De Greta a Habiba, los rostros de la emergencia climática desde Suecia a Etiopía
Algo une a la activista sueca Greta Thunberg y a Habiba, una niña etíope desplazada: la emergencia climática. La primera denuncia el inmovilismo de los dirigentes políticos frente a la crisis del clima. La segunda sufre de forma directa y grave sus efectos.
Habiba tiene 14 años y forma parte del millón largo de niños y niñas que han tenido que abandonar su hogar debido a la sequía y a la violencia en Etiopía. Su familia vivía del pastoreo hasta que la falta de lluvias, muy persistente en su región, Ogadén, cerca de Somalia, provocó la muerte de todo su ganado. Desde hace dos años vive con sus padres y sus seis hermanos en una pequeña cabaña en un campamento improvisado con cerca de 1.000 cabañas. En cada una ellas, hay como media cinco menores así que Save the Children ha levantado escuelas temporales para que los niños y niñas puedan estudiar. Para Habiba y la gran mayoría, la escuela ha sido una novedad, ya que el ir y venir que supone dedicarse a pastorear les impedía antes ir al colegio.
Es paradójico que el cambio climático haya supuesto la destrucción de un medio de vida que surgió precisamente como respuesta a él. Cuando hace 7.000 años las condiciones climáticas de África se volvieron cada vez más adversas e impredecibles y las tierras más áridas, la población comenzó a moverse con su ganado en busca de pastos y fuentes de agua. Actualmente es el medio de vida de 12 millones de personas en Etiopía que sufren los embistes de sequías severas e inundaciones extremas recurrentes y que ven afectada su capacidad de resiliencia más que nadie: si una familia de agricultores tarda en recuperarse de la sequía una o dos estaciones, los pastores necesitan de cuatro a cinco años.
Esta situación de emergencia se extiende también al Cuerno de África, una de las zonas del mundo en la que los niños y niñas presentan una mayor vulnerabilidad. La evidencia científica relaciona directamente la sequía que se ha producido en los últimos años en la zona con el cambio climático.
A nivel global, la emergencia climática es la mayor para los derechos de la infancia y adolescencia. Fenómenos climatológicos extremos como inundaciones, sequías o tifones tienen consecuencias ya en el bienestar y la vida de niños, niñas y adolescentes.
La Organización Mundial de la Salud estima que cada año los riesgos ambientales acaban con la vida de 1,7 millones de menores de cinco años. Es más, estima que la malnutrición producida por el cambio climático tendrá consecuencias en la salud de 7,5 millones de niños y niñas al año. Además, 500 millones de niños y niñas viven en áreas propensas a las inundaciones, 160 millones de niños están expuestos a sequías severas, y 115 millones a ciclones tropicales.
Por tanto, si son los niños y niñas quienes más sufrirán y ya están sufriendo los efectos de la crisis del clima, ¿no tiene lógica prestar atención a lo que nos están gritando cientos de miles de niños, niñas y jóvenes en las calles de Europa o Estados Unidos?
Escuchémos a Greta para salvar el futuro de Habiba.
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