ENTREVISTA

M. Àngels Cabasés: "Sin los jóvenes, ¿quién mantendrá el Estado del bienestar?"

"Las empresas deben volver a coger las riendas de la formación ocupacional", afirma la profesora de la Universitat de Lleida y coautora del estudio 'Evolución de la precariedad laboral de los jóvenes en España de 1998 a 2018'

mª Àngels Cabasés

mª Àngels Cabasés / EL PERIÓDICO

Montserrat Baldomà

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Doctora en Economía y profesora titular de la Facultad de Derecho y Economía de la Universitat de Lleida, M. Àngels Cabasés es coautora del estudio 'Evolución de la precariedad laboral de los jóvenes en España de 1998 a 2018', publicado por el Observatorio Social de la Fundación ‘la Caixa’. El análisis revela la cronificación de un modelo de empleo juvenil precario.

-¿Malos tiempos para ser joven? 

-Malos tiempos para que se emancipen, para hacer la transición hacia el mercado laboral. La precariedad laboral ya no es una novedad, porque desde la década de los 90 del siglo pasado vemos que para los jóvenes el acceso a un empleo no es fácil. Desde 2008, sus condiciones laborales han transitado a la precariedad, la temporalidad y la parcialidad involuntaria. Esto comporta salarios más bajos y, ahí viene la novedad, la dificultad para emanciparse. En los países nórdicos los jóvenes se pueden emancipar a 19 años; aquí, a los 31.

-Y eso tiene consecuencias.

Por supuesto, y no solo individuales. Esta precariedad, que se ha consolidado, conlleva otras precariedades, genera frustración e incertidumbre. Y tiene consecuencias sobre la estructura de la población, porque si no pueden emanciparse, no pueden formar una familia, sea cual sea la forma que tenga esa familia, y menos tener hijos.

-¿Lo pagaremos caro como sociedad?

-Sí. Muchos jóvenes emigran, se van a buscar oportunidades fuera, y estamos perdiendo capacidad y talento. Tenemos a otros muchos con cierta frustración porque para llegar a una estabilidad laboral tienen que pasar por muchos empleos. Sin estabilidad también se pierde productividad. Pierden las empresas. Perdemos todos. Por ello, es urgente que todas las políticas públicas tengan esa perspectiva juvenil.

-La pandemia habrá agravado la situación.

-Sí, y las mujeres, las más damnificadas. Muchos trabajos que antes podían tener algún tipo de contrato, ahora son informales. A pesar de la incorporación masiva de las mujeres al mercado laboral, la desigualdad no solo persiste sino que aumenta. 

-¿La primera generación que vivirá peor que sus padres?

-Está pasando desde 2013. Después de la crisis, hubo una cierta recuperación económica, pero no revirtió en mejores contratos o en mejor posición de los jóvenes en el mercado laboral. Y son ellos los que nos tienen que relevar. Si no creamos unas condiciones favorables para que nos releven, ¿quién mantendrá el Estado del bienestar? Parece que eso nadie lo ve. Todos coincidimos en el diagnóstico, pero luego no se ve reflejado en las políticas públicas. Para que la sociedad avance debemos contar con la juventud.

-¿Formación ya no es sinónimo de buen empleo?

-La formación ayuda a encontrar empleo. Pero la cuestión es qué empleo, con qué condiciones, cuánto dura el contrato y qué formación se requiere. Esto es lo que está fallando. Las empresas deben asumir más responsabilidad a la hora de formar a las personas para el mercado laboral, tienen que volver a coger las riendas de la formación ocupacional.

-¿Estamos a tiempo o tenemos ya una generación perdida?

No generalizaría, porque la juventud es heterogénea. Sí reclamaría que en todas las actuaciones se recojan las diferentes miradas del colectivo juvenil. Hay que tener en cuenta la interseccionalidad, desde el género, la nacionalidad, los tramos de edad, la formación o el lugar de residencia, por ejemplo. Hay muchas variables a tener en cuenta.  

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