice hablar. O, simplemente, mirar. Estar atentos a ellos. Un rato.

En el Club de Educación y Crianza ya hemos hablado muchas veces de cómo hay que quitar el móvil a los padres, no a los hijos. Vivir pegados a la pantalla mientras nuestros hijos juegan por su cuenta en un parque ¿es un gesto inocente y sin consecuencias? No. Cuando los niños se conviertan en adolescentes, ¿con qué autoridad les vamos a decir que no se pasen todo el día mirando una pantalla? Recordemos que el principal órgano educativo no es el oído sino el ojo.

No estoy a favor de una maternidad tan entregada que solo vivas para tu hijo y nada más te llame la atención. No estamos diciendo que tenemos que permanecer a su lado y jugar todo el tiempo con ellos. Me aburre soberanamente el escondite inglés. Por no hablar de las raquetas de verano en la playa. O la petanca. Pero estaría bien encontrar un punto intermedio. Y lo que estaría mejor todavía es poder encontrar ratos para hablar con nuestros hijos, sin pantallas de por medio y mirándonos a los ojos. ¿Para qué? Para que nos cuenten sus batallitas escolares, por ejemplo. Para que nos digan cómo se sienten. Y para que nosotros también les hagamos alguna confesión. Estaría bien encontrar el camino para saber cómo hablar para que tus hijos te escuchen y, sobre todo, cómo escuchar para que tus hijos te hablen. La frase no es mía, es el título de un libro, todo un clásico de la crianza, escrito por Adele Faber y Elaine Mazlish.

No demonicemos el móvil. No podríamos vivir sin él, es un hecho. Pero guárdatelo un rato en el bolso cuando estés con tu hijo. “Tu hijo no necesita un superpadre o una supermadre. Te necesita a ti. Necesita tu presencia y tu compromiso. Un padre y una madre auténtica, defectuosa y plenamente presente. No tienes que ser perfecto. No puedes. Basta con que estés ahí para tus hijos. Quiérelos". Nos lo dice Tyna Pyne, psicoterapueta infantil y coautora de 'El poder de la presencia' (Alba), un ensayo científico sobre la importancia que tiene para el desarrollo que de los niños y las niñas la presencia de sus progenitores, algo tan fundamental que hasta determina que a nuestros hijos les vaya bien en la vida.

“Estar presentes y sintonizarnos con nuestros hijos requiere nuestra atención, no se la robes. Cuando estés con ellos y necesites usar algún dispositivo, ya sea el móvil, el ordenador o la tableta, diles por qué lo estás haciendo. Diles que necesitas buscar una dirección o llamar a una persona. En todo caso, cuando nuestros hijos están cerca, procura dejar la pantalla y prestarles atención”, concluye la divulgadora. ¿Lo intentamos hacer este mismo fin de semana?