Más me duele a mí

Maltrato infantil

Maltrato infantil / Mingo Venero

LAURA BARROSO. SAVE THE CHILDREN

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¿Qué haríamos si nuestra jefa nos diese una bofetada por no haber hecho el trabajo como ella deseaba? Probablemente la situación terminaría con una demanda de por medio. Sin embargo, en una sociedad que rechaza la violencia en la mayoría de los contextos, se toleran las bofetadas, cachetes, humillaciones, amenazas y otras formas de violencia hacia los niños y las niñas. ¿Cómo es posible que se acepte este maltrato como forma de educar?

En Save the Children acabamos de publicar el informe Más me duele a mí, en el que abordamos esta problemática y se recogen varios testimonios de víctimas, como el de una mujer de 30 años que comparte sus recuerdos de la infancia: “De mi ambiente familiar, destacaría los gritos constantes entre mis padres y especialmente de mi madre hacia nosotras. También recuerdo momentos de largos silencios, donde no se podía hablar ni ‘molestar’ ya que era la forma de evitar el grito, generalmente acompañado de algún descalificativo o amenaza, esta última relacionada con el abandono... Recuerdo también violencia física entre mi madre y una de mis hermanas”.

En 2017 se interpusieron 4.875 denuncias sobre malos tratos a menores de edad en el ámbito familiar, pero estos casos son tan solo una muestra. Save the Children estima que en España el 25% de los niños y las niñas, uno de cada cuatro, ha sido víctima de maltrato infantil por parte de sus cuidadores. No obstante, si tan solo se notifican un 10% de los casos, ¿qué está fallando? La normalización de la violencia que se ejerce contra la infancia, la culpa y vergüenza que sienten las víctimas, junto con la falta de efectividad del sistema, son factores que propician esta tesitura. En muchas ocasiones, los propios niños y niñas ni siquiera son capaces de identificar que las personas que deberían protegerlos están ejerciendo violencia sobre ellos.

El maltrato infantil va más allá de un castigo corporal o de unas lesiones. Por lo general, resulta muy difícil delimitar el concepto de maltrato y esto impide medir la extensión del problema. Existen otras formas de maltrato menos visibles como el emocional o las negligencias en los cuidados de los hijos e hijas, que pueden llegar a ser igual de dañinas que el maltrato físico.

La difícil tarea que tenemos por delante es la de conseguir concienciar a toda una sociedad de que estas “herramientas educativas” que se han utilizado en el pasado no solo vulneran los derechos de la infancia, sino que, además, tienen terribles consecuencias en el desarrollo evolutivo de los niños y las niñas.

Un niño que sufre maltrato en su hogar tiene más posibilidades de abandonar la escuela y de sufrir ansiedad o depresión. Cuando llegue a la adolescencia, tendrá una mayor tendencia a caer en comportamientos de riesgo. Es también probable que acabe siendo víctima de otras formas de violencia y que repita las pautas violentas de crianza con sus hijos e hijas. En la edad adulta, posiblemente este niño pase más tiempo desempleado que aquellos que no fueron víctimas de maltrato durante la infancia.

Una reciente encuesta de Save the Children evidencia que casi el 91% de la población española considera grave o muy grave la violencia contra la infancia, y más del 64% cree que la aprobación de una ley en esta materia debería ser prioritaria para el próximo gobierno. Una vez celebradas las elecciones generales, es esencial que el próximo Gobierno impulse la aprobación de la Ley Orgánica para la Protección Integral de la Infancia y la Adolescencia frente a la Violencia, texto en el que ya trabajaron los anteriores gobiernos y la sociedad civil. Esta ley debe ir acompañada de recursos suficientes para hacer frente al problema.

Necesitamos luchar por una sociedad libre de violencia en todos los niveles. La formación a las familias para dotarles de estrategias educativas sanas y la formación del profesorado para prevenir y detectar casos de maltrato pueden marcar la diferencia. Es urgente conseguir que todos los niños y las niñas estén protegidos y disfruten de la infancia que se merecen.