ASUNTOS PROPIOS

César Bona: "¿A quién le importan los contenidos escolares?"

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Núria Navarro

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Empieza el colegio. O el tramo que el virus permita. Unas décimas de fiebre y el equilibrio de las familias saltará por los aires. César Bona (Ainzón, Zaragoza, 1972), uno de los pocos españoles que ha sido nominados al Nobel de la docencia -en excedencia desde la candidatura para "aprender" y escribir libros como 'La nueva educación' y 'Las escuelas que cambian el mundo'-, afirma que esta era la oportunidad para la renovación.

-Aporte luz a estas brumas.

-Se ha equivocado de persona.

-Se le reconoce autoridad. Incluso piden que salte a la política.

-Soy un maestro más. Alguien que habla desde el sentido común.

-¿Qué dice su sentido común?

-Que el plan para las escuelas debía de haberse preparado hace meses y se ha dejado para el final.

-¿A quién pone de cara a la pared?

-A los centros escolares, no. Una directora me dijo el otro día: "No podemos fallarles ahora, ni en educación ni en salud". Han hecho un esfuerzo sobrehumano. Pero la infancia no es una prioridad de la política. Han consultado a virólogos, economistas y geopolíticos sobre qué cambiar. ¿Han preguntado a los docentes, a las familias, a los niños?

"Al final del pasado curso, yo habría colgado en las escuelas el cartel de 'cerrado por obras' y lo habría reestructurado todo"

-¿No?

-Sobre protocolos. Pero la transformación en educación debe ser mucho más que distanciar las mesas dos metros. Al final del pasado curso, la cuestión era si aprobar o no a todos. Preguntaron mi opinión y dije: "Yo bajaría la persiana, colgaría el cartel de 'cerrado por obras' y lo reestructuraría todo". 

-¿Así de radical?

-La vida nos da una oportunidad para repensar hacia dónde vamos y qué herramientas nos hacen falta. El futuro de la educación empieza hoy.

-Los padres 'objetores' no lo ven así.

-Las previsiones no son halagüeñas. Entiendo su miedo. A mí, como a miles de docentes, nos gustaría haber sido formados para gestionarlo y poder ayudar a las familias. Dicho esto, los equipos directivos llevan meses haciendo lo que está en sus manos para que la escuela sea un lugar seguro.

-¿Por dónde empezaría este lunes?

-Yo pasaría absolutamente del currículum. ¡A quién le importan ahora mismo los contenidos!

-¿A los que sostienen que los niños ganarán un 1% menos a los 30 años?

-Mientras los economistas hablen de educación, los niños serán analizados en función de su utilidad en el trabajo. Hay que recordarles que no educamos a seres 'empleables', sino a seres íntegros. Pero es que, además, un reciente informe señala que las competencias que se requieren en el ámbito laboral son el trabajo en equipo, la resolución de problemas, la comunicación, la inteligencia emocional. Pero la inercia puede más que la valentía para cambiar el sistema.

"Mientras los economistas
hablen de educación, los niños seran analizados como seres 'empleables', no como seres íntegros"

-Rompa la inercia.

-Yo estaría los días que hiciera falta hablando de nosotros. "¿Cómo te encuentras?". "¿Qué vamos a hacer?". "¿Cómo vas a reaccionar ante este reto?". A lo mejor nuestra misión ahora es escuchar, conocernos. Era extraño educar a quien no conocías, ¿no? Se trata de que estemos con los niños, con muchísima paciencia, con flexibilidad.

-Y luego, ¿qué enseñar?

-¿Qué es lo más importante para usted ahora mismo?

-La salud, como la mayoría.

-¡Pues ahí lo tiene!

-¿El qué?

-Podríamos empezar a dibujar un árbol cuyo tronco fuera 'la salud', del que salieran ramas sobre las que trabajar: la 'salud física', la 'emocional', la 'social', la 'ambiental'. Y de la 'salud física', otras ramas sobre 'nutrición', 'alcohol y drogas', 'sexualidad'... ¿Lo ve? Se puede construir un programa educativo a partir de un asunto que nos interesa a todos. Es hora de humanizar la educación.

-Escribe un libro sobre eso. ¿Aún disfruta de la excedencia que cogió tras lo del 'Nobel'?

-Sí. En los últimos años he podido conocer experiencias educativas en otros lugares de España y del mundo. Aprendo cosas de las que antes solo hablaba.

-Qué alivio no estar en su aula de primaria, en Zaragoza, ¿no?

-¡Para nada! Tengo el mismo sentimiento de preocupación y de responsabilidad que el resto de docentes. Soy uno de ellos. ¡Ojalá pudiera hacer más!

-Oiga, ¿cómo era usted de niño?

-Era un niño de pueblo, una especie de Tom Sawyer que hacía cabañas en el río y recorría los campos con los amigos buscando aventuras.

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