Problemas en la movilidad

Tormenta perfecta en Barcelona: lunes, lluvia y huelga de Renfe

El otoño se ha presentado como un elefante en una cacharrería y ha maridado mal con el paro en Rodalies

Todos los accesos a la gran ciudad se han colapsado después de que muchos no se fiaran de los endebles servicios mínimos del tren

Atasco a la entrada de Barcelona por la Gran Vía, a la altura de Glòries

Atasco a la entrada de Barcelona por la Gran Vía, a la altura de Glòries / JORDI OTIX

Carlos Márquez Daniel

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Los jueves hay paella y eso es algo que no está en discusión. En la sociedad hay ciertas liturgias que se dan por seguras, que sin ser norma rozan el dogma, porque ha pasado siempre o porque a todo el mundo le está bien. La paella estaría en lo segundo, y si los restaurantes la sirven los jueves, la leyenda dice que era el plato que Francisco Franco pedía precisamente ese día de la semana, cuando salía de palacio para comer fuera y más valía tener el arroz en la carta. Y ahí se quedó, hasta hoy. En lo primero, lo de cosas cíclicas que suceden una y otra vez, se enmarca lo de este lunes en Barcelona y su área metropolitana, la mezcla explosiva de lluvia, lunes y huelga en el transporte público. Bienvenidos al caos. 

Los maquinistas de Renfe han perpetrado su tercera jornada de huelga y una vez han saltado por los aires los servicios mínimos previstos, del 85% según lo establecido por el Departament de Treball. El paro, por cierto, se repite los días 5, 7, 8, 11 y 12 de octubre, estos últimos, coincidiendo con el puente del Pilar. De nuevo, como ya sucedió el viernes, decena de miles de viajeros del tren se han quedado tirados en las estaciones. Pero muchos, que ya se olían la tostada, han optado por el coche. Y a no ser que hayan salido de casa antes que el sol, se han encontrado con la tormenta perfecta. El día ha amanecido más que otoñal, con el Tibidado superando a duras penas los 10 grados centígrados, con una lluvia generosa, con las primeras discusiones en casa sobre si hay que cambiar el armario ahora que ya ha pasado el veranillo de San Miguel, esos días de finales de septiembre en los que el estío da las últimas pinceladas. 

Nieve en Andorra, temperaturas muy a la baja y precipitaciones en buena parte del territorio. En un perezoso lunes con Rodalies a trompicones y, recuerden, con la mayoría de autopistas sin peajes. Como resultado, Barcelona ha vivido un albor semanal de campeonato, con colas kilométricas en las dos rondas, así como en distintos tramos de la C-31, la C-32 y la C-58 y puntos de la A-2 y la AP-7. O sea, en todas partes y con el Nus de Trinitat a punto de explotar como un pantalón después de los excesos de la Navidad.

Colas por todas partes

Precisamente en esta intersección vial nacida de la fiebre olímpica se han registrado los problemas más serios para acceder a la capital catalana, con hasta 12 kilómetros de cola en la B-20 y la B-10, a los que hay que añadir otros seis de retenciones en la autopista del Mediterráneo a su paso por Cerdanyola del Vallès, cuando la AP-7 circunvala la gran ciudad pero la cosa se llena de camiones con destino a los muchos polígonos industriales sitos a ese lado de Collserola. En la C-31, también seis kilómetros de romería en Sant Adrià del Besòs, y en el otro extremo de Barcelona, en la C-32 en su conexión con la B-20 al cruzar el Llobregat, y a consecuencia de un siniestro, tres kilómetros más de parón, siempre según los datos facilitados por el Servei Català de Trànsit. Problemas también en la C-58, con 14 kilómetros de cola repartidos en tres tramos: Ripollet, Sant Quirze del Vallès y Badia del Vallès. O sea, un infierno para los que vinieran de Sabadell y Terrassa, ciudades que acumulan cerca de 450.000 habitantes repartidos casi a partes iguales.

Estación de Rodalies de La Sagrera en el tercer día de huelga de maquinistas.

Estación de Rodalies de La Sagrera en el tercer día de huelga de maquinistas. / FERRAN NADEU

Mucho ha tenido que ver la huelga de maquinistas convocada por el sindicato SEMAF, que según Renfe está incumpliendo los servicios mínimos a pesar de que se han enviado 1.600 notificaciones vía correo electrónico certificado durante estos días de movilizaciones. Para reforzar la comunicación, también se han entregado 300 cartas de servicios mínimos en mano y se han tramitado 530 burofax. Por todo ello, la empresa intuye un boicot por parte del plantel de Rodalies, pues mientras los servicios esenciales se cumplen al 10% en larga distancia y alta velocidad, en el caso de los trenes de cercanías solo han salido el 53% de los trenes previstos. Por ello, la empresa ya ha abierto expedientes a una decena de maquinistas por faltas consideradas “muy graves”.

También juega un papel importante el fin de los peajes, que en el caso de la AP-7 ha disparado el tráfico un 20% y en la C-33, que une El Papiol con Barcelona, ha crecido casi un 50% porque ya no hace falta coger la paralela C-17 para ahorrarse la barrera. Todo ello, en pleno debate sobre la sostenibilidad y la crisis climática, con expertos como el director de Trànsit, Ramon Lamiel, poniendo el grito en el cielo ante la falta de alternativas de transporte público metropolitano que no haga tan atractivo el uso del vehículo privado. Lunes, huelga, lluvia y escasez de opciones para dejar el coche en casa si vienes de fuera de la gran ciudad.

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