Generación Tahrir

Sin poesía no hay revolución

ÁLVARO ALSINA

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Anoche, unas 200 personas se movilizaron frente al Consulado Francés de Barcelona para solidarizarse con los acampados franceses, que fueron atacados en la plaza de la Bastilla con gases lacrimógenos y, una vez más, brutalidad policial. La concentración consistió en una cacerolada y abucheo general ante el consulado -que estaba vacío- y en un recital de poesía completamente espontáneo. Se hizo el silencio en Ronda Universitat, mientras los versos de Miguel Hernández primero, y de Lorca y Machado después, llenaban el aire de la calle. Entre andaluces de Jaén y Lorca caminando con la muerte, según Machado, se alzó el clamor en la calle: «Sin poesía no hay revolución».

Por mucho que algunos lo duden, es la belleza de un sueño lo que nos mueve. Ni partidos, ni sindicatos, ni intereses, ni malentendidos. La belleza de un mundo más justo. Hasta que no entiendan que ese es nuestro motor, no podrán comprender que ya somos invencibles.

Y sin embargo (no resulta inesperado), no se dan cuenta. Y siguen con sus sórdidas mentiras en despachos y ante la prensa, colgándose medallas de tolerancia y buenas acciones. Ahora somos los «pobres confundidos» que no entendimos sus buenas intenciones del viernes. Somos los ciudadanos que, inteligentemente, les pedimos ayuda y consejo porque sabemos que nos quieren. Somos la oveja descarriada, tolerada aunque reprendida sabiamente, que se estremece bajo la caricia del guante de seda.

Seguimos adelante mientras las mentiras llueven sin llegar a regar nada, y el mundo poco a poco le ve la cara al monstruo. Un monstruo que es capaz de morderte para después esperar que elogies sus dientes. Un monstruo que es capaz de mentir para seguir en su puesto de poder ya podrido. Pero sobre todo, un monstruo incapaz de entender lo que es la poesía. Y sin eso, amigos, sin eso no se va a ningún lugar que merezca la pena.