Olfateadores de malos olores

Los últimos episodios de pestes registrados en Barcelona y enTarragona acusan la falta de legislación y dan relieve a un proyecto singular con 150 narices voluntarias

Las ingenieras Pindado, izquierda, y De Lucas con el olfatómetro y el captador de aire.

Las ingenieras Pindado, izquierda, y De Lucas con el olfatómetro y el captador de aire. / periodico

RAFAEL MORALES / TARRAGONA

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"Medir los olores es extremadamente difícil", advierte Maria Mas, presidenta del Centre Tecnològic de la Química de Catalunya (CQTC), una fundación privada que, entre otras iniciativas, está trabajando desde hace seis años en un proyecto pionero para medir los episodios de malos olores en Tarragona en el que participan 150 olfateadores voluntarios. "El mejor sistema para detectar un olor es la nariz", aclara el doctor Pablo Ramos, investigador del proyecto, a pesar de que una de las imágenes que sorprende en su trabajo es ver cómo Patricia Pindado, la ingeniera ambiental y química del proyecto, se coloca en la nariz algo parecido a un altavoz. Es un olfatómetro dinámico de campo, un aparato que sirve para medir la percepción del olor.

La pestilencia que se apoderó de Barcelona los días 18 y 19 de noviembre y la que el 9 de diciembre ambientó restaurantes y terrazas de Tarragona, la capital que concentra uno de los polos petroquímicos más importantes del sur de Europa, ha puesto de relieve que en España no existe legislación sobre malos olores y que en Tarragona hace tiempo que olfatean los olores para intentar evitarlos.

{"zeta-legacy-despiece-vertical":{"title":"El an\u00e1lisis de las llamadas de emergencia es determinante","text":"Despu\u00e9s de m\u00e1s de seis a\u00f1os trabajando en la medici\u00f3n de olores, impulsados por los episodios de pestilencia vividos en Tarragona en octubre del 2009, el proyecto del CTQC han conseguido, seg\u00fan afirma la presidenta de la entidad, Maria Mas, reducir notablemente los episodios de malos olores. \u201cSe debe, especialmente, a la concienciaci\u00f3n todos\", asegura. El simple an\u00e1lisis de las llamadas al 112 por episodios de olor en Tarragona demuestra que la media del 2009 pas\u00f3 de unas\u00a0100 a menos de 10 en el 2012. En los a\u00f1os siguientes se han producido episodios puntuales, detallan los especialistas del CTQC"}}

APLICACIÓN INFORMÁTICA

"Creo que es un proyecto interesante, sobre todo teniendo en cuenta que en Tarragona hay muchas empresas químicas", afirma Sílvia Bonjoch, de 42 años, que forma parte del grupo de olfateadores voluntarios distribuidos por Tarragona y otras poblaciones de su cinturón para participar en el proyecto de la CTQC. "Tendría que haber más voluntarios, porque somos gente del pueblo con muchas cosas que decir", añade.

Los voluntarios disponen de una aplicación informática en el teléfono móvil que les permite enviar datos sobre olores a cualquier hora y en tiempo real. Primero tienen que identificar el tipo de olor y, al final, la conexión permite situar el lugar y la hora.  "Es fácil de utilizar", asegura Bonjoch. "Es una experiencia muy positiva, creo que ahora los malos olores no son tan habituales como cuando llegué hace tres años", explica Ramón Álvarez, de 42 años, otro de los voluntarios que informa desde Salou. "Es inevitable que exista la industria, pero todo lo que sea control de su actividad está bien, y es bueno identificar un problema y saber dónde está", añade Álvarez. 

"Todo el mundo es válido para informar, lo importante es tener en cuenta que cualquier persona es válida para detectar olores, independientemente que sea más o menos sensible", asegura la ingeniera industrial y química Isabel de Lucas, responsable de gestión del proyecto, sobre el que aseguran que es único en España. Además de la aplicación móvil y el equipo de voluntarios, los investigadores se sirven del olfatómetro y de un captador de aire para hacer mediciones y tomar muestras que posteriormente se analizan.

Víctor Alfonso, de 47 años, trabaja en el complejo educativo de la antigua Universidad Laboral de Tarragona, un equipamiento situado en medio del complejo portuario y petroquímico del sur de la capital. Acostumbra a hacer dos o tres notificaciones mensuales, pero asegura que el nivel de los olores es débil o medio. "Los más habituales son olores de plásticos y petróleo, pero raramente se pueden calificar de fuertes", detalla. "Si creyera que no es útil lo que hago, ya habría dejado de ser voluntario. Al menos, veo que la información llega a las empresas", destaca.

También Montse Torrell, de 29 años, forma parte del grupo de los olfateadores voluntarios del CQTC. Ella comunica los que detecta en el centro de Tarragona, desde el colegio donde trabaja como profesora y su vivienda en la avenida Catalunya. "Empecé hace cinco o seis años debido a una compañera de trabaja que también es voluntaria. Antes recibíamos cada mes un correo electrónico con una tabla de datos que teníamos que rellenar, pero ahora es más fácil y cómodo con la aplicación del móvil", detalla. "Solo he notado olores fuertes cuatro o cinco veces", afirma.

LIMPIEZA EN UN BARCO

Ni en Barcelona ni en Tarragona llegaron a determinar con certeza el origen de las pestilencias. Pero los resultados son distintos. En Tarragona, el análisis de más de un centenar de llamadas al teléfono de emergencias 112 en poco más de una hora, de las condiciones meteorológicas, de las mediciones del aire que se hicieron en tres puntos distintos y de la evolución de la pestilencia, todo apunta a que el origen está en la actividad de un barco en aguas abiertas cerca del puerto de Tarragona.

"No se puede garantizar, pero lo más probable es que algún barco hiciera alguna maniobra de limpieza o de abrir bodegas y que el aire arrastrara el olor. Además, el barco tenía que estar fuera del puerto porque, de lo contrario, el olor habría impactado en un espacio más reducido", argumenta la directora del CTQC, promovida por el Port de Tarragona y la patronal química integrada en AEQT, y en la que también están integrados la Generalitat y ocho ayuntamiento.