CONTAMINACIÓN
Mascarillas, el residuo viral
La pandemia de covid-19 generó, hasta el mes de abril, cerca de 1800 toneladas de residuos sanitarios. Las empresas gestoras de residuos sanitarios trataron 606 toneladas, y a las incineradoras de residuos municipales procesaron 1.170 toneladas más. Desde mediados de marzo, cuando se expandió la crisis sanitaria en Catalunya, "los residuos sanitarios aumentaron el 350% respecto a un periodo normal", explican desde la Agència de Residus de Catalunya. Ahora que las mascarillas y los guantes se han convertido en nuestro complemento indispensable al salir de casa, preocupa el final de su vida útil, ya que empiezan a verse flotando en el mar y en los ríos, en las aceras y en las calles de pueblos y ciudades.
Una campaña del proyecto Libera, que impulsan conjuntamente SEOBirdlife y Ecoembes, alerta de las consecuencias de abandonar mascarillas y guantes en entornos naturales o urbanos. Estos productos, deben depositarse en el contenedor gris, de lo contrario, su impacto "será similar al que producen otro tipo de plásticos abandonados en la naturaleza: ingesta directa o indirecta de aves u otros animales, causando obstrucciones de vías respiratorias y gastrointestinales, o muertes por inanición, así como problema de enredos principalmente. Además, por su composición, podrían tardar entre decenas y centenas de años en degradarse", explica la coordinadora del proyecto Libera en Ecoembes, Sara Güemes.
En el caso de equipos de protección contaminados con el virus –añade Güemes- no hay que olvidar el riesgo de contagio a operarios que manipulen esos residuos abandonados. A lo que habría que añadir el riesgo que supone igualmente para personas que remueven los contenedores en busca de restos de alimentos u otros artículos para vender o reutilizar, por lo que, "hay que depositar el material contaminado siempre en una bolsa, cerrarla, e introducirla en el contenedor gris", explica la coordinadora de la iniciativa.
"El covid no es ninguna excusa para dar un paso atrás en la preservación del medioambiente, ni desde el ámbito sanitario, ni en el social", precisa el director de la Agència de residus de Catalunya, Josep Maria Tost. "Tenemos que ver cómo somos capaces de cambiar el tipo de normativa y promover elementos reutilizables. Una vez superada la alarma inicial, debemos fomentar la reutilización de mascarillas, las que pueden lavarse hasta 40 y 50 veces. Adaptarnos a la nueva realidad, con sentido común requerirá tiempo", dijo Tost. "Ni las mascarillas que llevan celulosa van al contenedor de papel, ni los guantes que pensamos que son de plástico no son envase, ambos elementos son desecho". Según explicó Tost, del contenedor gris, mascarillas y guantes, dependiendo de las comarcas, como todo residuo municipal, van a una incineradora o a un vertedero.
Debido a la ligereza de los materiales y a la corta vida de estos productos preocupa que estos acaben masivamente abandonados en los espacios naturales. A través de la iniciativa Libera, SeoBirdlife junto con Ecoembes (gestiona los residuos de contenedores amarillo y azul), hace tres años que se hace un llamamiento a la ciudadanía para erradicar los residuos que se lanzan a la naturaleza. "Basuraleza, lo llamamos. No se trata de un problema estético, sino contaminante. Si no se gestiona bien, puede acabar en la calle abandonado entre la maleza de un parque, un bosque, en la playa o el río", explican desde la entidad.
Una de las herramientas que utilizan para concienciar y hacer partícipe a la gente es la aplicación e-Litter. Pensada especialmente para fotografiar e informar de residuos sobre todo en la naturaleza, pero de uso también en entornos urbanos, "es nuestro barómetro de la basuraleza", dice Sara Güemes. Y con ella ya se han registrado mascarillas y guantes abandonados. "Hasta finales de octubre al menos no podremos tener una evaluación", añade. Su campaña #No abandones tus guantes y mascarilla ha sido compartida con consejerías de medioambiente y la federación de municipios, y a través de las redes sociales, junto a un video en el que se explica que todo apunta a que el virus SARS-CoV-2, causante de la pandemia que estamos sufriendo, tiene un origen zoonótico, es decir, está relacionado con la interacción del ser humano con la naturaleza y, en concreto, con otras especies animales.
Un artículo publicado en 2015 -explican- evidencia cómo diferentes patógenos se adhieren a las basuras marinas y en concreto los microplásticos, para viajar de un lugar a otro colonizando nuevos entornos. De esta forma, diferentes patógenos, y entre ellos los virus, pueden utilizar estas basuras como vector para su expansión.
Iniciativa empresarial
Desde Lleida, Enric Herrera, al frente de la Fundació Aspros, viendo las noticias y observando en la calle tantos guantes y mascarillas en las calles, sobre todo cerca de supermercados, y pensando en el riesgo para la salud pública, ha preparado contenedores de cartón para depositar todo residuo de uso por la pandemia no sanitario. "Llevamos los contenedores a cualquier tipo de empresa, supermercados o tiendas y los recogemos a los quince días o cuando nos lo piden para llevarlos al vertedero", explicó Herrera. El precio lo fijan por recogida y lo realizan a través de Tecnosolucions, una de las líneas de negocio de su Centro Especial de Trabajo. Creada en el 2008, Tecnosolucions es pionera en custodia, digitalización y destrucción de documentación de empresas y particulares.
Composición enemiga del medioambiente
Los guantes desechables están fabricados en su mayoría por polímeros derivados del petróleo y por tanto no biodegradables (vinilo, vitrilo, neopreno, polietileno, PVC...) al igual que las mascarillas quirúrgicas que para cumplir con la normativa de protección Ffp2 y Ffp3 utilizan en su fabricación microfibras plásticas. El objetivo de estos productos de protección es precisamente que sean resistentes, flexibles y con un tamaño de poro pequeño que ofrezca una barrera ante los microorganismos. Estas características son difícilmente compatibles con la mayoría de los materiales orgánicos biodegradables. Dependiendo de las condiciones climáticas y del polímero, así como de la cantidad del mismo, el tiempo de degradación de estos productos varía de decenas a centenas de años.
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