LA REALIDAD TRAS EL INFORME DE LA OCDE

"El riesgo no es de fracaso escolar, es de vida"

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badalona escola antoni botey / periodico

CARLOS MÁRQUEZ DANIEL / BARCELONA

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Mercè Castellà lee la noticia sobre el informe de la OCDE en su despacho. Escribe unas notas. Se toma su tiempo. Es la directora del CEIP Antoni Botey, en el barrio de Llefià de Badalona. No le gusta que sus niños se conviertan en números, en estadísticas para medir las capacidades de un país, como si esto de la educación fuera un simple índice. "El riesgo no es de fracaso escolar, es de vida. Las preguntas que deben plantearse son: ¿En qué situación tenemos a nuestros niños? ¿Cómo quieren que un menor resuelva un problema matemático si no tiene cubiertos sus derechos básicos como comer o una vivienda digna?".

En esta escuela las cosas han cambiado mucho en el último lustro. El alumnado se repartía a partes iguales entre nativos y extranjeros llegados, sobre todo, de países como Marruecos, Pakistán y China. Hoy los emigrados se han reducido a una tercera parte. Hubo un tiempo en que, en pocas semanas, tuvo que hacer un hueco para 12 nuevos estudiantes. Este trimestre solo ha tenido que 'adoptar' a seis. Por eso Mercè coincide con Ensenyament en que las aulas de acogida deben reorientarse a la nueva realidad. La suya se ha convertido en una clase de conversación en la que, dos o tres días a la semana, 18 estudiantes -hace algunos años pasaban por aquí más de medio centenar- repartidos en pequeños grupos mantienen charlas con una profesora. Lo hacen en horario lectivo, así que si sus compañeros están trabajando los volcanes, el diálogo versa sobre cráteres, erupciones, lava o Pompeya. 

LA MOCHILA DE LOS NIÑOS

La directora de este centro se refiere en varias ocasiones a la "mochila". Es la manera de definir toda la carga emocional y social que llevan en la espalda la mayoría de los niños inmigrantes que aterrizan en su escuela. Eso es lo que le reprocha a cualquier estudio que generalice sobre el estado de la educación. "No solo está el hecho de que vengan de culturas muy distintas, con estructuras del lenguaje que no tienen nada que ver; también está el drama de cada familia. Es ahí, en las condiciones de vida de los niños, donde debemos enfocar los recursos. Y si eso está cubierto, si tienen una existencia digna, lo demás será mucho más fácil".

En el Antoni Botey tienen una baja cada 15 días. Sucede que una familia, sobre todo las marroquís, ha agotado todos sus recursos económicos, todas las ayudas sociales, y se ve forzada a marcharse. "Pero no pueden dar un paso atrás, no pueden regresar a su país porque su voluntad es seguir adelante; ya no podrían adaptarse a su vida anterior, ni ellos ni sus hijos", señala Mercè. Por eso suelen partir hacia Francia o Bélgica, donde ya viven muchos de sus compatriotas. Esta situación deja una vacante que de inmediato se llena con otro niño emigrado, un chaval, cuenta, "en una situación mucho más precaria que el que se ha ido" porque o es un recién llegado o proviene de una familia que se ha mudado a Badalona porque acaba de perder su hogar en Barcelona. "Tenemos muchas familias que viven de patada", aporta la directora, en referencia a los padres que ocupan una casa ajena vacía porque no les queda otro remedio.

ALUMNOS, NO NÚMEROS

"Desayunar, comer y cenar arroz hervido". "Llevar una camiseta que ya está casi transparente". "Dormir padres e hijos, todos, en una misma habitación". Mercè habla del día a día de muchos de sus alumnos. "¿Tienen en cuenta todos estos estudios el drama en el que viven los chicos a los que analizan? Francamente, no me fijo en las estadísticas, prefiero mirar a los niños", resume esta docente que lleva siete años al frente de esta escuela con 500 alumnos.

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No entra en si deben o no realizarse este tipo de informes que miden el nivel educativo de los países. Pero sí invita a viajar a la raíz de los resultados, a mirar más allá de lo estrictamente académico. Por eso advierte "de la absoluta falta de recursos sociales" como origen del fracaso escolar frente a los que le echan la culpa a los profesores, a los que se acusa de estar poco formados. "Con las mochilas que cargan, por mucha formación que tengamos, que la tenemos y es continua, no podemos avanzar más. Lo primero son los recursos sociales, que puedan ir de colonias, hacer actividades extraescolares, visitar equipamientos culturales. Si esto está cubierto, nosotros podremos trabajar, aunque siempre quedará un pequeño margen de la sociedad al que no podremos llegar".

Mercè no cree que la inmigración sea culpable de nada. "¿La diversidad es mala?", se pregunta. Ella cree que nos hace "más ricos a todos los niveles" como sucedió con los andaluces, de los que se acuerda bien porque ahora, comenta, "son nuestros cuñados, nuestros primos, nuestros yernos o nuestros amigos".