"Le denuncié a los 15 años"

Marga y Joan Maria cuentan la historia de sus respectivos hijos, con problemas de violencia Laura está a punto de normalizar su vida e Ignasi está preso en Can Brians

El testimonio 8 Joan Maria, en la empresa de inserción laboral que ha creado, Portal Berguedà.

El testimonio 8 Joan Maria, en la empresa de inserción laboral que ha creado, Portal Berguedà.

E. P. / BARCELONA

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

El silencio y el pudor por guardar un secreto de violencia filioparental es la tónica habitual en los progenitores que sufren la violencia de sus hijos. Marga F. y Joan Maria S. hablan abiertamente de sus casos para «visibilizar el problema» y «ayudar a otros padres que lo están pasando mal».Laura tiene ahora 17 años, pero su historial de conducta agresiva empezó en la infancia. «Siempre había sido un poco especial, le costaba aceptar órdenes y era difícil que cambiara de opinión cuando se le metía una cosa en la cabeza, pero pensamos que eran cosas características de cada niño», dice Marga. Y es que Laura fue una niña ejemplar, muy buena estudiante hasta sexto de primaria, pero al entrar en la ESO empezaron los problemas. «Pasó de sacar matrícula casi en todo a contestar mal y no querer ir al colegio», cuenta Marga.

Entonces Laura estaba siendo víctima de acoso escolar, pero eso sus padres lo supieron más tarde. «No fue capaz de verbalizarlo hasta que la cambiamos de centro», recuerda Marga. Laura fue comportándose cada vez de forma más agresiva. «Intentábamos hacerle seguir pautas y empezaba a tirar cosas, a gritar, y si intentabas frenarla se volvía violenta», recuerda Marga.

Laura e Ignasi, hijo de Joan Maria Solà, tienen en común que se les diagnosticó un trastorno por déficit de atención con hiperactividad. Ignasi mostró los primeros síntomas de agresividad a los 11 años. A los 12 o 13 su conducta se agravó. Según su padre, «fue por el consumo temprano de alcohol y cannabis combinado con la medicación para su trastorno». A Ignasi, como a Laura, también lo cambiaron de colegio, pero no funcionó, y a los 14 años duró una semana en un internado. «Se autoexpulsó», recuerda su padre.

Cambio de amistades

Joan Maria cuenta que la convivencia era muy difícil porque Ignasi tenía un gran descontrol de impulsos. «A nivel de pareja cuesta ir los dos a una, hace falta compenetración», dice Joan Maria, que reconoce los efectos del problema en el hogar. En la unidad médico-educativa de Amalgama le dijeron que su caso era «uno de los más problemáticos» y recibió atención especializada durante dos años. Al alejarse de sus compañeros de escuela fue a buscar nuevas amistades. «Estos chicos se van sintiendo marginados y conectan con entornos más marginales», dice Joan Maria. En ello coincide Marga. Laura, su hija, también cambió de amistades, y la medicación añadida al consumo de sustancias agravaron su problema. «Laura era entonces una bomba de relojería», explica Marga, que cuenta que su entorno empezó a rechazarla «porque de repente se ponía agresiva y a decir palabrotas».A Marga le tiembla la voz al hablar de su experiencia y reconoce que, como padres, ella y su marido han vivido mucha presión. «Todo el mundo te dice que es una niña mala, que no has sido lo suficientemente dura, que no la has sabido educar. Te sientes tan sola, tan juzgada y culpable... Peroquien lo ha pasado peor es Laura». Habla en pasado porque, tras 14 meses ingresada en el centro terapéutico de Amalgama, su hija está a punto de dar el salto a una vida normalizada y el 15 de septiembre empezará bachillerato en un centro ordinario. «Ahora no toma ninguna medicación y está a punto de dar el paso de reincorporarse de nuevo al mundo real, con un poco de miedo, pero creemos que todo va a ir bien», dice.

Joan Maria llevó a cabo la acción más difícil de un padre hacia su hijo. «Le denuncié a los 15 y a los 17 años». Lo hizo porque tenía que ver que «hay unos límites que no se deben sobrepasar». Pero esas denuncias no funcionaron. Hoy Ignasi, con 25 años, está en Can Brians cumpliendo condena de dos años por una agresión con arma blanca durante una pelea.

Joan Maria dejó hace cinco años su trabajo como ingeniero industrial y fundó Portal Berguedà, una empresa de inserción laboral destinada a jóvenes con problemas de exclusión. Su objetivo a largo plazo es poder acogerlos y crear también una residencia.