El extraño caso de los chiringuitos llenos y las playas vacías

Pocos saben qué se puede hacer y qué no en la playa, pero todos tienen claro que el bar de la arena ya está abierto

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Carlos Márquez Daniel

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Georgie Dann regaló al mundo de la canción un temazo, 'El chiringuito', que con un toque picarón -sardina, morcilla, almejas, pechugas y conejo- retrata uno de los elementos imprescindibles del verano contemporáneo. Se le ocurrió, contó él mismo a Los 40, cuando en un caluroso día estival quiso invitar a su equipo tras una actuación en Málaga y no había manera de encontrar un local disponible. Todos patas arriba o a medio gas. Era 1988 y acababa de aprobarse la ley de costas que obligó a los bares de arena a renovarse o morir.  En el 2020, el bueno de Georgie, de no haber parido ya semejante maravilla, tendría otra vez material para inspirarse: vuelve a ser muy complicado conseguir mesa cerca de la orilla. Ahora, por culpa del coronavirus y las fases, que abarrotan los chiringuitos y vacían las playas. 

El caso más paradigmático es el de la Barceloneta. El arenal está práctictamente desierto. Las normas dictan nada de tomar el sol ni de baños recreativos. El Bo Kaap abrió el pasado martes y rebosa gente por el lado marítimo. Lleno absoluto, con música, comida, bebida, buena compañía. Incluidos perros y niños. Cumplen con lo establecido en el manual de la desescalada, pero llama la atención que se permita tanto apretón y que, en cambio, la extensa playa no pueda usarse para el asueto ciudadano más allá de la práctica deportiva o un paseo por franjas horarias. La cosa, sin embargo, va por barrios.  

En Montgat, en la playa de las Barques, cuatro jóvenes (dos de Barcelona y dos de Badalona que han saltado de municipio) tienen montado un pequeño campamento en el que no falta de nada. Comida, bebida, música, sombrilla. Por supuesto toallas y una pelota de plástico. Admiten que no tienen muy claro si pueden o no pueden estar aquí. "Pero si viene un policía, suelto el bocata y me pongo a hacer flexiones". Arreglado. Dicen que llevan tres horas tumbados y que en todo momento han mantenido la distancia con el resto de personas. "Yo no veo problema, la verdad", coinciden. Un poco más para allá, en la playa de la Barca Maria, donde todavía son muy evidentes los efectos devastadores del temporal Gloria, un padre llega con dos hijos tras cruzar por debajo de las vías. A lo lejos, en el mar, una lancha fondeada con una familia dándose un baño. El mayor pregunta si eso se puede hacer. Encogida de hombros; ni idea. 

La línea de Rodalies, el R1 costero, es el mejor mirador de cómo y cuánto se están respetando las normas en las playas. En Badalona se baja una joven mecánico que viene de trabajar en Mataró. Dice que se ha fijado porque normalmente, en estas fechas, y más en fin de semana, el litoral ya suele presentar una buena entrada. Según su observación, cuanto más cerca estaba el tren de Barcelona, más gente había frente al mar."En general he visto pocas personas tomando el sol y muchas en los restaurantes, y también más barcos de lo habitual". ¿Y policía? "Diría que ninguno. Ni a la ida ni a la vuelta".

En el paseo de la Rambla, junto al Club Natación Badalona, seis terrazas llenas de gente. También personas muy mayores sentadas, eso sí, en el extremo de las mesas. Ni una mascarilla; ni comiendo, por supuesto, ni tampoco departiendo. En las laderas, parejas de jóvenes esperando su turno para poder almorzar, mientras los camareros van arriba y abajo, ahora con una paella, ahora con un pescado, ahora con el pote para desinfectar la zona que ha quedado vacía. En la playa, contadísimos vecinos hábidos de sol que quedan parapetados detrás de una duna que también parece ser producto de la monstruosa tormenta del pasado enero que aquí se llevó por delante el Pont del Treball.

El reto definitivo

El verdadero reto llegará con la fase 2 y la apertura total de las playas, algo que ya ha sucedido en Tarragona. El control se hará con personal del ayuntamiento, policía e informadores. Pero algunos municipios ya están pensando en instalar cámaras o sensores, como el caso de Salou, para controlar el aforo. Algo más sofisticado es lo que tiene entre manos Sagunto (Valencia), donde está previsto el uso de drones para garantizar que se cumplen las medidas de distanciamiento. Puede que termine llegando lo que Italia ya ha puesto en marcha este fin de semana con la reapertura de sus playas, una aplicación que localizará los arenales y que, con colores, marcará cuán llenos están. Del verde al rojo pasando por el naranja. Todo, esperando que se imponga la mejor de las armas en tiempos de pandemia: el sentido común.   

 Y una cosa más, curioso como el confinamiento puede explicarse a través de la discografía de Georgie Dann. Añadan a 'El chiringuito' temas como 'La barbacoa', 'Mecagüento', 'No le des al niño en la cabeza', 'Loco tengo el coco' o 'Levanta la moral'.