El concierto

Els Pets contagian vitalidad pop

JORDI BIANCIOTTO / Barcelona

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Había apetito de Els Pets tras dos años sin actuar en Barcelona, y el grupo de Constantí sació anoche a sus fans con un repertorio audaz que evitó el peso del pasado y se centró en su despierta producción reciente, apuntalada en el nuevo disco, L'àrea petita. «Dos anys que han semblat 40!», exclamó Lluís Gavaldà traspasando a sus colegas la responsabilidad de la espera. «Jo volia tornar abans, però ells no volien», bromeó.

Fue una explosión de pop, matizada por los pliegues melancólicos de su repertorio adulto, que sacudió al público de la sala Barts en un concierto integrado en los actos de celebración del 35º aniversario de EL PERIÓDICO. Una exhibición de vitalidad tanto por la actitud del grupo como por su apuesta artística, ya que anoche se empeñó en presumir de presente: abordó una decena de canciones nuevas, recaló a fondo en sus otros discos de madurez (en particular el penúltimo, Fràgil) y no retrocedió hasta sus primeros tiempos, la remota edad del rock agrícola, hasta la recta final, cuando procedió a repescar un aislado S'ha acabat.

Gavaldà se mostró pletórico desde la primera canción, Ja no ploro, que sonó a manifiesto de buena salud tras la crisis de estrés que condujo a la suspensión de las primeras actuaciones de la gira. A medio recital agradeció las muestras de apoyo y estima recibidas en las últimas semanas, aunque añadió: «Ara convé que aneu escampant que ja estic bé!». Celebrando ese momento sentimental, el grupo interpretó una pieza infalible, La vida és bonica (però complicada).

Su pluma tiende al intimismo, pero atención a las sutiles cuñas respondonas, con lectura social, de canciones que sonaron anoche como L'àrea petita (donde desfilan economistas que hablan por la radio y dicen «estem fotuts») o Reprenc el vol (que alude a quienes desearían ver una lengua catalana «morta i feta un erm»). En Barts se mostraron en su depurado registro de pop emotivo y técnico, con el trío (Gavaldà, Joan Reig y Falín Cáceres) ampliado con sus dos cómplices de las últimas giras: el teclista Joan Pau Chaves (también ocupado como director musical del programa Oh happy day, de TV-3) y el guitarrista David Muñoz (Gnaposs).

DEFENSA DEL DISCO / Los rescates de Tres, El que val la pena de veritat y la muy soulera, heredera de Tamla Motown, Sembla estrany, convivieron en fluida comodidad con las canciones nuevas, como Un tall de síndria (con desenlace jazzístico, inédito en el grupo, a cargo de Chaves), Blue tack y Fa un minut. A propósito del nuevo material, y del tambaleante soporte discográfico, Gavaldà desafió al público. «El nou disc no és a Spotify! Qui el vulgui que el compri!», exclamó. En efecto, en esa plataforma on line solo está disponible por ahora una de las nuevas piezas, Bombolles, el sencillo promocional, que sonó encarando la recta final, tras un A preu fet rockero y con esmalte electrónico (huella setentera a lo The Who) y Millor.

'REPRISE' ROCKERO / Els Pets en su versión más expeditiva llegaron, pisando el acelerador, en La solució y esa ácida Soroll, crítica a los autores pop que permiten que sus canciones suenen en anuncios televisivos («Sona la cançó que em va ajudar a menjar-me el món i ara la sento i és només soroll»).

Enfilando la tanda de bises, el crescendo emotivo de Com anar al cel i tornar, que marcó distancias con el regreso a los orígenes de S'ha acabat y el brío rockero de XL. Y más contrastes: de la recogida Me'n vaig (con una jovencísima fan, Emma, sosteniendo el texto con la letra) a un Bon dia con poder para disipar, durante tres minutos, cualquier neblina escéptica o depresiva. Contra el desánimo, un concierto de Els Pets.